Antonio de Oquendo combate 1604

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Antonio de Oquendo combate 1604



Viendo don Luis Fajardo lo bien que se manejaba no quiso cortar tan prometedora carrera, para ello aprovechó la presencia de un corsario inglés con dos galeones grandes quien atacaba y exigía contribuciones a los pueblos de Andalucía, Galicia y Portugal encargándole su búsqueda y destrucción para ello le entregó el mando de dos pequeños galeones, el Delfín de Escocia y la Dobladilla, pertenecientes a dicha armada, zarpando de Lisboa el 15 de julio de 1604.

El 7 de agosto al amanecer encontró a su enemigo en el Saco de Cádiz; el corsario le abordó, consiguiendo meterle cien hombres en su buque, pero Oquendo, al cabo de dos horas de combate de muchas bajas y sangre, dejó su cubierta sin enemigos quedando sus cuerpos esparcidos con gran mortandad por ambas partes, al ver esto el jefe enemigo trató de desaferrarse para huir, pero entonces fue Oquendo con su gente quienes le entraron capturándolo.

El otro buque, más sabiamente se había mantenido batiéndose al cañón con la Dobladilla, al ver la captura de su compañero cazó viento (le daba igual de donde viniera) huyendo a toda fuerza de vela y no pudo ser alcanzado, a pesar de ser perseguido durante más de tres horas.

Los ingleses siempre aprovechando la pluma, difundieron en Lisboa que el galeón de don Antonio había quedado destrozado y obligado a arribar a Cádiz, por ello don Luis Fajardo pensó no había podido vencer dada la diferencia de buques y gente. El galeón de Oquendo quedó muy mal, por ello arrumbó a Cascaes donde fue reparado lo justo para continuar viaje a Lisboa, al verlo entrar en el mar de la Paja llevando a remolque al enemigo, todas las dudas y malas lenguas tuvieron que callar, pues el alboroto del pueblo era incontestable por la alegría desbordada al ver al enemigo capturado, pero los que más le demostraron su aprecio fueron los comerciantes, al verse libres del enemigo que les impedía negociar.

Fue recibido triunfalmente en Lisboa, felicitado por el rey don Felipe III de quien recibió una carta laudatoria y el reconocimiento de su general don Luis Fajardo, por la sencilla razón que era él quien había confiado en Oquendo entregándole el mando de los dos buques y ahora no solo estaba satisfecho por la solución del problema, sino también porque él no se había equivocado.

Lo que dice mucho y bueno de ambos.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Martínez de Isasti, Lope.: Compendio Historial de Guipúzcoa. Editorial La Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao, 1972. Facsímil de la de 1850. Facsímil de la edición príncipe del año de 1625.

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