Infantería de Marina vindicación 1537
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Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos. | Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos. | ||
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Última versión de 11:02 11 jun 2023
1537 Vindicación de la Infantería de Marina
¿Por qué se niega su antigüedad? ¡Es desde 1537!
Contestación a una persona que en un foro, hace referencia a la antigüedad del Real Cuerpo de Infantería de Marina Española.
Todo lo escrito a continuación, en ningún momento es un ataque personal, sino más bien una explicación, sobre este dato de constitución y formación de este Real Cuerpo, por lo que desde el principio, no pretendo en ningún momento molestar a nadie ni a nada, y queda como mi opinión personal, sólo que expuesta en otro foro, pues en el de referencia ya se volcó en su momento; pido disculpas de antemano, pues a nada ni a nadie quiero ofender, aunque en el escrito hayan muchas referencias que a mi entender como ya explico, son confusas y llevan, a tratar de equivocar a los lectores, que no leen Historia sino historietas.
Estimado lector, he leído con sumo interés su escrito sobre El Real Cuerpo de Infantería de Marina, en el que en parte, pero sólo en parte tiene usted razón, pero al mismo tiempo hay un agravio comparativo, que pienso hay que subsanar, a no ser que usted sea de los que piensa que un título, es mucho más que una larga experiencia, obtenida por el tiempo de permanencia en un ambiente, llámesele la Mar, el Viento, el Sol o las Estrellas en definitiva la Ciencia, aun estamos por demostrar la teoría de la Relatividad, por ejemplo; con su permiso voy a exponer mi pensamiento:
¿No piensa usted que, un Julio César, Viriato, Atila, Aníbal, Publio Cornelio Escipión, Alejandro Magno, Ruy Díaz de Vivar, Almanzor, Fernando III, Jaime I, Gelmirez, Bonifaz, Pedro III, Roger de Lauria, Hugo de Moncada, Andrea Doria, Álvaro de Bazán “el viejo” e hijo “el joven”, su hermano Alonso de Bazán, García de Toledo, Juan Martínez de Recalde, Fadrique de Toledo, Pedro Téllez Girón III Duque de Osuna, Miguel y su hijo Antonio de Oquendo, entre muchos otros y así llegando al propio Juan José Navarro, primer alférez de la compañía de Guardiamarinas, de que academia o institución tenían título, para desarrollar una ciencia como es la de la guerra, la organización o la construcción naval, donde aprendieron porque para ser profesor, primero obligatoriamente se ha tenido que ser alumno, si fuese lo contrario mal camino estaríamos tomando, o con ello quiere usted decir, que por ser los primeros y aprender de los no titulados (criados o educados a la buena de Dios), la actual Infantería de Marina no existe?. Todos tenemos unos padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc.…; Winston Leonard Spencer Churchill, metódico y pragmático como buen británico, se entretuvo en calcular los ascendientes propios, deshaciendo la creencia de que todos descendemos de Adán y Eva, pues bien; calculando desde el principio de los tiempos y sus primeros habitantes y el tiempo transcurrido, dando por bueno el que a una generación le corresponden veinticinco años, le dio el resultado de que para que él estuviera en el mundo, habían hecho falta sesenta y cinco millones de seres humanos, eso sí criados a la buena de Dios. ¡Es su posición, una negativa total a todo lo anterior y yo puedo asegurarle, que si no hay anterior no hay posterior! O sea Historia.
De ahí lo importante precisamente de la Historia, poco o nada seriamos si no la tuviéramos, sólo fijarse en los norteamericanos, que por haberla hecho casi desaparecer por completo, al haber limpiado de “pieles rojas”, sus habitantes ancestrales del país, han aniquilado su historia, se la tienen que crear metiéndose en mil conflictos, como el que montaron contra nosotros en 1898, pero allá ellos. A nosotros nos ocurre todo lo contrario, de tanta que tenemos no sabemos ni que hacer con ella y encima algunos nos la quieren distorsionar (esto no va por usted precisamente, me conoce personalmente y sabe como pienso y como actúo al respecto), la diferencia esta en que, escribiendo me intento comportar y mantener un nivel, pero de persona a persona soy mucho más ofensivo y pragmático, aplicando un lema y dos axiomas: Dar primero, Dar duro y seguir dando.Lema de los artilleros navales; axioma primero: El Honor de un pueblo pertenece a los muertos, los que viven sólo lo usufructúan. George Bernardos. El segundo: Quien no comprende de una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación. Proverbio Árabe. Obviando este último y por ser usted, trataré brevemente de aportar mi granito de arena, que es de lo que esta compuesto el desierto, (aunque no tengo la vocación de Moisés, para predicar durante cuarenta años), para que usted, esté o no de acuerdo, me permita una ligera exposición, que me aportan «mis papeles», es la siguiente:
“La Infantería de Marina española es tan antigua como la Armada misma”. «Esta afirmación no mía, es obvia, nada existe en cuanto a cosas, que no estén hechas por el hombre, por lo tanto si se hacían buques ¿quién los hacía?, si se combatía sobre ellos, entre otras razones por que no existía la artillería ¿quién lo hacía? incluso ¿quién los disparaba? luego entonces el principio es el hombre y éste es infante de nacimiento» ¡Que bastante nos cuesta aprender a andar y si no fuera por, la ó él, que nos protege, casi seguro que muy pocos llegaríamos a cumplir los dos años de edad, ¿la de golpes que nos damos?, más o menos los mismos que siendo ya mayorcitos, intentado hacer creer o comulgar con ruedas de molino, todo aquello que de una u otra forma no interesa, pero mi pregunta es ¿a quien?, me da la sensación que de unos años a esta parte, cada cual arrima en demasía su sardina al ascua, esto, sabido y verificado el individualismo español ¡lo entiendo!, pero tratar de tirar por el suelo casi quinientos años de historia, sencillamente me parece inaceptable; cuando terminó el anterior régimen y se empezó a hablar de las autonomías, un compañero de trabajo (por cierto vasco) me comento; «Ya estamos como siempre, antes de tener la tortilla ya empiezan a repartirla, mal comienzo» ¡no se equivocó!. No trato de comenzar otra polémica ni entrar en política, pero Ud. sabe que las Fuerzas Armadas son la diplomacia por otros medios, y que las utilizan los políticos, por lo que depende de quien mande se hace una u otra cosa, esa es precisamente otra cuestión a tener en cuenta, los militares, marinos y cualquiera que vista uniforme de cualquier ejército o institución armada, sólo cumplen órdenes, estas están siempre dadas por los políticos de turno, aunque al final sólo los de uniforme pagan el pato.
