Prueba

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Dibujo de una fragata de treinta y seis a cuarenta y cuatro cañones eran por su mayor velocidad las que solían ir en cabeza, descubierta, de las escuadras, también se les utilizaba como buques correo y de transporte, no siempre llevaban la artillería descrita, pues dependía de la comisión y mucho el armamento que llevaban. La diferencia más notable entre un navío y una fragata, era que éstas solo llevaban una batería o puente, de forma que eran mucho más bajas que aquellos, pero a su vez eran mucho más rápidas y por su menor calado, profundidad del casco en el agua, les permitía acercarse mucho más a tierra y batir mejor ciertos lugares, como fortalezas o castillos. Su arboladura era igual a la de un navío, tres palos que salían de la cubierta y un bauprés que salía hacia proa.

Construcción:

Con objeto de tener fragatas más rápidas, ligeras y maniobrables portando a la vez mayor potencia artillera (hasta entonces su armamento no solía sobrepasar los 30 cañones), que compitieran con las mejor dotadas fragatas inglesas, se acometió por la Armada Española el estudio y construcción de nuevas de estas unidades.

El Brigadier de la Real Armada Española Manuel Díaz de Herrera, llevado por sus vastos conocimientos, desarrollo todos los planos para la construcción de una fragata de 50 cañones, los cuales fueron presentados al Rey don Carlos IV, vistos por sus expertos se le autorizó para llevarla a cabo, así tuvo la Real Armada a la fragata Prueba, porque lo era, con los cañones citados y siendo una de las mejores que nunca ha tenido la Armada, sirviendo al mismo tiempo sus gálibos para la construcción de otras. Siendo a la vez su comandante de quilla.

Su construcción se llevó a cabo en los astilleros de Ferrol en 1800. Armamento de 42 a 52 cañones (variable durante su servicio). Tripulación de 257-259 hombres.

Historial:

Composición aproximada de la fragata Prueba.
Composición aproximada de la fragata Prueba.

Se supone por los acontecimientos históricos de aquellas fechas con la guerra con Portugal (Guerra de las Naranjas, 1802) y la enemistad con Inglaterra, que la fragata en los primeros años, fuera dedicada a la defensa del Ferrol y de las costas Gallegas.

El ilustre marino José Manuel Rodríguez de Salsidua capitán de paquebotes y natural de Somorrostro, en los años de 1802 y 1803 sirvió de ayudante en el arsenal del Ferrol y asistió a las carenas de los navíos San Juan, San Fulgencio y la fragata Prueba.

Durante los primeros meses de 1804 no se produce ninguna novedad que afecte a la situación española, hasta que el 22 de agosto, a causa de la insurrección que se produce en Vizcaya (La Zamacolada de 1804 que son amotinamientos, no en defensa del Fuero, pero sí de las ventajas fiscales y garantías de subsistencia que contienen los fueros y también es una lucha entre los conservadores de la burguesía rural y clerical contra los comerciantes y clases liberales urbanas), por Real Orden reservada al Capitán General de Ferrol se ordena que: se habiliten los navíos, fragatas, urcas, corbetas y bergantines que fueren necesarios para el transporte de tropas que deben salir de La Coruña a las ordenes del Capitán General de Galicia. En su cumplimiento, el 5 de septiembre salían del arsenal los navíos Neptuno, Monarca, y San Agustín; fragatas Prueba y Venganza; corbeta Urquijo y bergantín Esperanza. El 4 de enero de 1805 se firma el convenio entre Gravina y el Ministro de Marina francés, Mr. Decrés, en París; por este España se comprometía a armar inmediatamente ocho navíos y cuatro fragatas en el Ferrol; doce navíos en Cádiz y seis navíos en Cartagena. Estos buques estarían listos antes del 20 ó 30 de marzo; todos con víveres para seis meses y agua para cuatro. Al mismo tiempo se comprometían al embarque de tropas para la campaña que se iniciaba con la declaración de guerra contra Inglaterra, efectuada el 12 de enero de 1805. Para cumplimentar lo estipulado, el 16 de enero el Príncipe de la Paz dio orden de armamento a los tres departamentos. En El Ferrol, al recibirse esta orden se encontraban listos los siguientes navíos: Príncipe de Asturias, Neptuno, San Agustín, Monarca y San Fulgencio. Fragatas: Prueba y Venganza. Armándose los navíos San Juan Nepomuceno y San Francisco de Asís y la fragata Flora. Y desarmados los navíos: Concepción, Mejicano, San Fernando, Oriente, San Telmo, San Idelfonso, Montañés y San Julián.

