Rotura del puente de Triana 3/V/1248
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- | En 1250 el rey don Fernando como recompensa a todo su esfuerzo, preocupación, saber y éxito obtenido nombró Almirante de Castilla a don Ramón de Bonifaz y Camargo, siendo por ello el primero en serlo. | + | En 1250 el rey don Fernando como recompensa a todo su esfuerzo, preocupación, saber y éxito obtenido nombró Almirante de Castilla a don [[Bonifaz_y_Camargo,_Ramon_de_Biografia|'''Ramón de Bonifaz y Camargo''']], siendo por ello el primero en serlo. |
Quedando demostrada la necesidad de contar siempre con una Armada, por ello ordenó la construcción de atarazanas para proseguir en la construcción de bajeles, por todo ello la fecha de la rotura del puente es admitida como la fundación de la Armada Española, festejándose a nivel oficial la conmemoración cada año. | Quedando demostrada la necesidad de contar siempre con una Armada, por ello ordenó la construcción de atarazanas para proseguir en la construcción de bajeles, por todo ello la fecha de la rotura del puente es admitida como la fundación de la Armada Española, festejándose a nivel oficial la conmemoración cada año. | ||
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VV. AA. Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes. | VV. AA. Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes. | ||
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Rotura del puente de Triana 3/V/1248
En 1247 don Fernando III de Castilla se encontraba dando cerco a la ciudad Sevilla en poder de los moros, su principal problema se planteó la no poder salvar el río Guadalquivir y doblegar el poder enemigo, para solucionar el problema pensó que lo mejor sería romper el puente de Triana, por él pasaba todo lo necesario para mantener segura la ciudad.
Pero esta acción obligaba a disponer de buques, al mismo tiempo buscar a un hombre que entendiera de ellos para ser mejor asesorado el Monarca, así le llegó la noticia de la existencia de un Rico Home y capitán burgalés «sabidor de las cosas de mar», a quién conocía desde 1245, ello le agradó más por recordar a la persona.
Decidido le envío la orden de aprestar naves cántabras, por ser mucho más duras que las mediterráneas y sus mareantes más duchos en mares más bravos, al llegarle la orden a don Ramón de Bonifaz y Camargo, por la premura dada por la misiva recibida recorrió toda la costa desde el Bidasoa a Ferrol entregando en los concejos la misiva Real, reclamando el pronto alistamiento de bajeles, a ello respondieron todos con gran ánimo incluidos los voluntarios marineros, con sus maeses y demás capitanes, todos ellos marinos desde pequeños y por ello grandes conocedores de la mar.
Se fueron construyendo los vasos en diferentes puertos, consiguiendo reunir trece naves de vela o «naues», además de cinco galeras o «galea» con muchos remos, construidas ex profeso a expensas de la Corona en los astilleros de Santander, al estar alistadas zarpó con rumbo al Atlántico, entrando en Ferrol para añadir otros vasos allí construidos.
Dando la vela con rumbo al S., estando a la altura de la actual Lisboa sufrió un duro temporal, pudiéndolo sortear sin sufrir daños por su experiencia náutica, al doblar el cabo de San Vicente mantuvo diferentes encuentros contra naves berberiscas, quienes se asombraron de la altura de las naves cántabras y el poder que conllevaba ese tipo de construcción, al casi impedir el abordaje por las mucho más bajas bordas de las galeras, saetías, cárabos y zafras ventaja conocida por Bonifaz, al hacer su entrada en la desembocadura del Guadalquivir, de paso había alejado el peligro de naves enemigas a su popa, dejando patente el poder con el que ahora contaba el rey Cristiano, pues cortó sobre todo el tráfico de tropas norteafricanas a la ciudad de Sevilla, comenzando casi sin querer a sitiar la ciudad.
Esto ocurría a principios de agosto de 1247, remontó el río dando cobertura a la caballería de don Fernando, hasta alcanzar el Real dispuesto en la población de Alcalá del Río, pocos días después cubrió el avance de ejército, evitando con su presencia que las naves moras abrieran fuego sobre ellos, facilitando el avance, al tener el dominio del río cruzó a la orilla derecha parte de las tropas, éstas sitiaron el arrabal fortificado de Triana, impidiendo con ello el apoyo de todo tipo a la ciudad.