Parece ser que la polémica está en dos vertientes, una la titulitis, que al parecer nace con la creación de la academia de guardiamarinas y con ella el Cuerpo General de la Armada; la segunda: que en ningún documento del siglo XVI se menciona exactamente Infantería de Marina, (estaban los tiempos para esas indicaciones o previsiones, no habían otros problemas que el indicar textualmente e incluir, la denominación de los Tercios, para que ahora quinientos años después nosotros no tuviéramos ninguna duda, ¿no es mucho pedir, en cuanto a previsión tal argumento o es que es más fácil destruir que construir?).
Sobre esto se puede estar escribiendo años, tantos como de historia tiene la Infantería de Marina: Como es posible que alguien arguya en defensa de (no se que intereses), que hasta que no se tenía un título no existió la Infantería de Marina, ¿en que cabeza cabe?, entonces hemos de deducir que Colón no descubrió América, porque no había sido guardiamarina, que sus conocimientos sobre náutica y posicionamiento en la mar eran erróneos, igualmente de erróneos los cálculos de Juan de la Cosa o los hermanos Pinzón o los de Miguel López de Legazpi y Fray Andrés de Urdaneta, por cierto este último muy olvidado, (yo diría que demasiado olvidado) siendo para mi mucho más importante, el descubrimiento y sobre todo el tornaviaje (la vuelta de poniente) de Filipinas a Acapulco, que desde el Caribe a España, ya que más o menos hay justo el doble de millas de distancia, pero como no eran del Cuerpo General, les negaremos su aportación a los grandes descubrimientos de la historia, que curiosamente sólo lo negamos los españoles, ya que los demás países sí lo aceptan, incluido Cristóbal Colón; arguyendo que los Vikingos ya la habían descubierto, aún así, nuestros “amigos” los británicos al igual que los yanquis lo aceptan, al igual que lo hacen dándole a Drake el título de ser el segundo en dar la vuelta al mundo, porque indiscutiblemente el primero lo fue Juan Sebastián de Elcano, también educado a la buena de Dios ¿o tampoco?, igualmente reconocen que su infantería de marina es posterior a la nuestra, pero como nosotros, no se porque ley, discutimos y ponemos en duda hasta lo que otros nos reconocen, sí lo dudamos, ¿en beneficio de quien?, como se vera todo son interrogantes; aquí voy a exponer un chiste que me han contado no hace mucho tiempo, lo escribo porque de alguna manera viene muy al pelo, ya que Santo Tomas se quedo corto, en comparación a la visión de los actuales españoles de España; esto ocurre en una casa en el norte de España, «Le pregunta un hijo a su padre ¿Papa que está más cerca, Madrid o la Luna?, le responde el padre: ¿Tú que ves? responde el hijo, “la Luna”, termina el padre: ¡Pues ya lo sabes!». Pienso que ya no hacen falta más explicaciones ¿o sí?
Para mí todo esto nos lleva a que, sobre todo en los últimos años, no se ha sabido encauzar los sentimientos de españolidad, que no es contrario a ser de éste o aquel pueblo, ciudad o comunidad; como dije al principio, faltaba la tortilla (española por supuesto, aunque para mi siempre ha sido de patata, pero ya que también le han puesto ese nombre, lo acepto sin dudas de ninguna clase ¡faltaría más!); ya que la tortilla a la francesa, fue inventada por un español en el Ritz de Paris, de ahí su nombre, aunque más simple que el mecanismo de un botijo, porque a la “española” hay que darle la vuelta y puedo asegurar, que se necesita bastante arte para no tenerla que recoger del suelo, ¡palabra!. Pues igual que a la tortilla aquí a todo le damos la vuelta, aunque después tengamos que ponernos a cuatro patas para recogerla, da la sensación que es donde nos gusta estar, porque si bien no hay nada que demuestre lo contrario, tampoco hay nada que lo afirme, que la Infantería de Marina, tiene o no la antigüedad que le damos, lo cierto es que los Tercios (aquí intento dar la explicación a la segunda duda) existieron, ¿o tampoco?, pero también sabemos que normalmente se les denominaba con los nombres de sus jefes o creadores-fundadores, pero a los de Infantería de Marina se les diferenciaba, porque en sus nombres siempre llevaban las palabras «Mar u Océano», lo cual ya nos debería bastar, para afirmar que de alguna manera se les diferenciaba del los demás Tercios, ¿por qué se hizo así?, ¡alguien sí pensó en la posteridad!, por mucho que una vez desembarcados, adoptaran todas las premisas y tácticas de una unidad de Infantería, ¡es que lo eran!, ¿no se hace igual hoy en día?; los Tercios solían conocerse incluso por su lugar de acantonamiento, Sicilia, Nápoles, Flandes, etc. etc. pero como ya he dicho más por su jefe, además y en el concepto moderno de Infantería de Marina, no existe una fuerza especial para ir de dotación en los buques o arsenales, me refiero que en muy pocas ocasiones la misma persona, esta a bordo del mismo buque, es posible que su unidad sí repita, pero la persona no, habrá que recalcar la famosa frase de que «el hábito no hace al monje», lo que para mi indica que incluso un marinero, se le cambia de uniforme y se le dota de un armamento apropiado y éste cumple con la misma misión que un infante, ¡porque el marinero también es infante! lo que nos llevaría a afirmar que la Infantería de Marina no existe, con lo que le haríamos un flaco favor a nuestra historia, que por lo leído, pienso que algunos quieren.