Al ser nombrado por el Ministro de Marina, el teniente general Grandallana, para el mando de la escuadra del Ferrol, a su llegada a la ciudad, se estaban armando todavía los navíos San Juan Nepomuceno y San Francisco de Asís. Al tomar el mando reorganiza sus fuerzas; enarbolando su insignia en el Príncipe. Posteriormente se desarman las fragatas Prueba y Venganza que son sustituidas por la fragata Flora y la corbeta Mercurio.

Retrato de Don Pedro Caro y Sureda, Marqués de la Romana
Pedro Caro y Sureda. Marqués de la Romana.

Todo lo cual indica una inactividad de la fragata Prueba en el periodo de esta guerra y del combate de Trafalgar. Después del desastre de dicho combate, con las arcas del Estado exhaustas y la reducción del comercio marítimo por las prolongadas guerras en la mar, los barcos se pudren en los Arsenales por falta de carena.

El aguerrido marino Tomás de Sostoa Achúcarro, héroe de la Guerra de la Independencia, ingresó como cadete en Buenos Aires. Fue trasladado a España, donde aprobó el examen de guardia marina el 2 de septiembre de 1806. Su primer destino fue El Ferrol, a bordo de la fragata Prueba, y se encargaba de la protección de las embarcaciones que acudían para su reparación al arsenal, durante el bloqueo de los ingleses ya que Napoleón relanzó con el Decreto de Berlín del 21 de noviembre de 1806 el enfrentamiento directo con los británicos mediante la práctica de la guerra económica total del Bloqueo Continental al que se adhirió España.

El teniente de navío Primo de Rivera había desembarcado de la fragata Prueba el 21 de abril de 1807 por haber sido nombrado ayudante del consejero del Almirantazgo don Ignacio Mª de Álava. El 3 de mayo de 1808, después del levantamiento madrileño, salió de comisión para Valencia acompañado de D. Antonio de Escaño y regresó a Madrid después de haber contribuido a excitar los ánimos de los españoles en defensa del reino. Luego se dirigió a Zaragoza donde mandó las baterías del Portillo y Puente de Piedra y organizó la vigía de la Torre Nueva y destacándose heroicamente en la lucha contra los franceses. El 8 de noviembre se le confirió el mando de la corbeta Mercurio. En los primeros meses de la Guerra de la Independencia, salieron a por caudales los navíos San Justo y Paula para Veracruz, el San Fulgencio para Lima; las fragatas Prueba y Flora para Buenos Aires. Los años de la guerra, al tener Inglaterra y España el dominio del mar (después de la rendición en Cádiz de la escuadra francesa de Rosilly), la Armada se dedicó además del asunto económico con las colonias, a hacer imposible a los franceses todo transporte marítimo, haciendo fracasar casi todos los convoyes costeros que organizan y cortando la acción de los corsarios que tratan de ejercer con pequeños buques armados. Transportan tropas y ayudan en las contiendas que se desarrollan en tierra; hacen labores de enlace, correo y traslado de políticos. Gran parte de la marinería organizada en regimientos se unirán a las tropas terrestres en la lucha.

Retrato de Don Meliton Benito
Don Melitón Benito Pérez del Camino y de Llarena.

