Cosa, Juan de la Biografia
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Orígenes
No se sabe con exactitud la fecha ni el lugar de nacimiento, pero después de varios estudios se piensa con cierta probabilidad, que vino al mundo mediado el siglo XV y con más razones nacido en la población de Santoña.
Poco se sabe de su vida anterior hasta el año de 1492, pero los mismos estudios confirman que ya era un experto navegante y que era poseedor de la nao La Gallega, siendo una de las mejores de su época por ello un gran conocedor del tráfico de mercancías entre las costas Atlánticas de África y la Península.
Al parecer sus primeras navegaciones lo fueron en el bravo mar Cantábrico, en el que desde muy joven anduvo por cubiertas y mares tormentosos, considerándose que sobre el año de 1485 se asentó en el Puerto de Santa María, perteneciente al duque de Medinaceli de donde zarpaba para sus viajes de transporte, siendo un gran amigo de los hermanos Pinzones pues estos cuando no disponían de buques suficientes siempre le contrataban a él, por ser muy conocido y buen navegante más muy cumplidor.
Hoja de Servicios
Cuando los Reyes le dieron a Colón la potestad de visitar los buques para su primer viaje, para elegir los más apropiados a sus deseos, se fijó en La Gallega demandando que fuera una de las escogidas, pero su dueño le dijo que para cumplir el deseo real, debía de ir él como maestre de su nave a más de varios hombres de su tripulación por ser de confianza y conocedores de la nao; se llegó al acuerdo y se le rebautizo como la Santa María.
En las notas de Colón sobre el primer viaje, lo llamaba «mí discípulo» ya que el Almirante era dado a prevalecer sobre todos, mientras que hasta el descubrimiento, con todos los respetos don Cristóbal era un perfecto desconocido y Cosa era un muy apreciado maestre conocido por todos en las costas de Andalucía.
Lo mismo ocurre cuando la nao Santa María en la noche del día veinticuatro de diciembre de 1492, quedó embarrancada en una arrecife de coral y se perdió, todo lo que le Almirante dijo fue: «se deshonró cuando encalló su barco » y continua escribiendo: «que fue uno de los primeros en abandonar la nao y huir en dirección a la Niña» y que: «debía de haber estado de guardia y no confiar en otros la nao»
La verdad es, que a bordo había más maestres y que Cosa también tenía derecho a descansar y el accidente ocurrió precisamente a altas horas de la madrugada. De la nao se salvaron todos, pero al ser unos cuarenta no cabían en la Niña, por lo que el Almirante pensó en dejar en la isla un fuerte construido con los tablones de la Santa María y dejar en él una guarnición para darle guardia, siendo la primera construcción europea en America, bautizado por la fecha del hundimiento de la nao como Navidad y que tuvo un triste fin.
Pero para ratificar que Cosa no tenía la culpa y como era nave fletada para la ocasión, a su regreso presentó la demanda de la pérdida ante los Reyes, los cuales la dieron a los expertos a estudio para saber si era o no el culpable de su destrucción, lo cual deja claro el asunto una Cédula Real fechada y firmada en Medina del Campo el día veintiocho de febrero del año de 1494 y la parte que nos interesa dice así:
No sería tan culpable, cuando se le permite esta compensación por la pérdida de su nao y más conociendo al rey don Fernando, que no daba un maravedí si la Hacienda no ganaba diez.
A lo que se suma, que para el segundo viaje del Almirante, le volvió a llamar para ser su maestre de la nave capitana, regresando de él en el año de 1496.
Entonce fue cuando fijó la residencia en la villa del Puerto de Santa María, donde comenzó a realizar sus trabajos y a organizar sus apuntes.
No le dejaron mucho tiempo ya que en el año de 1499 Alonso de Ojeda le llama para partir en su expedición con el título de Piloto Mayor, estando compuesta por cuatro naves y en la que viajó Américo Vespuccio.
Ésta arrumbó más al Sur ampliando con ello el campo de acción de Colón en su tercer viaje, se reconoció todo el litoral de la actual Venezuela, desde Paria hasta el cabo de la Vela, navegando por las Guayanas y alcanzando en Tierra Firme hasta el estrecho del actual Panamá, llamado entonces Nombre de Dios.
Regresando en el año de 1500 y realizando dos cosas muy importantes, la primera viajar a donde se encontraba la Corte itinerante de los Reyes Católicos, poniendo en conocimiento de la Reina doña Isabel que naves portuguesas estaban arribando a tierras de jurisdicción española por el tratado de Tordesillas, pues habían identificado a cuatro naos portuguesas que habían cautivado a muchos nativos y transportados al vecino reino. Al mismo tiempo que regresó y se puso a dibujar su famosa carta-portulano en su casa del Puerto de Santa María.