Como referencias de equívocos notables: ¿por qué se emplea por los historiadores españoles el nombre de «El emperador Carlos V», en vez de «El Rey Carlos I»?, parece que el título de emperador sea más que el de Rey, cuando la realidad y esto es incuestionable, como emperador tenía al Sacro Imperio Romano Germánico y dividido, puesto que todavía no era un país unido, ya que la proclamación de la unidad se hizo en Versalles el 18 de enero de 1871 y Flandes, mientras que como Rey de España, tenía infinitamente muchísimos más territorios, habitantes, riquezas y ya se conocían todos los océanos y mares, gracias a los españoles ¿también vamos a cuestionar esto, por qué entonces, se le llama emperador y no Rey Carlos I, que es como corresponde, al menos en la parte que nos toca como españoles?
¿Por qué últimamente hay editoriales españolas, que sus libros son de historia de España, escritos por españoles, y en los lomos el título va a la inglesa (de arriba abajo) y no a la española (de abajo a arriba) que es como se construye todo?, ¿será porque así se venden mejor en el extranjero? o ¿por qué ahora las casas se empiezan por el tejado?, ¡quizá por que lo que queremos es autodestruirnos!, nadie mejor que nosotros para hacerlo, ya que desde la conquista romana, los romanos utilizaban a los hispanos para conquistar a los galos, a los habitantes de Albión (que eran bárbaros) ¿con lo refinados que se han vuelto? y utilizados contra los nuestros en todos aquellos lugares, donde la resistencia de los iberos y celtas, sólo podían ser combatidos por sus propias razas, por que por muy romanos y valientes que eran nada podían contra ellos, ¿porqué sino adoptaron el gladius hispano, para todas sus legiones?, sus espadas largas nada podían contra la corta de hispania, en el combate cuerpo a cuerpo, muy frecuente en la época y de total decisión para el combate final, desde entonces hasta ahora nunca hemos dejado de guerrear entre nosotros, «me da la sensación que lo llevamos en la sangre; baste ver un simple partido de fútbol, sobre todo en los de regional o analizar pormenorizadamente nuestro siglo XIX, no cabe en él más barbarie e incompetencia de nuestros gobernantes, eso sí que destruye y desde luego no contribuye a construir nada, excepto el odio, caldo de cultivo de las más recientes guerras, a decir de los titulares de diarios, con una afirmación casi increíble, como cuando llamaban ‹Guerra sucia contra ETA›, en sus primeras páginas y en las cabeceras ¿cabe mayor despropósito en esta frase?, ¿desde cuando estamos en guerra?, ¿hay alguna guerra limpia?, ¿si estamos en guerra, no tenemos derecho a saberlo?, ésta y muchas más son las causas de que el pueblo español, en estos momentos no sepa ni como se llama», cuando no por las armas, por la política, o el deporte el caso es tenernos divididos, entretenidos para que no pensemos y después nos quejamos, que nada o casi nada ha cambiado, ¿cómo vamos a cambiar, si nuestra mentalidad es la de perdedores y encima no nos dejan pensar y menos aun explicarnos?.
Cuantos presidentes, nacionales o autonómicos, políticos en general de la época actual (llamada democrática) han pronunciado la palabra España en sus actos públicos y sobre todo en los mítines electorales, muy pocos y muy pocas veces; parece que esa palabra tenga connotación de franquismo y la eluden, además queda como privativa de la derecha y no estoy de acuerdo en que así sea, nadie tiene el derecho a erigirse como único español, ¡lo somos todos! al menos yo lo soy y me siento así y lo digo, (¿no piensan ustedes que la última guerra civil ya terminó?, ¿no les parece que mientras unos levantan su puño cerrado, están intimidando casi provocando a los otros, porque no acabamos con toda connotación ideológica, de lo que ya para bien o para mal ha pasado a la historia?) ¿por qué no nos dejamos de memeces y falsos posicionamientos que lo único que consiguen es dividir a los españoles e intentamos entre todos, que España sea de los españoles y los que en ella habitan, y no sólo de una parte; vamos a merecer menos, seremos más pequeños, estaremos peor protegidos o quizá lo que se quiere conseguir es que ni siquiera seamos españoles y que cada cual se vuelva a su aldea?, quedando sustituida por la de este País, antes de esta época no era también España, a que vienen tantos remilgos en llamar las cosas por su nombre, nos tenemos que avergonzar de ser lo que somos y de nuestras tradiciones y la de litros (por no decir toneladas) de sangre derramada por todos nuestros antepasados, en cualquier lugar, tanto de la mar como de tierra, en todo el planeta o es que eso ya no es democracia, en democracia no hay ¿libertad de palabra?, pues porque no sustituimos la de País por España, a mi me gusta más, no por nada en particular ni ideológico, más bien por historia, que eso sí que de verdad me gusta y apasiona, País no tiene historia, España ¡Si!.
Pido disculpas de antemano por haber rozado la política, se que no se debe hacer, pero me impide explicarme con claridad meridiana sino es así, además no es posible discernir si no se hace, ya que todos sabemos que los Reyes en todas las épocas, han sido los jefes supremos de la política y de las Fuerzas Armadas, incluso mandándolas personalmente en muchas batallas, hoy el Rey es el Capitán General de todas ellas; siendo su responsable máximo, directo y último el presidente del gobierno, delegando sus responsabilidades en el ministro de defensa, todo por orden constitucional, (no me lo invento yo), ¿cómo podemos disociar una responsabilidad de la otra?, ¿cómo podemos hablar de temas militares sin rozar al menos la política?, a mi por lo menos me resulta harto difícil por no decir imposible y que no me vengan con una frasecita, que ya últimamente la he oído demasiadas veces, y es la siguiente: no es correctamente político; y pregunto yo entonces ¿cuándo lo será?, ¿no estamos en democracia?, ¿no hay libertar de palabra y pensamiento? cuando ya no queden españoles y todos nuestros documentos, libros, CDs y discos duros, se hayan quemado como una falla o destruidos, como la gran biblioteca de Alejandría y con ello perder toda la cultura de nuestros ancestros.