En 1810, la fragata Prueba en el puerto de Cartagena es solicitada por un crecido número de Diputados a Cortes de las provincias levantinas para ser trasladados desde Cartagena a Cádiz, cosa que no pudo realizar por causas de servicio ya que se le ordenó ir a Mallorca para traer unos 500 hombres de granaderos de Cuesta para refuerzo del ejercito ante la prevista inminente llegada a tierras de Murcia del ejército francés de Sebastiani. Una nueva oportunidad para el traslado de dichos Diputados, a bordo de la fragata Prueba, esta vez desde Alicante, se frustró debido a que ciertos individuos del buque habían experimentado ciertas enfermedades que, examinadas por la junta de sanidad de Alicante, habían sido calificadas de fiebre amarilla, por cuya causa debieron dirigirse al lazareto de Mahón. Tuvieron nueve enfermos de los que murieron cuatro.

Los Diputados que esperaron nuevas oportunidades de viaje en Torrevieja, pudieron al fin realizarlo a bordo del navío Héroe y de la fragata Venganza, zarpando desde Santa Pola. La Prueba aún llego a trasladar algunos de estos diputados. El 23 de Enero de 1811, cuando se disponía a marchar en socorro de Badajoz, muere en Cartaxo (Portugal) víctima de un aneurisma, el General Marqués de la Romana don Pedro Caro y Sureda. Sus restos fueron trasladados a Mallorca, desde Cádiz en la fragata Prueba, recibiendo sepultura en el convento de Santo Domingo con el reconocimiento de las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz.

Vista la precaria situación y atendiendo a lo solicitado por el Ayuntamiento de Palma y por la Comandancia del 5º Departamento de Artillería (el de Segovia que se había establecido en las Baleares) el Consejo de Regencia dispuso que el Colegio se trasladara a Palma de Mallorca. Ayuntamiento y Comandancia decidieron que el Colegio se alojara en el edificio de Montesión, ocupado a la sazón por la Biblioteca de la Universidad y la Sociedad Económica de Amigos del País, y en el próximo Seminario, trasladando Biblioteca y Seminario al convento de San Francisco y la Sociedad Económica al de Santo Domingo. Entre tanto, el 12 de junio de 1811 había llegado a Palma, a bordo de la fragata Prueba, una segunda expedición colectiva del Colegio, integrada por un teniente coronel y quince cadetes que quedaron alojados en un local del Cuartel Nuevo, inmediato a La Lonja. La fragata Prueba hizo viajes entre España y La Habana, como anécdota, a la vuelta de uno de esos viajes, nació en ella el erudito contramaestre gallego Juan Lourido Gonzalez, sacándolo de pila el capitán Gregorio Gelos, también gallego, junto al capellán de a bordo Benito Sueiro.

Lienzo representando la escuadra de don Rosendo Porlier.
Escuadra del capitán de navío don Rosendo Porlier.

En 1819 las posesiones españolas en el Nuevo Continente estaban amenazadas por los movimientos independentistas y la insurrección. En este ambiente y ante las insistentes peticiones de los gobernadores de las provincias en el Pacífico, con el propósito de enviar fuerzas navales fue organizada con premura una escuadra a principios de 1819. La componían cuatro buques: El navío San Telmo construido en 1788 en los Astilleros de Esteiro de El Ferrol cuyos fondos se encontraban ya en mal estado; el navío Alejandro I, uno de los cinco navíos que dos años antes habían sido comprados a Rusia, en tan lamentable estado que poco después tuvieron que ser desguazados; la fragata Prueba y la fragata mercante Mariana, para el transporte de tropas. El mando de la escuadra recayó en el capitán de navío don Rosendo Porlier, quien izó su insignia en el navío San Telmo el 19 de marzo de 1819. Melitón Benito Pérez del Camino y de Llarena estuvo al mando de la fragata Prueba.

La fragata Prueba apareció sobre las aguas del Callao, al tiempo que se hallaba bloqueado este puerto por la escuadra insurgente chilena al mando de Thomas Alexander Cochrane, con las fragatas O’Higgins, Lautaro, Independencia los navíos San Martín y Araucano. Mientras en el Callao, empalizadas resguardaban la escuadra realista, compuesta por las fragatas Esmeralda y Venganza, la corbeta Sebastiana y los bergantines Pezuela y Maipú, 30 lanchas cañoneras y unos tres buques mercantes. Pero la equivocación de Lord Cochrane, que tomó a la Prueba por barco ballenero de los Estados Unidos, y la oportuna maniobra del capitán español, que viró a toda prisa para el puerto de Guayaquil, privaron a los chilenos de esta presa que la fortuna había puesto en sus manos.

