Menorca reconquista 1781 — 1782

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Menorca reconquista 1781 — 1782



Don Ventura Moreno fue nombrado comandante de la expedición, enarbolando su insignia de jefe en el navío San Pascual, dando protección al convoy transportando las tropas al mando del duque de Crillón, para recuperar la isla de Menorca y el bastión principal de ella el puerto de Mahón.

Moreno recibió instrucciones reservadas, ordenándole que: ‹…en caso de discordia en cualquier operación, haciendo presente bajo su firma al general del ejército las razones facultativas, que tuviese y sus ideas, debía ceder a lo que dijese, opinase o quisiese dicho general, aunque fuese exponiendo a perder los navíos y cuantas embarcaciones llevaba a sus órdenes.›

El conde de Floridablanca, por su parte decía a Crillón: ‹V. V. no hará nada ahí ni en otra parte si no vive en perfecta armonía con los marinos; y no se le dé nada de lo que llama liga infernal de los terrestres…la desavenencia con el comandante de mar frustrará todas las ideas actuales y futuras.›

Bonita forma de evitar trágicos finales que se dieron en otras expediciones, así cada cual sabía debía ceder siempre y cuando el más profesional, fuera en la mar o en tierra diera su opinión en su terreno el otro debía ceder y darle la razón.

Las fuerzas de desembarco eran unos ocho mil hombres, transportados en setenta y tres buques, protegidos por dos navíos, dos fragatas, seis jabeques, dos bombardas, tres balandras, dos brulotes y otros buques menores.

Se formaron tres divisiones; la primera, a las órdenes de don Diego Quevedo, con la misión de bloquear el puerto de Mahón; la segunda: al mando de don Pedro Cañaveral quien se dirigió contra Fornells y la tercera: al mando de don Antonio Ortega contra Ciudadela.

Estando ya en la isla se eligió a Bouyón ordenándosele hacerse cargo de las defensas del ejército, por lo que comenzó levantando planos de la costa y de sus radas, para mejor realizar el desembarco de las tropas, y aprovechar los puntos más cercanos y accesibles a los lugares ordenados por el mando.

En este reconocimiento se vieron seis embarcaciones resguardadas y protegidas por el fuego de los cañones del castillo de San Felipe, para ello fueron comisionados varios oficiales y sus fuerzas para sacarlas de allí, pero no se dieron cuenta del gran riesgo que corrieron hasta llegar a ellas y registrarlas al ver lo transportado, se encontraron en su interior con víveres, municiones y pólvora, siendo apresadas tres de ellas y el resto hundidas. En esta acción se distinguieron el capitán de fragata Salazar, el alférez de navío Liniers el alférez de fragata Bouyón y el ingeniero Tevern.

Verificados los mejores puntos designados por Bouyón y autorizado por el mando, las fuerzas se dirigieron a ellos para efectuar los desembarcos, éstos se llevaron a cabo el 19 de agosto, alcanzando una gran coordinación, permitiéndoles realizarlo simultáneamente en los tres puntos prefijados.

A Bouyón se le hizo pasar al puerto de Fornells el 5 de septiembre, con la misión de que al estar allí la parte de la escuadra y el convoy con las tropas, se abrieran posiciones fuertes para instalar artillería e impedir así que una salida enemiga pudiera malograr el desembarco, por lo que con los brazos de las tripulaciones consiguió formar dos baterías de dieciséis piezas cada una, las cuales cerraban por completo los campos de tiro consiguiendo hacer casi imposible ser hostigados por los británicos.

Viendo la rapidez con que se conseguía que se movieran los hombre y lo rápido que avanzaban las obras, se le ordenó construir una pequeña fortaleza para instalar en ella tres piezas de á 24 libras, pero sólo a un tiro de fusil del castillo de San Felipe lo que se consiguió, construyendo previamente otras defensas que les daban protección y así lograr llegar al punto marcado por los jefes.

Los británicos les dejaron hacer, pero a pesar de todas las precauciones tomadas en la noche del 11 de octubre realizaron una salida, causando la muerte a la mayoría de los que se encontraban trabajando, lo que llevó a decidir al jefe del ejército se construyera una barrera con cables y maderos, para impedir el paso tranquilo a los bloqueados, pero estaba tan cerca de la mar que entre ésta y el fuego enemigo, se tenía que estar todos los días reparando. Pero su trabajo dio su fruto pues a los pocos días fue tomada la fortaleza y con ella toda la isla.

La fortaleza de San Felipe capituló el 4 de febrero de 1782; los atacantes fueron reforzados con cuatro mil hombres del ejército francés; el ataque en regla había comenzado el 6 de enero, rompiendo el fuego a la vez ciento once cañones de sitio y treinta y tres morteros, además de los embarcados en los buques; al entrar en la fortaleza cayeron en poder de los atacantes trescientos seis cañones y cuarenta y un morteros, contando los recuperados de la mar arrojados por los británicos; la guarnición perdió mil hombres y los asaltantes sólo ciento ochenta y cuatro con doscientos ochenta heridos. Las fuerzas enemigas, estaban compuestas por dos mil soldados y seiscientos marineros, todas al mando del gobernador Jacob Murray.

El 25 de marzo se ordenó el reembarque de parte de las tropas, una vez a bordo se zarpó con rumbo a Algeciras.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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