Como buen aficionado y estudioso de la historia (llevo más cuarenta y cinco años haciéndolo) viendo como se deteriora y tergiversa, no me queda otro remedio que exponer lo que pienso, aunque en algún momento alguien en su lectura, se pueda molestar no es mi intención que así sea, pero siempre expondré mi pensamiento, siempre y cuando no haya ningún tipo de apología, ni se intente desvirtuar la historia, eso sólo contribuiría a perderla, es sencillamente porque al ser español, me están arrancando mis raíces y eso no se lo consiento a nadie, no por nacionalismo mal entendido, sino más bien por falta de encauzamiento de él, porque se quiera o no nuestro DNI es español y si permitimos que nuestra historia se desvanezca, sencillamente no nos quedara nada y entonces ¿qué?, a donde nos cogeremos para saber quienes somos, por todo ello pido humildemente mil disculpas, pero no por ser ¡Español!.
Comencemos por el principio, o sea por los cimientos:
Marina de Gelmírez. — Elegido obispo el gallego Gelmírez, hijo de Gelmirio (1100), poco después de ser trasladada a Santiago la sede de Iria-Compostela (1095) desplegó grandes dotes como eclesiástico y como político; en 1120 consigue derechos sobre la antigua provincia eclesiástica de Mérida, en poder de moros, derechos ratificados al ser liberada ésta (1124), alcanzando que Coimbra, Salamanca y Braga fuesen sufragáneas de Compostela, titulándose en 1120 arzobispo de la Iglesia. Goza, como político, de gran poder entre los suyos y sostiene constantes luchas con nobles gallegos a los que ayuda o ataca; anima o riñe con Doña Urraca, pelea dentro y fuera de Santiago realizando muchas expediciones y ejerciendo siempre su poder sobre Galicia, en nombre de la Reina, que fallece en 1126. Poco después comienza a sufrir incursiones de los normandos, a los que llama piratas, pues saquean, incendian y devastan iglesias y lugares, tanto en el interior, como en las costas de Asturias y Galicia, llegando hasta Portugal en sus anuales expediciones de abril a noviembre, aunque sus correrías se fijaron más en Inglaterra y Francia; también sufre las fechorías de los árabes (Historia o Crónica compostelana), cuya marina empleaban para alimentar la invasión, comerciar y defenderse o ejercer la piratería llegando Almanzor(10 de agosto de 997, Calendario Juliano) a saquear las riquezas de Santiago y aunque pone guardia ante el sepulcro del santo, se llevan a Córdoba las campanas de la catedral a hombros de cautivos; al aparecer los invasores se convocaba a auxilio, resultando que cuando se conseguía reunir todo, ya el enemigo había hecho su rapiña y se había marchado y convencido Gelmiréz de que, únicamente combatiendo por el mar, podía librarse de las expoliaciones sufridas, trae de Génova a Augerio (1115), constructor de naves y con él crea, en Iria (Arosa), sobre el río Ulla, unas atarazanas construyendo a sus expensas dos naves birremes, rápidas, llamadas vulgarmente carabelas y da al piloto Fluxton, la dirección de la primera armada guerrera española, resultando Gelmírez ser el primer organizador del poder naval de España en el océano.
Embarca en ellas doscientos hombres “de mar y guerra”y sale para las costas ismaelitas (sarracenas) y allí mata, cautiva, incendia y tala consiguiendo vengarse de anteriores fechorías sufridas; destruye naves, captura otras y vuelve cargado de oro y plata de los que da la quinta parte al arzobispo así como muchos cautivos para trabajar en la construcción de la Catedral compostelana.
Sufre posteriormente la invasión de veinte naves de los sarracenos de Sevilla y Lisboa y habiéndose quedado cuatro a reparar, anima una expedición contra ellas, cerrándoles el paso en Sampayo y aunque se escapa una, consigue acrecentar su marina en tres naves más.
Su obra marítima fue continuada por prelados sucesores que con esta marina contribuyen a la conquista de Almería en 1147 y a la de Sevilla en 1248, entre otras varias.
Fue la corona de Aragón la primera que hizo de la marina de guerra una institución nacional y permanente, favoreciéndola con honores y privilegios; tuvo su origen con Jaime I (1208-1276). Organiza este monarca, en 1229 una poderosa flota para la conquista de las Baleares, ayudado por naves (italianas), con voluntarios de tropa y en ella desembarcan quince mil hombres y mil quinientos caballos el 5 de septiembre de 1229. La operación fue dura, la resistencia tenaz; el primero en desembarcar fue el soldado Bernardo Ruy de Moya, que resultó ser el primer infante de marina, de cuyo nombre se tiene noticia, que pisó tierra enemiga en la playa de Santa Ponza, al suroeste de Mallorca; al fin caen prisioneros en poder de Jaime el rey moro y su hijo, quedando Mallorca incorporada a la corona de Aragón el 31 de diciembre de 1229.
El asedio a Valencia se preparó con acciones terrestres sobre la plaza de Burriana en 1233 y Peñiscola en 1234; llegados frente a Valencia del Cid y al ver los auxilios que por mar recibía, no dudo el rey en utilizar la marina, pues emprender la conquista de una plaza marítima sin la cooperación de los bajeles, conduciría al fracaso irremediablemente. En unión de todos sus reinos y condados, organizó una armada de veintisiete vasos, que derrota a la tunecina, que era la protectora de la población, ésta era de doce galeras y de seis menores, privando así el auxilio de la plaza por mar, pacta la rendición con el rey moro Ben Zayan, entrando en la plaza el día veintiocho de septiembre del año de 1238 (Calendario Juliano). En 1235 ya había realizado una expedición para la conquista de Ibiza, encargándose de ello el arzobispo de Tarragona, con los condes de Urgel y del Rosellón.