Retrato de Thomas Alexander Cochrane.
Thomas Alexander Cochrane.

Así comenta el virrey de Perú Joaquín de Pezuela en carta al gobernador de Panamá la circunstancia de la escuadra de Porlier: «Contestando al número anterior de Vuestra Señoría le dije en 8 del corriente la disposición que habían padecido los buques de la armada destinados a estos mares por malos tiempos y la avería del Alexandro, según noticias comunicadas por la fragata Prueba. La mercante Mariana que ha llegado después, repite la misma noticia añadiendo haberse mantenido por más tiempo en convoy con el Telmo, del que se separó por haberle sido común a éste la propia desgracia, de que resultó forzar de vela hasta meterse felizmente en el Callao. De esto resulta que las fuerzas marítimas existentes hoy en el Callao son las mismas con que antes me hallaba, pues la fragata Prueba, a cuyo comandante comuniqué orden terminante para que fuere a refrescar y reponer sus enfermos a Pisco, acabo de tener la sensible noticia de que, faltando a ella, se ha dirigido a Guayaquil, cuyo suceso impide que en mucho tiempo verifique este buque su interesante reunión a dichas fuerzas; y por lo mismo es imposible que pueda dividirlas sin riesgos y sin conocida utilidad del servicio como al que esperé sacar con el navío, fragata y demás buques que se hallan anclados al abrigo y para defensa de este puerto.»

El 12 de mayo de 1820, el corsario al servicio de Chile Juan Illingworth Hunt, combatió en ‹Punta Galera› contra la fragata Prueba, fue herido en la mejilla izquierda por una esquirla de metralla, la sangre llegó a mojarle las botas y a consecuencia de la hemorragia sufrió un desmayo. Años después le decían ‹Cara de Plata› porque acostumbraba a usar una placa que disimulaba la herida.

A mediodía del 14 de mayo, a la altura de Cabo Manglares, la fragata Prueba avistó un buque a barlovento a una gran distancia. Ambos se iban aproximando con el objeto de reconocerse, hasta que a las tres de la tarde, a una legua de distancia, la nave avistada viró en redondo, navegó de ceñida, y huyendo cambió el pabellón británico que hasta ese instante había tenido por el pabellón chileno. El buque español intenta dar caza a la corbeta chilena, sobre las cuatro intenta el combate, pero no consigue tenerla a tiro largo de bala, hasta el anochecer, cuando ya la corbeta se escabulle en la oscuridad. Durante toda la noche la fragata Prueba navega en bordada por las condiciones del viento, esperando tener la corbeta enemiga nuevamente visible en el horizonte al despuntar el día, ya que el enemigo no podía ganar tanto barlovento.

Retrato de don Juan Illingworth Hunt
Don Juan Illingworth Hunt.

Al amanecer del día 15 de mayo se divisa otra vez el buque chileno cinco leguas a Sotavento, e inmediatamente la fragata se dirige sobre ella a darle caza. La corbeta navegó a un largo, recibiendo más viento por la aleta, hinchando las velas para evitar el combate, pero con la fragata acortando la distancia, a medio tiro de cañón tuvo que abrir fuego. La fragata española no respondió hasta tenerla a muy corta distancia, entonces abrió fuego a doble munición, estremecida por los retrocesos. En ese momento los buques estaban ya situados en la parte meridional de la Isla Gorgona. La acción se mantuvo sin interrupción por más de una hora, hasta que la corbeta consideró que la fragata estaba empeñada en los fondos de tierra, entonces para evitar el naufragio, buscó la popa de la fragata, pero la maniobra resultó un desastre porque a distancia tan corta una de otra que casi se roza con ella, con la artillería de la fragata preparada, recibió tal andanada que dejó en silencio todos sus cañones, que hasta entonces había hecho fuego sostenido, siendo incapaz ni de responder con tiro de fusil. El comandante John Illinworth quedo gravemente herido en la cara, incluso se creyó muerto. El buque corsario completamente silenciado se puso en fuga. La fragata española, con su proa a punto de encallar en los arrecifes de la Isla Gorgona, viró enérgicamente, y bajo una fuerte lluvia, el enemigo se había perdido de vista en la oscuridad.

