San Pedro Alcántara causas de su pérdida 1786.

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San Pedro Alcántara causas de su pérdida 1786.



El brigadier don Manuel Eguía al mando del navío San Pedro Alcántara, zarpa en septiembre de 1784 del Callao, cargado con los caudales por importe de siete millones seiscientos un mil novecientos sesenta pesos, a los pocos días le sorprendieron unas calmas, las cuales se prolongaron tanto que se desató una epidemia de viruela, un tiempo después una vía de agua, obligándole a regresar de arribada al puerto de salida a reparar, al terminar la revisión del casco, se le añadió más carga, como cobre, cajones de cascarilla, semillas de pinos de Chile, zurrones de cacao, lana de Viaña, de bálsamos y otras especies, iban de transporte doce jefes y oficiales del ejército, ocho particulares y once mujeres.

Volvió a dar la vela el 30 de marzo de 1785 con rumbo a la península, después de doblar con gran dificultad el cabo de Hornos se vio forzado a hacer escala en Río de Janeiro para reparar de nuevo averías, de aquí zarparon y el 23 de enero de 1786 reconocieron la isla de Santa María en las Terceras, al poco comenzaron unos días oscuros con chubascos y vientos, elevándose grandes olas impidiendo situarse, el 2 de febrero siguiente se divisó tierra, el piloto subió a la cofa y dijo eran las islas Berlingas, basándose en ello puso rumbo al S.S.O., 5º con poco trapo, al anochecer sobre las diez y media, envueltos en otro chubasco los vigías gritaron «¡Tierra por la proa!», pero no hubo tiempo para reaccionar y el golpe fue tremendo, yéndose el buque al fondo.

No se tienen datos precisos, porque los oficiales todos recibieron el golpe con tan mala fortuna que perdieron el conocimiento, por ello nada se ha escrito sobre ello, sólo la toldilla quedo a flor de agua, donde se refugiaron trescientas personas, donde permanecieron hasta el amanecer, momento en que fueron vistos por los pobladores de Peniche (Portugal), pues estaban muy cerca de la costa, los cuales con sus barcas se acercaron para ayudarles, salvando a los que quedaban, siendo doscientos noventa y uno, de los cuatrocientos cuarenta y dos que viajaban en total en el buque; aunque la mayoría se ahogaron pensando que la distancia a cubrir era poca y se lanzaron a nadar con rumbo a la playa, pero al parecer la mala noche anterior les provocó una falta de fuerzas y por ello fueron despareciendo de la superficie, al llegar a tierra se comunicó a las autoridades españolas el desastre, pasándose aviso a Cádiz, Ferrol y Vigo para acudir al rescate.

Don Francisco Javier Muñoz zarpó de Cádiz con las fragatas Asunción y Colón más varias lanchas, con la orden de ser el responsable de todo lo que ocurriera en Peniche. La operación se dio por terminada el 19 de junio seguido, cuando los buzos llevados de Cádiz, habían recuperado siete millones doscientos ochenta y seis mil cuatrocientos setenta y dos pesos de oro y plata, más seis mil seiscientas veinticinco barras de cobre y otros objetos, pero a pesar de la orden de regreso, Muñoz continuó en el lugar y en agosto rescató sesenta y dos cañones, solo se dio por satisfecho al comprobar que el resto, trescientos quince mil cuatrocientos ochenta y ocho pesos, así como cuatrocientas veintitrés barras de cobre eran imposibles de recuperar, quedando abandonándolas en la zona.

Hubieron regalos de todas partes y para todos incluidas las viudas, pero Muñoz se negó a recibir nada, aceptando solo por parte del Comercio de Cádiz, al que correspondía el registro del buque, el pago exacto del esfuerzo realizado por los buzos y lo que él había pagado de su peculio personal para empezar el rescate.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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