Manrique de Lara y Padilla, Martin Biografia
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Capitán general de las Galeras de España y de la Armada del Mar Océano.
Grande de España.
Caballero de las Órdenes Militares de Alcántara, Calatrava, Mayorga y Zalamea.
Adelantado Mayor de Castilla.
VII Conde de Buendía.
I Conde de Santa Gadea.
V Señor de Valdescaray y Señor de Calatañazor, Coruña, Sotopalacios, Santurde, Dueñas y Tariego.
Comendador de Fuentemoral, Lopera y Corral de Caraquel, en la Orden de Calatrava.Orígenes
Vino al mundo en la población de Catalañazor, a lo largo del año de 1540. Fueron sus padres don Antonio Manrique de Lara, Adelantado Mayor de Castilla, y de su esposa doña Luisa de Padilla Enríquez, Señora de Santa Gadea, .
Hoja de Servicios
Comenzamos a saber de él, al ser nombrado en el año de 1567 cuatralvo de las escuadra de Galeras de Sicilia.
En el año de 1568, participó en los combates que se originaron por el levantamiento de los moriscos en la ciudad de Granada, para ello desembarco con parte de sus dotaciones, con las que formo una unidad de unos ochocientos hombres, con los que se incorporó a la lucha.
Se encontró, como la gran mayoría de buenos marinos, formando parte de las Galeras de España, en la Santa Liga contra el turco, en el no menos famoso combate naval de Lepanto el 7 de octubre de 1571.
En 1585 fue elegido por el rey don Felipe II, como Capitán General de las Galeras de España, y el nombramiento de Adelantado Mayor de Castilla.
En 1589 se hallaba en Lisboa al mando de nueve galeras, cuando el pirata inglés Drake acometió su intento de tomar a saco ésta ciudad, por lo que se hizo a la mar con sus vasos, consiguiendo tras duro combate, echar a pique a cuatro naves enemigas, poniendo al resto en franca huída.
Continuó prestando sus servicios, por lo que iba de un puerto a otro de la Península, en una de estas navegaciones en el año de 1591, se avistaron unas velas en aguas de la ciudad de Almería, por lo que se fue contra ellas, al no arbolar estandartes de España, al llegar a distancia de poderlos distinguir, se dieron cuenta que era naves holandesas e inglesas, a las que acometió con tanta furia, que consiguió el deshacer su formación y poner en fuga a los que quedaron libres, ya que arribó al puerto de la misma ciudad, remolcando a tres de nacionalidad inglesa y veinte de los holandeses.
A mediados del año de 1596, se recibió en la Corte española la petición de auxilio de los católicos irlandeses, por que el ejército inglés por orden de su reina Isabel I ‹La Virgen› estaban convirtiendo al anglicanismo por la fuerza de las armas a todos los irlandeses, como consecuencia de esta atrocidad el rey Felipe II ordenó el envío de fuerzas a la isla.
Por Real orden del Rey don Felipe II se estaba concentrando una gran escuadra y flota, compuesta por ciento veintiocho naves en total, de guerra y transporte, las cuales llevaban de transporte a catorce mil hombres del ejército, entre ellos se encontraban cientos de irlandeses católicos, formando así otra gran expedición con la intención de invadir Inglaterra, se le entregó el mando del conjunto al almirante don Diego Brochero, dando al Adelantado Mayor de Castilla don Martín de Padilla el mando en jefe del ejército a desembarcar y mientras estuviera a bordo como almirante de ella, siendo los capitanes Zubiaur, Oliste, Villaviciosa, Bertendona, Antonio de Urquiola y Aramburu.
Fue designado el Ferrol como puerto de concentración de la expedición donde fueron acudiendo los provenientes de los puertos de Lisboa, Guipúzcoa, Vizcaya, Cádiz y Nápoles; esta estaba formada por: veinte buques del Rey, doce de particulares, veintisiete alemanes y veinticinco flamencos, en total ochenta y cuatro velas que en sus portes iban desde el galeón Capitana de mil doscientas toneladas del San Pablo, hasta una galizabra por nombre Esperanza de setenta.
Las naves de los particulares estaba encabezada por el galeón Almiranta también de mil doscientas toneladas y el Misericordia de mil, así como otro del Rey también de mil llamado San Pedro, las naves alemanas y flamencas eran todas urcas de seiscientas toneladas la mayor hasta setenta de la más pequeña, con un total de veinticinco mil novecientas once toneladas en total.
Era en sí, casi una segunda Gran Armada contra Inglaterra, pero que al parecer poco o nada se aprendió de la primera, pues se hizo a la mar en la misma época del año.