Al amanecer del día 16 de mayo, el comandante español, Antonio Vacaro, vuelve a buscar la corbeta. Lo hace primero en los fondeaderos de la isla Gorgona, al no encontrarla, se dirigió a la costa, donde descubre que la Rosa de los Andes, que había quedado muy dañada, se iba internando por la boca del río Iscuandé, buscando refugio en el cauce del río, arrastrando la corbeta hacia el interior, con la protección del bajo fondo del río, para no ser capturada, o por que la corbeta ya no podía mantenerse a flote. Vacaro con toda precaución aproxima la fragata a los fondos de tierra de la costa, pero los bajos del suelo le impidieron seguirla por el río. Tres botes con sondas comprobaron que no era factible el paso, y desistió por el riesgo de encallar. El buque chileno finalmente quedó varado en el río Iscuandé.

Retrato de don Joaquín de Pezuela.
Virrey del Perú, don Joaquín de Pezuela.

Antonio Vacaro, permanece hasta el 21 de mayo en la Isla Gorgona, tras rehabilitarse allí mismo, pone rumbo al Sur, remitiendo el parte del combate al Virrey. Una fragata estadounidense da parte del enfrentamiento a las autoridades españolas. El presidente de Quito, Melchor Aymerich, puso también en conocimiento del virrey el extenso comunicado del día 30 de mayo del gobernador de Barbacoas, Antonio Rodriguez y Moreno, que transmite los informes de dos de sus destacamentos avanzados, que comunican que la Rosa de los Andes ha quedado varada en el río Iscuandé, siendo abandonada por su tripulación que consigue huir tierra adentro. La corbeta habría sido incendiada en esa fecha o con anterioridad. La veracidad del comunicado del comandante Illinworth del mismo 30 de mayo queda en cuestión.

Dispuesta la expedición al Perú del Ejército Libertador Argentino-Chileno, el 20 de agosto de 1820 zarparon de Valparaíso las naves del almirante Cochrane con sus comandantes: la fragata O´Higgins, capitán Thomas Crosby; la Lautaro, capitán Martín George Guise; bergantín Galvarino, capitán Spry; el navío San Martín, capitán Wilkinson; la fragata Independencia, capitán Forster y los transportes armados: Mackena, Potrillo, Santa Rosa, Delano, Jerezana, Perla, Águila, Peruana, Emperadora, Dolores, Consecuencia y Gaditana. Con estas unidades marchaban once cañoneras y la gloriosa La Argentina, al mando del antiguo corsario Hipólito Bouchard que transportaba a los hombres del famoso regimiento de San Martín, los Granaderos a Caballo y su escolta personal de Cazadores a Caballo.

La campaña se presentó erizada de obstáculos que se fueron salvando. El 20 de octubre la escuadra patriota se halló frente a la Fortaleza del Callao. El 5 de noviembre en una audaz maniobra nocturna del almirante Cochrane, fue tomada en esa bahía la fragata de guerra española Esmeralda y dos cañoneras de la guardia del puerto. La superioridad naval patriota en el Océano Pacífico estaba así decidida y el dominio de los mares le pertenecía exclusivamente. Mientras se rendía la fortaleza, se producía desavenencias entre Cochrane y San Martín, en una disputa acerca del pago y el mantenimiento del ejército. Finalmente, una vez rendido el Callao, ya no era necesario el bloqueo y el Libertador envía a Cochrane a Chile para que diera cuentas a ese gobierno de la continuidad de la escuadra. El Almirante zarpa del Callao en octubre pero en vez de regresar a Chile, sale en búsqueda de las dos últimas fragatas de la marina española en esas aguas: Prueba y Venganza. Habiendo llegado al puerto de Guayaquil y no encontrándose allí las mencionadas naves, continuó su travesía hasta Acapulco.