Pedro III sojuzga Menorca en 1280, que aunque conquistada por Jaime I, continuaba sin rendir tributo a la corona; envió una expedición contra Túnez y castiga la piratería mora. Sabedor de que los reyes de Inglaterra y Francia se coaligan contra él, ¿ya empezábamos a ser a-liados no?, manda construir galeras y ordena a Roger de Lauria, que traiga algunas sicilianas, dejando en el plazo de dos años armada una escuadra, corría 1282; con ella se hace a la mar desde Tortosa el 3 de junio seguido, llevando veinticuatro galeras, veinticuatro naves, diez leños y un centenar de vasos menores, con veinte mil almogávares, mil ballesteros y dos mil jinetes, portando la flota órdenes reservadas para abrir en alta mar, «Después nos han hecho creer que esto lo inventaron los norteamericanos, con la incorporación de sus submarinos balísticos», pues no tienen que correr para alcanzarnos, lo mismo que lo de«formar convoyes», ¿también lo inventaron ellos no?. Los españoles no hemos hecho nada e inventado nada, sólo nacimos en 1717 No?. Pues que la Virgen del Carmen nos ampare y proteja, porque no necesitamos enemigos, los tenemos dentro y algunos se llaman españoles. Sigamos: Esta escuadra hace escala en Mahón; socorre a Messina, asediada por Carlos de Anjou, que levanta el cerco y es derrotado el día catorce de octubre; nombra a Roger de Lauria «Almirante de una armada victoriosa e con capitanes experimentados» Lauria obtiene una resonante victoria 8 de junio de 1283 contra la flota provenzal, arribando a Messina de donde sale con veintiocho galeras y es atacado por otra de treinta y seis, a la que derrota; castigando de paso a los pueblos ribereños, obedientes al francés.
Al año siguiente, 1284 y siempre al grito de Desperta, ferro, dado por los almogávares, ataca en aguas de Sorrento a una escuadra francesa, compuesta de setenta galeras, mandadas por el príncipe Carlos y sus dos hermanos consiguieron derrotarlos. Embajadores de Sicilia, en naves enlutadas, avistan la flota de Pedro III y le ofrecen la corona del país, para que les proteja contra los angevinos.
Tales hechos (como no podía ser menos) atraen la atención de los estados europeos hacia el poder de la corona de Aragón. ¿Faltaría más?
En cuanto a Castilla, no hubo marina real hasta Fernando III. Proclamado rey en 1217, comienza sus preparativos para la conquista de Sevilla; encarga al burgalés Ramón Bonifaz que organice una flota y después de recorrer, desde Galicia, todo el norte reúne trece naos gruesas y cinco galeras, con las que fuerza la entrada del Guadalquivir en Bonanza y llega a Sevilla en agosto de 1247, donde continuaba intacto un puente de barcas con por el que se aprovisiona la plaza.
Embiste Bonifaz el puente, logrando romperlo con dos gruesas naves el 3 de mayo y con ello se consigue quebrantar la dura resistencia enemiga, capitulando la ciudad y su rey Axataf (Abul Assan) el 23 de noviembre. Este éxito le vale a Bonifaz la dignidad de ‹Almirante de Castilla›, título creado por el Rey y después de agradecer a las villas del Cantábrico y a las tripulaciones gallegas los servicios prestados, elige en el Guadalquivir un sitio para astillero y arsenal, e impulsa el desarrollo de la marina.
Pasa este rey a ser Santo el 30 de mayo de 1252, sucediéndole su hijo Alfonso X, el Sabio, quien en el mismo sitio elegido por su padre levanta las atarazanas de Sevilla e impulsa la flota; ocupa los pueblos próximos, prosigue con Cádiz y sus inmediaciones y funda el Puerto de Santa María en 1262. Es el primer Rey legislador de la marina castellana; compuso el «Código de las Siete Partidas», en el que se compendia todo lo dispuesto en su tiempo.
La partida II es la que nos importa, pues en ella se ocupa de la organización de la marina y de su infantería de marina; en ésta distingue entre ‹proeles›, infantes que van en la proa de la galera, y ‹que deben de ser esforzados, ligeros et usados de fechos de mar›; los ‹alieres›, que van en las costaneras, alas o costados de los navíos y que, han de ser ‹escogidos para acorrer e servir allí do mester fuere, según les mandare el nauche o comitre› y por último los ‹sobresalientes›, que llaman ‹otrosi a los homes que son puestos además en los navíos, así como ballesteros de tabla, et otros homes de armas, e estos non han de facer otro oficio senon defender a los que fueren en sus navíos, lidiando con los enemigos›
Para defenderse de estos ‹ballesteros de tabla› se idearon las cubiertas, que protegían a los remeros de las saetas, que en número de ‹trescientas›constituía su dotación de municiones. A estos infantes de marina se les exigía en el título veinticuatro, ley sexta: ‹que han de ser esforzados e recios e ligeros, e quanto más usados fueren de la mar, tanto será mejor›
Como armamento ligero, ofensivo, en el abordaje o cuerpo a cuerpo,: ‹usaban cuchiellos, puñales, serraniles, espadas, hachas, porras et lanzas et hastas con garabatos de fierro para trabar a los homes e derriballos› Como armas pesadas, ofensivas, llevaban: ‹ballestas de estribera, et de dos pies, et de torno, et dardos, et piedras, et saetas cuantas más llevar pudieren; et terrazos de cal para cegar los enemigos, et otros con jabón para facerles caer›(lámina XII) Como armas defensivas usaban: ‹las lorigas, lorigones et perpuntes, coraza, escudo, yelmo, et capiellos de fierro et cuero, para sofrir golpes de piedra›
En 1262 y cómo continuaban las incursiones de moros de Cádiz y del África, por el Guadalquivir, encarga el rey al almirante de Andalucía don Pedro Martínez de la Fé, aprestase su armada; cae sobre Cádiz el 14 de septiembre por sorpresa y clava allí el estandarte de Castilla.