Sucediéndole casi lo mismo que a su antecesora; a mediados del mes de octubre del año de 1597, fueron zarpando del puerto de Ferrol, pero al igual que la vez anterior, al estar en aguas del golfo de Vizcaya, los vientos se tornaron huracanados, lo que levantó la mar con tanta virulencia, que se fueron a pique dieciséis naves con todos sus hombres y bagajes, mientras que el resto, fueron arrastradas hasta las costas españolas del mar Cantábrico, desde las de Galicia hasta las de Vizcaya, por lo que muchas más se fueron a pique, mientras otras les fue más favorable y consiguieron entrar en algún puerto, lo que les evito perderse y con ellas el total de la nueva Armada.
En 1599 viajó para traer a España a la reina Margarita de Austria.
A principios de 1601, estando de nuevo patrullando las costas del Mediterráneo español, y otra vez en las aguas de Almería, se encontró con una escuadra, compuesta por nueve galeones holandeses, otros de piratas franceses y con un escocés, a los que arremetió con su acostumbrada fuerza, que en poco tiempo se consiguió, echar al fondo a dos, quedando el resto apresados, con los que entró en el puerto llevándolos a remolque.
Reinando ya don Felipe III, quiso realizar un proyecto que en el reinado de su padre, don Felipe II ya se quería llevar a cabo, pero por distintas razones le fue imposible, ya que falleció con la pena, de no haberlo podido cumplir, pues tenía como afrenta personal, el saqueó a que fue sometida la ciudad de Cádiz en 1596, por una escuadra inglesa, necesitaba resarcirse de la ofensa para recuperar el honor, pero no lo pudo realizar.
Sabedor de ello el rey don Felipe III, ordenó que se formase una nueva expedición, cuya misión era llegar a las costas de Inglaterra y hacer el mayor daño posible, así como transportar pertrechos de guerra a los católicos irlandeses, vengando así el mencionado saqueo sufrido por la ciudad de Cádiz.
En 1601 quedó lista la escuadra compuesta por cincuenta naves, las cuales se pusieron al mando de don Martín de Padilla y sin rectificar en nada los anteriores fracasos, se hizo a la vela desde el puerto de Lisboa.
Zarpando en la misma época del año y con igual rumbo, por lo que el resultado fue el mismo de la anterior, ya que fue sorprendida por un fuerte temporal, que si bien no tuvo los resultados anteriores, si desorganizó la escuadra, alcanzando como pudieron sus distintos capitanes, los puertos más cercanos a donde los vientos los arrastraron.
Por lo que por tercera vez, sucedió lo que ya estaba más que comprobado, pero parece ser que algunos no aprenden nunca y así nos fue.
Después de este desastre, pasó al Puerto de Santa María, habiendo presentado su renuncia al cargo, por lo mal que le habían salido las cosas.
Así se quedó en esta villa, pero al parecer la pesadumbre no la pudo soportar en su interior, lo que le produjo el óbito en mayo 1602.
A lo largo de su vida y cargado de experiencia dejó varios escritos que revelan claramente sus buenas dotes, de marino y militar, por lo que existe una «Carta», que dirige Padilla a su hijo Juan conde de Santa Gadea, en la que le explica las obligaciones, que van anexas a la profesión militar, ya que don Juan también había elegido la carrera de las armas.
En la Biblioteca Nacional, se conserva el manuscrito, con el título: «Instrucciones á la gente de mar y tierra»
A su vez existe una copia de la época, con el título: «Instrucción dada á los capitanes y oficiales de mar y guerra», la cual se encuentra en la biblioteca colombiana, perteneciente a la catedral de Sevilla, como el códice manuscrito en 4º, número 2 rotulado, como «Relaciones y cartas varias»; existiendo de ésta otra copia, que se encuentra en la biblioteca del Depósito Hidrográfico, en su tomo 29.
Y por último, a él se debe una «Orden General» fechada el 30 de mayo de 1586, de mucha importancia para la Historia de la Armada, pues en ella se da a conocer los poderes de los mandos de la galeras, pues autoriza a que sus generales y gobernadores de ellas, tuvieran la capacidad de conceder y confirmar los privilegios por ellos dados.
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga, 1957. Sin iniciales del compilador.
Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 40, 1919, página 1412 y 1413.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.
Fernández Duro, Cesáreo. Disquisiciones Náuticas. Madrid 1996.
Fernández de Navarrete, Martín. Biblioteca Marítima Española. Obra póstuma. Madrid. Imprenta de la Viuda de Calero. 1851.
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