Retrato del General San Matín.
General San Martín. Protector del Perú.

La fragata Prueba formaba parte de la escuadrilla española en el Pacífico, junto a la fragata Venganza y la corbeta Alejandro. Las dos fragatas, ‹que habían zarpado del Callao antes que Cochrane volviera a bloquear este puerto, transportaron› en 1820 tropas españolas de los puertos intermedios a Cerro-Azul, y sabedores aquí sus comandantes Villegas y Soroa del estado del Callao, o por órdenes con que se hallarían o por resolución propia, hicieron rumbo al Norte, apareciendo en Panamá, pasaron luego a San Blas y Acapulco en el reino de Méjico. Gracias al gobernador de Acapulco, pudo Cochrane saber los detalles de la visita de la Prueba y la Venganza.

Estas fragatas habían fondeado en Acapulco el 27 de febrero de 1821, precisamente el día en que se juró en ese puerto el Plan de Iguala proclamado por Iturbide y que declaraba prácticamente la independencia de México. Este plan no contaba con grandes simpatías en la región y tres semanas más tarde una contrarrevolución restablecía el régimen colonial en medio del más placentero contento de la población. El comandante de la Prueba, don José Villegas, que actuaba como comodoro, había jugado un papel importante en esta restauración y ante el peligro de un contraataque patriota se habían embarcado los caudales españoles a bordo de las naves. Pero esta victoria temporal para las armas reales no duró mucho, pues el 15 de octubre la ciudad era otra vez ocupada por fuerzas mexicanas independientes. Como la nueva organización se hacía con el fin de permitir la unión de patriotas con realistas, mexicanos con españoles, el arreglo permitía a Villegas quedarse con sus naves en Acapulco sin ser molestado. Pero el comodoro tenía problemas internos con sus tripulaciones. Si bien los mexicanos lo toleraban, no por eso lo consideraban parte de la marina imperial, que era inexistente. No tenía fondos para pagar sus tripulaciones o comprar provisiones. Cabía también la posibilidad que los fuertes lo atacaran si la política cambiaba, con lo que las naves pasarían a Méjico. Pero su principal dificultad estaba en que la tripulación bordeaba en el motín. La mayoría de las tripulaciones eran de los ‹rotos› o ‹cholos› y las perspectivas de quedarse en México no los atraía. Los pocos peninsulares que quedaban a bordo, ansiaban también volver a Chile o al Perú. Hasta el propio comodoro, según se ha dicho, quería establecerse en Chile, donde había sido gobernador de Valparaíso. De hecho, terminó sus días como maestro de matemáticas, incluso impartiendo clases en la Escuela Naval de ese puerto.

Retrato del almirante Blanco Encalada
Almirante Blanco Encalada.

Convencido de que la causa española en América estaba perdida, Villegas ordenó a sus fragatas levar anclas el 13 de noviembre de 1821 y salió en busca de la escuadra chilena para entregarse o unirse a ella. Los capitanes españoles José de Villegas y Joaquín de Soroa firman un tratado de paz con el coronel José de Fabrega el 4 de enero de 1822 entre la monarquía española y los patriotas donde acuerdan la no agresión a los territorios del istmo y la retirada de las tropas y todos los barcos de la Corona Española de la nueva nación istmeña. En Guayaquil, se producen las negociaciones para la entrega de las fragatas. Por aquellos días, el coronel Rojas fue nombrado secretario del general Francisco Salazar y Baquíjano, ministro plenipotenciario del Perú en Guayaquil. En el desempeño de esta función, el coronel Rojas intervino en el ajuste del tratado concluido y ratificado el 16 de febrero de 1822, con el jefe de la escuadra española, capitán de navío José Villegas. Según las cláusulas del tratado, fueron entregadas al gobierno del Perú las fragatas Prueba y Venganza y la corbeta Alejandra, devolviéndose a sus dueños los buques mercantes españoles apresados. El coronel Rojas firmó el tratado como representante del Perú.