Un paréntesis en años y seguimos:
Ahora bien, Carlos I se dio cuenta que la clave del éxito en este tipo de acciones era la acción de la galera, el único medio de la época con el que era posible alcanzar el dominio del Mediterráneo, condición indispensable para poder reaccionar sobre las costas enemigas, pero la potencia de fuego y choque de las galeras, aparte de dos, tres o cinco cañones fijos a proa y algún que otro esmeril residía en los arcabuces de su infantería embarca, que en la práctica era una artillería ligera que actuaba sobre las falcas entre los remos y que luego combatía sobre la pequeña plataforma de la arrumbada, desde donde se iniciaba el abordaje. En general, la mitad de la gente tanto de mar como de guerra (el llamado batallón), nunca salía de la galera y apoyaba con el fuego la acción de la otra mitad, que a su vez se dividía en dos partes, una que era la fuerza de choque y otra, la reserva. La fuerza de choque tomaba como «cabeza de playa» la arrumbada de la galera enemiga, para desde allí proteger el avance de la reserva por la crujía y los corredores laterales y neutralizar los puntos dominantes, que eran el fogón y el esquife.
Para la defensa de la nave la guarnición se dividía en: «vanguardia, batalla, retaguardia y socorro» La «vanguardia», defendía el tercio delantero de la nave, cubriendo la arrumbada, la crujía y los corredores laterales. La «batalla», cubría el centro de los núcleos altos del fogón y del esquife. Precisamente Cervantes como cabo de la escuadra tenía a su cargo la defensa de la zona del esquife en la galera Marquesa, lo que normalmente se hacía con cinco soldados, tres de ellos arcabuceros y dos a cargo de un esmeril y del lanzamiento de piñas incendiarias. La «retaguardia», defendía el tercio de popa y por último el «socorro», era una reserva que se mantenía bajo cubierta.
A principios del siglo XVI, se llamaba «'Tercio de la Armada»'a las fuerzas militares que guarnecían las galeras. En 1528 se organizó de una manera definitiva el Tercio de la Armada y Flotas, el cual prestaba servicios especialmente en la escuadra destinada a las nuevas posesiones españolas del nuevo mundo. Posteriormente se creó el Tercio Viejo de la Armaday el 27 de febrero de 1566 se crearon el Tercio de la Armada del mar Océano, el Tercio de Galeras de Siciliay el Tercio de Galeras de Nápoles(Tercio nuevo de la mar de Nápoles).
El Tercio de la Armada del Mar Océano, se organizó en Cartagena, por su primer Maestre de Campo y fundador don Lope de Figueroa. El tercio Nuevo de la Mar de Nápoles, se organizo y puso bajo su mando a su primer Maestre de Campo y fundador don Pedro Padilla y como el anterior se incorporó rápidamente a Nápoles, donde el Virrey, marqués de Mondéjar le incorporó las Compañías Viejas del Mar de Nápoles, (las primitivas unidades de Infantería de Marina), por lo que este Tercio adquirió la antigüedad de las misma de 1537 y es por tanto el Tercio cuna de nuestra Infantería de Marina. El Tercio Viejo del Mar Océanoy el de Infantería Napolitana, se crearon algo más tarde el 1 de septiembre de 1571 a un mes vista de la Batalla de Lepanto.
A veces las galeras atacaban en grupos de cuatro, de ahí el título o mando de cuatralbo y en formación de rombo. La galera que iba en punta era la que iniciaba el abordaje, en seguida se le unían las dos siguientes y la cuarta se mantenía en reserva.
Por la fecha de fundación de estos Tercios, fue Felipe II quien ordenó su creación variando por completo la situación, ya que a cada escuadra de galeras se le asignó un Tercio y cada galera no tenía su propia infantería, sino que ésta le era asignada, con lo cual se podía dosificar su entidad según la misión asignada a la escuadra, (economía muy a tener en cuenta), pero lo más importante no era esto, sino que creó el concepto de fuerza de desembarco, ya que las guarniciones podían desembarcar en un momento dado e integrarse en unidades tácticas, puesto que poseían el adiestramiento y los cuadros de mando para ello.
Pero es más, para en un momento dado poder aplicar en fuerza el poder naval sobre las costas del Mediterráneo o del Atlántico, es decir, para cuando se juntaba Armada, capaz durante la navegación de reforzar a las guarniciones de los Tercios de Galeras con Infantería de Armada, como se la denominaba entonces y llegado el momento, desembarcar como una unidad táctica completa, perfectamente adiestrada. Es decir, que a partir de Felipe II, España contaba con una herramienta que podía pasearse por todo el Mediterráneo y aplicar en cualquier momento y punto de la costa, las tácticas derivadas del genio del Gran Capitán; «'Y no había ido a ninguna escuela; educándose a la buena de Dios, no es una maravilla lo que puede llegar a hacer el ser humano, cuando real y verdaderamente le interesa algo, ¿NO? ó ¡SI!»'
Esta herramienta, la capacidad anfibia, fue forjada, en las más duras circunstancias, más de cien años antes que la Infantería de Marina Inglesa y puesta a prueba en «la más alta ocasión que vieron los siglos y esperan ver los venideros»según definió Cervantes a la batalla de Lepanto y verdaderamente cuando se analiza la historia con detenimiento, se da uno cuenta de que no hay la más mínima exageración en esas palabras y que si no llega a ser por esa ‹alta ocasión›, el Sultán de Roma (que ya estaba nombrado) hubiera ocupado su puesto con toda facilidad.
Después de más de dos siglos aquellos duros y eficientes Tercios de Armada que habían sido punta de lanza del Imperio Español había revivido reencarnados en los nietos de los nietos de aquellos sobrios y serenos soldados que en 1571 había roto la leyenda de la invencibilidad del turco en la mar, que durante más de un siglo batieron a portugueses, franceses e ingleses por mar y tierra y que como muestra de su valor diremos que en 1665, en la Batalla de Villaviciosa, antes de atacar y vencer al enemigo aguantaron durante cuatro horas el choque de catorce, y no es error, catorce escuadrones de caballería sin ceder un solo palmo de terreno. ¿Esto también lo olvidamos? ¡Pues vamos servidos!