Ese mismo año a finales, zarpó de la bahía de Cádiz formando parte como cartógrafo, fama que ya le dio la primera carta y que era reconocida por todos como el mejor de su momento, en la expedición al mando de Rodrigo de Bastidas, con la que se exploró los actuales territorios de Colombia y Panamá, regresando en el año de 1502 en los restos de la flota que había naufragado al mando de Bobadilla.
En el año de 1503 recibió la Órden Real de viajar a Lisboa, para que le aclarasen lo de los buques por él vistos y el gobierno portugués, en vez de atenderle como representante Real lo metieron en la cárcel, pero al enterarse los Reyes de España enviaron emisario con ciertas amenazas, siendo puesto en libertad lo más rápidamente posible.
Al atravesar la frontera fue informado de que la Corte se encontraba en Segovia, en cuya dirección se puso llegando a mediados de octubre del año de 1503, al llegar fue recibido por la Reina y la puso en conocimiento por medio de unos planos, que no solo habían ido esa vez, sino que por orden de su Rey habían zarpado más buques con la intención de establecerse en los territorios.
Hay documento, en el que se demuestra que le entregó a la Reina dos cartas de marear, por las que recibió siete ducados.
Por Órden de la Reina transmitida a la Casa de la Contratación, se le entregaron cuatro naves con al misión de arrojar a los portugueses de Tierra Firme, así zarpó en el año de 1504 con rumbo a Urabá y exploró hasta la isla de Santa Margarita, en la que entabló varios combates con los portugueses y consiguió arrojarlos de las tierras, pero se encontró, que por causa de la acción de éstos los indígenas ya no se fiaban de los hombres blancos y vestidos de ‹Plata›, por lo que se unieron las tribus participando incluso las mujeres, quienes lanzaban lluvias de flechas que estaba envenenadas, por lo que solo con que abriera la piel y saliera algo de sangre te podías dar por muerto.
A lo largo de toda esta navegación se sufrió mucho pero todos confiaron en él por su gran fama y consiguió poner rumbo a Cartagena de Indias donde al arribar se encontró con Cristóbal Guerra, como los territorios no estaban delimitados, enseguida surgieron discordias entre ambos, pero consiguió el repara sus buques y regresó a la Península en el año de 1506.
Pero también quedó claro que la zona era muy rica, pues a pesar de la negativa de algunas tribus con otras pudieron hacer negocio, por lo que al llegar a la Casa de Contratación entregó el quinto de lo negociado, entregando al tesorero general Marticuza la cantidad de cuatrocientos noventa y un mil setecientos ocho maravedís.
Al ser notificados los Monarcas de ese cuantioso aporte de la expedición, le extendieron una Real Cédula por la que se le otorgaba una pensión vitalicia de cincuenta mil maravedíes anuales y nombrado alguacil teórico de la región de Urabá.
A principios del año de 1507, le encargó el rey don Fernando, por haber ya fallecido la reina doña Isabel, el que con dos naos permaneciera a la espera de toda nave portuguesa que regresara de Tierra Firme, realizando cruceros entre San Fernando y el cabo de San Vicente, pero pasado un tiempo se dio cuenta que aquello no daba resultado, por lo que pidió regresar a la tierra de la que era alguacil.
Tuvo que esperar al regreso de don Fernando que estaba de viaje en Nápoles, acudiendo a la orden de encontrase con el Monarca en la ciudad de Burgos, donde en esos momentos estaba la Corte, se pusieron en camino Juan de la Cosa, Juan Díaz de Solís, Vicente Yáñez Pinzón y Vespucio, siendo en esos momentos los cuatro mejore pilotos, navegantes y cartógrafos, designando el Rey que Vicente Yáñez Pinzón y Américo Vespucio viajaran para colonizar el Darien.
Mientras que Juan de la Cosa y Bastidas con dos carabelas las llamadas Huelva y Pinta, regresaron a Tierra Firme realizando un gran negocio, ya que retornaron al año siguiente de 1507 y dejaron en la Casa de Contratación trescientos mil maravedíes.
Pidió entrevistarse con la nueva reina de Castilla doña Juana I y consiguió le fuera ratificado por Real Cédula fechada el día diecisiete de junio, en el nombramiento de alguacil mayor de Urabá, con la concesión de parte de la isla de La Española y además hereditario a sus hijos.
Volvió a fletar tres naos y con doscientos hombres, zarpó en el mes de septiembre del Puerto de Santa María, arribando a la isla La Española donde se encontró con Ojeda, el cual había sido nombrado capitán general de Nueva Andalucía, y estaba en disputa de límites con Nicuesa, decidieron ambos que fuera juez la Cosa y este visto los territorios lo partió por el río Grande del Darien, los dos aceptaron la decisión y se acabaron las disputas.
Asociado con Ojeda, zarpan con tres naos y trescientos hombres el día diez de noviembre del año de 1509 de La Española, con rumbo a la colonización del la región de Urabá; entre los soldados figuraba un tal Francisco Pizarro y otro llamado Hernán Cortes, que no pudo embarcar por estar aquejado en una pierna que le impedía moverse, además y como costumbre, se embarcaron religiosos e indígenas de La Española, para que pudieran convencer a los de Tierra Firme de las buenas intenciones de los españoles.
