Bahamas combate y asesino britanico 1744

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El 12 de diciembre sobre el cabo de San Antonio en la isla de Cuba, la fragata '''''Concepción''''' del porte de 20 cañones al mando del capitán de fragata don Pedro de Elizagarate, fue atacada por la británica '''''The Rose''''', al mando de Thomas Frankland, el combate duro siete horas rindiéndose la española por llegar a faltarle hasta la pólvora, a parte murieron en el combate cuarenta y un hombres de los ciento sesenta y dos de la dotación, entre ellos el capitán de fragata don Pedro Manuel Sanz y herido otro oficial don Juan Ignacio Madariaga y Aróstegui, estaba desarbolada del palo mayor, los enemigos tuvieron un comportamiento fuera de toda humanidad, ya que se llevaron la fragata a remolque, pero a los tripulantes españoles se les desembarcó en un solitario islote llamado Cayo Sol, donde no había ni agua, allí dejaron a los ciento veintiún tripulantes muchos de ellos heridos con cuatro oficiales y por todo medio de subsistencia un barril de carne y otro de bizcocho para todos, siendo tan amables de dejarles un pequeño chinchorro (olvidado por las prisas) en él sólo cabían tres hombres. Un gran detalle de tan noble pueblo. ¿Estarían cabreados por no haber podido con don Blas de Lezo en Cartagena de Indias tres años antes?
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El 12 de diciembre sobre el cabo de San Antonio en la isla de Cuba, la fragata [[Concepcion,_Nuestra_Senora_de_la_(1738)|'''''Concepción''''']] del porte de 20 cañones al mando del capitán de fragata don '''Pedro de Elizagarate''', fue atacada por la británica '''''The Rose''''', al mando de Thomas Frankland, el combate duro siete horas rindiéndose la española por llegar a faltarle hasta la pólvora, a parte murieron en el combate cuarenta y un hombres de los ciento sesenta y dos de la dotación, entre ellos el capitán de fragata don '''Pedro Manuel Sanz''' y herido otro oficial don '''Juan Ignacio Madariaga y Aróstegui''', estaba desarbolada del palo mayor, los enemigos tuvieron un comportamiento fuera de toda humanidad, ya que se llevaron la fragata a remolque, pero a los tripulantes españoles se les desembarcó en un solitario islote llamado Cayo Sol, donde no había ni agua, allí dejaron a los ciento veintiún tripulantes muchos de ellos heridos con cuatro oficiales y por todo medio de subsistencia un barril de carne y otro de bizcocho para todos, siendo tan amables de dejarles un pequeño chinchorro (olvidado por las prisas) en él sólo cabían tres hombres. Un gran detalle de tan noble pueblo. ¿Estarían cabreados por no haber podido con don Blas de Lezo en Cartagena de Indias tres años antes?
Hubieran perecido todos; ante la disyuntiva de morir de hambre y sed o hacerlo en el intento poco cambiaba el devenir, llevado de su nobleza de carácter el comandante don Ignacio de Madariaga decidió abordar el chinchorro, arbolado con prisas de un palo y un “algo” que sirviera de vela y ayuda para su buen propósito, él sólo se hizo a la mar con rumbo a la Habana, quedando distante cincuenta leguas, pero gracias a su tenacidad consiguió arribar después de siete días remando y ayudado por la vela de fortuna, puesto en conocimiento del general don Andrés Reggio, a la sazón General de la escuadra de la isla de Cuba, ordenó a una fragata se pusiera a rumbo para rescatar al resto, lo que al fin se consiguió, pero de no haber reaccionado tan rápido Madariaga, sus hombres hubieran perecido, pues al llegar el buque de rescate ya algunos estaban en muy mal estado de salud al faltar sobre todo el agua.
Hubieran perecido todos; ante la disyuntiva de morir de hambre y sed o hacerlo en el intento poco cambiaba el devenir, llevado de su nobleza de carácter el comandante don Ignacio de Madariaga decidió abordar el chinchorro, arbolado con prisas de un palo y un “algo” que sirviera de vela y ayuda para su buen propósito, él sólo se hizo a la mar con rumbo a la Habana, quedando distante cincuenta leguas, pero gracias a su tenacidad consiguió arribar después de siete días remando y ayudado por la vela de fortuna, puesto en conocimiento del general don Andrés Reggio, a la sazón General de la escuadra de la isla de Cuba, ordenó a una fragata se pusiera a rumbo para rescatar al resto, lo que al fin se consiguió, pero de no haber reaccionado tan rápido Madariaga, sus hombres hubieran perecido, pues al llegar el buque de rescate ya algunos estaban en muy mal estado de salud al faltar sobre todo el agua.
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Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
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Última versión de 12:11 10 may 2022