Supongo que con lo expuesto no cabrá ninguna duda.
Aquí me paro, pues no voy a contar la historia de la infantería de marina, que ya Don José Enrique Rivas Fabal, la escribió y publicó, (de donde está sacado todo lo trascrito) en una primera edición en diciembre de 1967, con una segunda en julio de 1970 y una tercera en noviembre de 1985, ignoro si se ha vuelto a publicar, siendo, Obra declara de utilidad para la Marina (O. M. 442/68, D. O. 25) y Premio “Virgen del Carmen” 1969 (D. 2-6-B. O. 248).
Añadir que: en 1633; a la creación de los Tercios de la Armada en 1528 siguió el «Batallón de Galeras» Las Ordenanzas de la Armada de 1633 dicen, en su artículo 6º: «Los galeones y navíos míos propios y de particulares se han de tripular y armar con diez y seis marineros por cada cien toneladas y diez y ocho en los Capitanes y Almirantes y navíos de doscientas toneladas abajo. La Infantería se ha de repartir a razón de veinte y seis soldados por cada cien toneladas y de veinte y ocho en los Capitanes, Almirantes y navíos de doscientas toneladas abajo, que es la conformidad de lo que tengo resuelto antes de ahora»
Por fin, llegamos a la reforma, no a su creación en 1717, siendo su primer alistado y por lo tanto el «Decano de los Guardiamarinas», el príncipe de Yache, primogénito del príncipe de Campo Florido, gobernador y capitán general de Guipúzcoa, era natural de Palermo y entró a la edad de dieciocho años: El personal del segundo Batallón del Regimiento de Granaderos de la Corona (que con el de los Tercios de la Armada y Flotas guarnecía los galeones de la carrera de Indias) fue la base de los Batallones Armada, Marina, Bajeles y Océano, creados el 28 de abril de este año, los que al año siguiente se convierten en Regimientos, creándose, además, otro Regimiento que se llamó Mediterráneo. En 1723 quedaron reducidos a cuatro Batallones de seis Compañías, aumentándose cuatro batallones en 1748; las Ordenanzas de la Armada de este año, 1748, en su título 1º, artículo 1º, dicen; «Para custodia, fuerza y defensa de los bajeles de mi Armada, he resuelto que, por ahora, haya ocho Batallones de Infantería de Marina española, los cuales serán empleados en este servicio y cuando estén desembarcados, en el de guarnecer mis plazas u otros fines que convengan en el modo y forma que establece este tratado». En su artículo 3º dice: «El Cuerpo de Batallones de Marina será considerado, en cualquier paraje en que se hallare, como Cuerpo regular de Infantería española; y como tal, alternará con los del Ejercito con quienes concurriere, ocupando el lugar que le tocase por la antigüedad que goza del año mil quinientos treinta y siete, después del Regimiento de la Corona» Yo pregunto; quienes somos nosotros para dudar en temas de historia, sobre lo que en estas nuevas Ordenanzas afirma el rey Fernando VI.
En 1787 había doce Batallones de Marina.
Después de la guerra de la Independencia quedaron muy reducidas estas fuerzas y muy desatendidas, constando sólo de tres Regimientos de muy escasas fuerzas.
Voy a referenciar algunos hechos destacados de la historia de este Real Cuerpo.
García Roldán, soldado de Marina, paladín de la Caridad cristiana, aprovechaba las horas de descanso de sus luchas en la mar en Cartagena para dedicarlas a pedir limosnas para socorrer a los menesterosos, fundando un hospital que aún lleva su nombre, esto ocurría en 1697. Para mi también podría ser el inventor o fundador de las ahora tan nombradas O. N. G.
Miguel de Cervantes, el Conde de Fernán Núñez y don Lope de Figueroa fueron soldados de Marina.
Perfecto Valdés, al hablarnos de la Infantería de Marina de la edad antigua, nos dice: «La historia de aquella Marina era la de sus soldados; y los que con verdadero entusiasmo simbolizamos en la Armada moderna la figura de aquellos guerreros, hemos de sentirnos cohibidos bajo el peso de sus laureles, por mucho que nos esforcemos en ser dignos de tradición tan excelsa.»
Datos curiosos tomados de un libro titulado: «Por mar y por tierra, Historias marinas y cuentos»
«Copia literal del asiento formado al soldado de la Sexta Compañía del 11º Batallón, Antonio Soto. — Folio 412. — Lista número 4 — “Antonio María de Soto, hijo de Tomás, natural de la Villa de Aguilar, Obispado de Córdoba; pelo castaño claro, ojos pardos. — Fórmase este asiento en 26 de junio de 1793, cuyo día tomó partido en esta villa por seis años.—Embarcó en la fragata Matilde en 7 de julio de 1798, S. S. Usó de licencia absoluta para retirarse del servicio en 1º de agosto de 1798, respecto a haberse delatado ser mujer, como efectivamente lo es, y su verdadero nombre Ana María Antonia, hija de Tomás y de Gertrudis de Alfama, natural de la Villa de Aguilar, Obispado de Córdoba; de edad de dieciséis años cuando sentó plaza; y en el tiempo que ha servido se ha hallado en el ataque a Bañuls, en Cataluña, en la defensa y abandono de Rosas, y en el combate naval del día 14 de febrero de 1797, como en diferentes acciones de las lanchas cañoneras y demás fuerzas sutiles de Cádiz contra los ataques de los enemigos; y en atención a la heroicidad de esta mujer, la acrisolada conducta y singulares costumbres con que se ha comportado durante el tiempo de sus apreciables servicios, se ha dignado Su Majestad, por Real Orden de 24 de julio próximo pasado, concederle dos reales de vellón diarios, por vía de pensión y al mismo tiempo, que en los trajes propios de su sexo pueda usar de los colores del uniforme de Marina, como distintivo militar”—Previene que la contenida nota se halla ajustada y pegada sobre lista de la fragata Matilde de 2 de febrero de 1797. Legajo núm. 53.—Lista del 11º Batallón de Infantería de Marina, 10ª lista de las Quinta y Sexta Compañía. Archivo de la Intervención de Marina del Departamento de Cádiz.—Es copia»