Pero Ojeda no siguió los consejos de la Cosa, que le indicó que primero fueran y fundaran población en Urabá, pero algo receloso por ser el alguacil de esa tierra Cosa, prefirió ir a la actual Cartagena de Indias donde ya Cosa había sufrido el taque de los indígenas con sus flechas envenenadas, por estar muy escarmentados de la primer visita de Cristóbal Guerra.
Al arribar desembarcaron y ya en la misma playa sufrieron un ataque, del cual salieron bastante bien librados lo que aumentó la seguridad de Ojeda de poder penetrar en esas tierras, así se pudieron en camino hasta Turbaco, al llegar fueron de nuevo atacados pero esta vez eran muchos más, cayendo muchos muertos por la ponzoña de las flechas entre ellos Juan de la Cosa, pero Ojeda pudo salir de aquella situación al parecer por su rápida forma de correr y agilidad.
Al llegar Nicuesa con sus tropas como refuerzo, se internaron y vencieron a los indígenas, quedando el territorio casi en paz, se acercaron a Tubarco y según relato de Ojeda, encontraron a Cosa como un erizo, hinchado y deformado por el efecto del veneno, diciendo: «y con algunas espantosas fealdades»
Así falleció este insigne y primer cartógrafo del nuevo mundo además de ser un gran navegante ocurriendo el hecho el día veintiocho de febrero del año de 1510.
Siendo calificado por Oviedo como: «diestro en las cosas de la mar e valiente de su persona» Por López de Gómara como: «mayor experto en cosas de la mar» y por Herrera como: «el más hábil náutico» decir, que cuando doña Isabel pide a la Casa de Contratación en el año de 1503 formar la expedición para ir a Uraba, en su Real Cédula de comunicación a la dicha Casa dice: «sería más servida con que Juan de la Cosa hiciese el viaje porque creo lo sabrá, mejor que otro alguno» añadir, que fray Bartolomé de las Casas se desvive en elogios diciendo: «Un Rodrigo de Bastidas concertóse con algunos en especial con Juan de la Cosa, vizcaíno, que por entonces era el mejor piloto que por aquellos mares había por haber andado en todos los viajes que había hecho el almirante», aunque aquí yerra ya que Juan de la Cosa ya no había realizado con el almirante el tercer viaje.
Por su gran valía el Rey conservó la pensión a su viuda, a parte de donarle otros cuarenta y cinco mil maravedíes en agradecimiento a sus grandes logros y servicios prestados a los Reyes, contribuyendo a la mayor grandeza del Reino.
Demostrando que nada le importaba excepto el progreso de la colonización, hay que decir que de los siete viajes que realizó a Tierra Firme, solo en uno lo hizo como jefe de la expedición, pero en cambio el resto si lo conseguía como Piloto Mayor o Maestre se sentían seguros del buen fin de la navegación, por ser una persona descrita como: serio, afable, ordenado, juicioso y sobre todo modesto.
Sobre su valor como cosmógrafo es indudable, aunque su carta náutica y derroteros del nuevo mundo, no figuran en los mapas de Tolomeo y en ninguno de los Atlas del siglo XVI (cosas de la Historia y nuestros "amigos"), no siendo la única que realizó, pero si la más famosa por ser la primera de aquel continente.
Y se da la paradoja, de que la carta desapareció de España con la invasión Napoleónica (como tantas otras cosas), de pronto Humboldt la reconoció en la biblioteca del barón Walckenaer, dando noticia de ella al mundo científico, de aquí ya con la certeza de saber donde estaba, dio la casualidad que en el año de 1853 el barón falleció y se puso a la venta su biblioteca en París donde residía, encontrándose en ese preciso momento de agregado naval español en esta ciudad don Cesáreo Fernández Duro, quien inmediatamente lo puso en conocimiento del Gobierno y éste le autorizó a que se pujara por la carta, consiguiendo hacerse con ella por el importe de dieciséis mil ochocientos reales.
Siendo transportada a España y entregada al Museo Naval de Madrid, en cuyo inventario figura como lo que es y representa, una autentica joya de la cartografía mundial. Hay al parecer otra de su mano: «Carta de la costa cantábrica» y con total seguridad, las dos que entregó a la reina doña Isabel la Católica, de las que no se conoce exactamente que hay en ellas, pero parece ser que al menos una representa las costas de los territorios conquistados por España en el continente africano.
En estudios posteriores, se duda de que fuera realizada en 1500 y al parecer por los territorios que aparecen en ella, se puede acercar más a estar dibujada en su vuelta a la península en el año de 1502, cuestión que no está definida en su totalidad ya que se sigue estudiando.
Bibliografía:
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