Bahamas combate y asesino británico 1744



El 12 de diciembre sobre el cabo de San Antonio en la isla de Cuba, la fragata Concepción del porte de 20 cañones al mando del capitán de fragata don Pedro de Elizagarate, fue atacada por la británica The Rose, al mando de Thomas Frankland, el combate duro siete horas rindiéndose la española por llegar a faltarle hasta la pólvora, a parte murieron en el combate cuarenta y un hombres de los ciento sesenta y dos de la dotación, entre ellos el capitán de fragata don Pedro Manuel Sanz y herido otro oficial don Juan Ignacio Madariaga y Aróstegui, estaba desarbolada del palo mayor, los enemigos tuvieron un comportamiento fuera de toda humanidad, ya que se llevaron la fragata a remolque, pero a los tripulantes españoles se les desembarcó en un solitario islote llamado Cayo Sol, donde no había ni agua, allí dejaron a los ciento veintiún tripulantes muchos de ellos heridos con cuatro oficiales y por todo medio de subsistencia un barril de carne y otro de bizcocho para todos, siendo tan amables de dejarles un pequeño chinchorro (olvidado por las prisas) en él sólo cabían tres hombres. Un gran detalle de tan noble pueblo. ¿Estarían cabreados por no haber podido con don Blas de Lezo en Cartagena de Indias tres años antes?

Hubieran perecido todos; ante la disyuntiva de morir de hambre y sed o hacerlo en el intento poco cambiaba el devenir, llevado de su nobleza de carácter el comandante don Ignacio de Madariaga decidió abordar el chinchorro, arbolado con prisas de un palo y un “algo” que sirviera de vela y ayuda para su buen propósito, él sólo se hizo a la mar con rumbo a la Habana, quedando distante cincuenta leguas, pero gracias a su tenacidad consiguió arribar después de siete días remando y ayudado por la vela de fortuna, puesto en conocimiento del general don Andrés Reggio, a la sazón General de la escuadra de la isla de Cuba, ordenó a una fragata se pusiera a rumbo para rescatar al resto, lo que al fin se consiguió, pero de no haber reaccionado tan rápido Madariaga, sus hombres hubieran perecido, pues al llegar el buque de rescate ya algunos estaban en muy mal estado de salud al faltar sobre todo el agua.

El capitán que realizó la hazaña Sir Thomas Frankland, era el V baronet de su apellido. Había nacido en las Indias Orientales, por haber viajado su madre en compañía de su padre a ellas por ser un alto mando de la Compañía, de la cual estuvo un tiempo de Gobernador. Empezó su ruin carrera de marino en la Marina Real en 1731, alcanzó el grado de Comodoro en las islas Leeward en 1755 y al año siguiente se le ascendió a contralmirante. Como es lógico era un prepotente con sus subordinados, llegando a tener malos encuentros espada en ristre con ellos, sobre todo con las autoridades de la Antigua, lo que a su vez no fue bien visto desde su Almirantazgo, con éste también tuvo problemas, provocando fuera relevado del mando, él como desplante pidió la baja en la Marina Real, lo que se le concedió, pero en aquella época en realidad no se les daba de baja, sino que no estaban al mando, facilitándole con el tiempo alcanzar el grado de almirante. Pero no olvidó sus ancestros, ya que desde el mismo año de su baja oficial en la Marina Real en 1757, se dedicó a ganar dinero por su cuenta practicando el tráfico de esclavos. Todo un ejemplo de un buen oficial general de la Royal Navy.

Para que luego vayan hablando de los demás. Siempre ocurre lo mismo, el que más habla es el que más debería callar.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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