La fragata Prueba dejó Guayaquil el 25 de febrero y finalmente pasó al puerto de El Callao para ponerse allí a órdenes del gobierno del Perú el 31 de marzo de 1822 tras la caída de dicha plaza en manos independentistas. La fragata Prueba, rebautizada Protector, inició la marina peruana de la que fue su primer comandante, el almirante Blanco Encalada.

Cochrane emprendió el regreso desde Acapulco, llegando nuevamente a Guayaquil el 13 de marzo de 1822, apoderándose, en esta ocasión, de la fragata Venganza, la cual, sin embargo, ya era peruana. Arrió el pabellón del Perú e izó el de Chile. A pesar de esto, Cochrane terminó por entregar la fragata capturada a la Junta Guayaquileña. Cochrane abandonó Guayaquil el 25 de marzo y llegando al Callao el 25 de abril. En esta ocasión tuvo el audaz gesto de reclamar la fragata Protector (ex-Prueba).

Retrado de don Hipólito Bouchard.
Hipólito Bouchard.

Cuando Cochrane abandonó a San Martín, apoderándose violentamente de los caudales de Lima depositados en los buques de su escuadra, el Protector creó una nueva fuerza naval, cuya base principal fue la fragata española Prueba, que se había entregado en el Callao al gobierno peruano. San Martín nombró a Bouchard comandante de aquel buque. Cuando el después famoso almirante inglés renovó sus reclamos pecuniarios y sus pleitos, el ministro general Tomás Guido, respaldado esta vez por la nueva escuadra peruana y sobre todo, la fragata Prueba mandada por Bouchard, contestó con firmeza negándose a discutir con Cochrane y refiriéndose al Gobierno de Chile; y en previsión de algún golpe de mano, ordenó al buque de Bouchard de estar listo para hacerse a la vela en protección de los demás barcos. Finalmente Lord Cochrane decidió retirarse ante la firmeza del gobierno peruano, y al pasar frente a la fragata Prueba, las portas de ésta se abrieron a un tiempo, enseñando toda la batería en zafarrancho de combate, con la gente en su puesto. El lord se retiró hacia Chile sin combatir.

En mayo de 1822 su capitán era Juan Esmond uno de los capitanes que habían abandonado el servicio de Chile. El 22 de junio de 1822 zarpó junto a la corbeta Limeña en escolta de los transportes de la segunda expedición a puertos intermedios. El 7 de abril de 1823 se logró sofocar a tiempo otra sublevación en la fragata Protector.

El 6 de Febrero de 1824 un alzamiento a favor de los realistas permitió la ocupación nuevamente de el Callao por los españoles, entrando en la plaza las fuerzas de la división al mando de José Antonio Monet. El 6 y 7 de octubre de 1824 se presentó la fragata Protector (ex Prueba) frente a El Callao con varias naves menores (una corbeta y cuatro bergantines) y sostuvo un breve encuentro con la escuadra española encabezada por el capitán de navío Roque Guruceta a bordo del navío de línea Asia junto a la corbeta Ica y los bergantines Aquiles, Pezuela y Constante.

Retrato del almirante Guisse.
Almirante Guisse.

Hay una anécdota en que se dice que el vicealmirante peruano Guisse retó al comandante de la flotilla española Guruceta, que se encontraba en la rada de el Callao desde el 9 de septiembre, a entablar combate, reto que aceptó el español, saliendo con sus naves en busca de Guisse, quien desde el 6 de octubre del mismo año se encontraba fondeado en la isla de San Lorenzo, al sur del apostadero del Callao obligando la flota española a retirarse a la peruana. Sin embargo, la postrera derrota de las armas española en Ayacucho el 9 de diciembre de 1824 supuso el fin de la presencia realista en aquellas tierras y lógicamente la entrega de todas las dependencias del virreinato del Perú.