Durante su permanencia en el río sufrió el ataque de un buque incendiado, el cual no llegó a hacer daño por su orden de lanzar al agua los botes y con ellos desviarlo a la orilla contraria, donde lo dejaron consumirse, para evitar nuevo intentos ordenó colocar unos grandes trocos en el mar, aferrados a ambas orillas y con perchas mantenidos a distancia de los buques, evitando pudiera llegar a sus costados cualquier otro intento. Los moros viéndose atrapados, llegaron a utilizar simples barcas para acercarse a ellos, lanzando todo tipo de flechas entre ellas algunas con fuego, pero siempre fueron vencidos a pesar de sus múltiples intentos.
Pero quedaba el puente que unía Triana con Sevilla, además de impedir el paso a los buques «más río arriba», para comprobar la cantidad de enemigos que quedaban en sus márgenes que pudieran acudir en apoyo de la ciudad, la crónica expresa la dificultad representada por el puente-barrera, formado por barcas amarradas con gruesas cadenas; al esfuerzo del rey Fernando, cuyas tropas no bastaban para completar el cerco del sistema defensivo de Sevilla-Triana, no obstante los refuerzos enviados por el rey de Aragón Jaime I, a pesar de estar empeñado en su guerra del sur de Valencia, frontera con Murcia, reino también musulmán, no le permitió fuera muy significativa. Por ello la crónica dice: «Con todo estado lo hecho (la ayuda de Jaime) se tenía por poco por estar en pie la puente que había sobre barcos, entre la ciudad y el arrabal de Triana.»
Planteado el problema se proyectó la operación para romper el puente-barrera, debiendo efectuarse un día de viento y marea favorable, mientras llegaba Bonifaz preparó sus dos naves más gruesas, siendo una la de su mando de construcción santanderina y llamaba Carcena en memoria a un monte cercano a esta localidad. La otra nao era de Castro-Urdiales, llamaba La Rosa de Castro al mando de Ruy González, siendo reforzadas sus proas con planchas de hierro clavadas a un grueso tablón sujeto con pernos, para mejor poder soportar el tremendo golpe que debían proporcionar, así como toda la arboladura para evitar por la misma razón se viniera abajo.
Continuaban esperando el día adecuado, éste llegó el 3 de mayo de 1248, en que se conmemoraba la Invención de la Cruz en la flota y en el real de los cristianos, comenzó la acción al subir la marea y levantarse el viento a favor.
Las naves se lanzaron a toda vela contra el puente, pero estando cercanas el viento cayó, recibiendo una lluvia de flechas de los defensores, no tardando mucho en levantarse de nuevo, esta vez con mayor fuerza permitiéndoles abordar el puente, al recibir el primer golpe retembló, pero soportó el tremendo choque, siendo el abordaje de la segunda cuando comenzó a ceder hasta partir las cadenas destruyendo los botes, por persistir con mayor virulencia gracias al viento, por su efecto los restos fueron arrastrados por la corriente hacía sus respectivas orillas, pasando ambos bajeles a la parte libre de obstáculos.
Se dio un asalto general a Sevilla y a Triana siendo rechazado, pero la resistencia de los moros estaba herida de muerte, al no poder recibir más refuerzos. Las fuerzas cristianas pudieron perfeccionar el cerco y anular la navegación de las naves moras, llegándose por ello a la rendición de la ciudad el 23 de noviembre siguiente, cuando el rey musulmán Axafat perdió toda esperanza de recibir apoyos.
Dice la crónica que en la rotura del puente: «consistió toda la victoria, porque los moros desde aquella hora conocieron ser vencidos»
En 1250 el rey don Fernando como recompensa a todo su esfuerzo, preocupación, saber y éxito obtenido nombró Almirante de Castilla a don Ramón de Bonifaz y Camargo, siendo por ello el primero en serlo.
Quedando demostrada la necesidad de contar siempre con una Armada, por ello ordenó la construcción de atarazanas para proseguir en la construcción de bajeles, por todo ello la fecha de la rotura del puente es admitida como la fundación de la Armada Española, festejándose a nivel oficial la conmemoración cada año.
Bibliografía:
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Monleón Torres, Rafael.: Construcciones Navales. Quiron Ediciones. Madrid, 2006.
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Ortíz de Zúñiga, Diego.: Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla. Guadalquivir S.L. 1988. Edición Facsímil de la Imprenta Real. 5 tomos. Madrid, 1795-1887.
VV. AA. Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes.
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