A inicios del año 1825, el almirante Guisse, Comandante en Jefe de la Escuadra bloqueadora del Callao, arriba a Guayaquil a bordo de la fragata Protector para realizar reparaciones, y por presentarse en este puerto un conflicto entre Guisse y el Intendente de Guayaquil, general Juan Paz del Castillo, por ciertas irregularidades en el comportamiento del primero, es destituido, nombrándose en su reemplazo como comandante de la Escuadra Unida al comandante Juan Illingworth.

Participó la fragata Protector en el bloqueo del Callao, comenzado el 7 de enero de 1825 efectuado sobre el apostadero del Callao, de sus arsenales y de las fuerzas de la guarnición que siguió bajo el mando del brigadier Rodil y que permanecía sin rendirse. El posteriormente almirante John Halstead Coe sirvió en la Fragata Protector y tomó parte en este sitio del Callao. El sitio se prolongaría hasta el 1 de enero de 1826 en que se rindió Rodíl.

Lienzo del navío Asia en mitad de un temporal.
Asia Bajo el temporal, por Ángel Cortellini. Cortesía del Museo Naval. Madrid.

En 1827 la fragata Protector (ex Prueba) fue rebautizada Presidente. El primer conflicto internacional al que la naciente República de la Gran Colombia hubo de enfrentar fue contra el Perú, debido a que Perú ocupó militarmente por la fuerza, las provincias sureñas de Colombia. Desde septiembre de 1828 participaba la Presidente (ex Protector, ex Prueba) en el bloqueo de Guayaquil, como nave insignia del vicealmirante Guisse. Las naves bloqueadoras realizaron diversos desembarcos para tomar prisioneros y material de guerra, además de dañar la moral de los bloqueados. Participó en el bombardeo de Guayaquil iniciado el 22 de noviembre de 1828, en el que recibió 89 impactos de proyectiles. Durante ese combate, en la noche del 23 al 24 de ese mes, encalló cerca de Las Cruces, frente a dicha ciudad. Si bien al amanecer pudo volver a flote por el repunte del río, el último cañonazo que le dirigieron los grancolombianos cuando la nave se dirigía a ocupar el puerto hirió de muerte (en el pecho) al vicealmirante Guise. El mando de la fragata fue asumido por el secretario de Guisse, Valle Riestra, mientras que el de la escuadra fue asumido por el teniente primero José Boterín, de la corbeta Libertad, quien «llevó la escuadra a las bocas del Guayas y fondeó en Punta Piedra para hacer honores a Guisse y remitir su cuerpo al Perú» Aparte de Guisse, en la nave capitana Protector cayeron 21 tripulantes y un oficial que se inhumaron en la ciudad. El comandante de la Presidenta, capitán Micklejon, recibió dos heridas de gravedad y a bordo de la nave durante el combate fueron heridos cincuenta marineros y clases. La Presidenta también recibió grandes averías y la corbeta Libertad hubiera corrido igual suerte, si no hubiese sido por la cobardía de su comandante José Boterín, que a la muerte de Guisse huyó del escenario.

Después de la derrota sufrida en Guayaquil, los buques de guerra peruanos continuaron sus irrupciones sobre los pueblos indefensos de la Costa. Lo cual, fue más que razón suficiente para que el Gobierno de Colombia rompiese relaciones con el de Perú, exigiendo satisfacciones por las armas, en caso de serle negadas por las vías diplomáticas. El 25 de junio de 1829, Guayaquil capituló mandando la fragata Hipólito Bouchard. Bolívar afirmaba el 17 de enero de 1829, en carta al general en jefe Rafael Urdaneta, que la Prueba no podrá combatir más. Pues es muy vieja y está perdida. Esta fragata se incendió accidentalmente de forma parcial y voló como consecuencia del fuego al alcanzar la santabárbara, el 24 de mayo de 1829 en la ría de Guayaquil. Se comenzó a reparar y se decidió en principio no abandonar Guayaquil hasta que esta fragata no se pudiera hacer a la mar (la plaza fue finalmente entregada el 11 de julio de 1829). Como consecuencia de dicho incendio, Bouchard fue relevado del mando de la escuadra pero conservó el grado de capitán de navío activo sin destino.

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