Con esta fecha digo al Comandante de la Escuadra del Océano, don José de Mazarredo, lo siguiente:
«Habiendo dado cuenta al Rey de cuanto V.E. expresa en carta del 13 del presente mes, núm. 265, que trata sobre lo acontecido con Ana María de Soto, que ha servido bajo el nombre de Antonio, de soldado en la Sexta Compañía del 11º Batallón de Marina, y enterado Su Majestad de la heroicidad de esta mujer, la acrisolada conducta y singulares costumbres con que se ha comportado durante el tiempo de sus apreciables servicios, ha venido en concederle dos reales de vellón diarios, por vía de pensión, y al mismo tiempo, que en los trajes propios de su sexo pueda usar de los colores del uniforme de Marina, como distintivo militar. — Lo que prevengo a V.E. de orden del Rey, para su cumplimiento en la parte que le toca, y ruego a Dios le guarde muchos años.—Madrid, 24 de julio de 1798. — Juan de Lángara.—Hay una rubrica.—Isla de León, 31 de julio de 1798.—Pase a los oficios principales de Marina para que conste, a los efectos correspondientes. — Mendoza. — Hay una rubrica. — Señor Intendente de Marina del Departamento de Cádiz.—Archivo de la Intervención de Marina del Departamento de Cádiz.—Legajo número 39 de Reales Órdenes, año 1796 al 1799. — Es copia»
«A Ana María de Soto, a la cual el Rey, en 24 de julio último, hizo la gracia de dos reales de vellón diarios y el uso de la divisa del uniforme de los Batallones de Marina, por haber servido en ellos de soldado voluntario cinco años y cuatro meses con particular mérito, ha venido Su Majestad en concederle el grado y sueldo de Sargento primero de los expresados Batallones, para que pueda atender a sus padres.—Y a fin de que tenga cumplido efecto esta soberana resolución, lo participo a V.E. de Real Orden.—Dios guarde a V.E. muchos años.—San Lorenzo, 4 de diciembre de 1798.—Juan de Lángara»
Con fecha 24 del corriente mes dice el Sr. don Juan de Lángara:
«Habiendo dado cuenta al rey de cuanto V.E. expresa en carta del 13 del presente mes núm. 265, que trata sobre lo acontecido con Ana María de Soto, que ha servido, bajo el nombre de Antonio Soto, de soldado en la Sexta Compañía de 11º Batallón de Marina, y enterado Su Majestad de la heroicidad de esta mujer, la crisolada conducta y singulares costumbre con que se ha comportado durante el tiempo de sus apreciables servicios, ha venido en concederle dos reales de vellón diarios, por vía de pensión y al mismo tiempo, que en los trajes propios de su sexo pueda usar de los colores del uniforme de Marina, como distintivo militar, y de Real Orden lo comunico a V.E. para su noticia y de la interesada. — Trasládolo a V.E., a los efectos correspondientes. Y por cuanto precisamente han llegado en este día y se me han presentado los ancianos padres de la referida Ana María de Soto, con el fin de recogerla y llevársela a su casa, dispondrá V.E. que se haga su ajustamiento y libre lo que alcanzare para que puedan verificarlo, pues aquellos pobrecitos han venido pidiendo limosna, abandonando su limitada industria, por el gozo de abrazar y recobrar la hija. — Dios guarde a V.E. muchos años. — Navío Purísima Concepción, en Cádiz, a 30 de julio de 1798.—Juan de Lángara.—Señor Intendente del Departamento. — Archivo de la Intendencia de Marina del Departamento de Cádiz, — Legajo núm. 39 de Reales Ordenes. — Año 1796 al 1799. — Es copia»
Todo esto porque estaba destinada en el fragata Mercedes y el 7 de julio pasó a la en Matilde donde el cirujano le paso reconocimiento médico, al desnudarla para atenderla se observó lo obvio de la diferencia que existe entre una mujer y un hombre, lo que provocó toda esta correspondencia. Pero para mí lo bueno es que en una fragata, con una dotación de más de cuatrocientos hombre, una mujer no pudiera ser detectada, la de malos ratos que tuvo que pasar la pobre, porque me imagino que como sucedió, si era descubierta se le daría de baja inmediatamente, incluso seguro que habría con las creencias de la época, (que incluso en la actualidad se mantienen rígidamente, en algunos sectores de la mar, baste recordar lo que ocurre, en la cofradía de pescadores de nuestra Albufera), que fue la causante del desastre del combate.
El 8 de abril de 1826, se produce un nuevo cambio organizativo; se creó la Brigada Real de Marina, compuesta sólo por tres Batallones, con mil trescientas cuarenta y cuatro plazas cada uno y veinticuatro oficiales.
El 18 de mayo de 1830, la Brigada Real quedó reducida a dos Batallones.
En 1833 se refundió todo en el Real Cuerpo de Artillería de la Armada, de tres Batallones de a seis Compañías, cada una compuesta de Capitán, Teniente, Subteniente, dos Sargentos primeros, cuatro Segundos, seis Cabos primeros, ocho segundos, un Corneta, dos Tambores, treinta Bombarderos y ciento cuatro Artilleros.
En cada navío embarcaba una Compañía completa; y en cada fragata, corbeta y bergantín, a razón de dos soldados por cada pieza de artillería.
En 1834 no había más que dos Batallones de esta fuerza, que el 20 de julio de 1839 pasaron a denominarse «Cuerpo de Artillería e Infantería de Marina.»
Hasta 1843, los Oficiales de las tropas de Marina procedían del Cuerpo General de la Armada o del Ejército de tierra; a partir de esta fecha, se dotó al Cuerpo de sus Oficiales naturales.
En marzo de 1848, el Marqués de Molíns, entonces Ministro de Marina, decretó la separación de ambos Cuerpos, en los que sus oficiales ascendían hasta el empleo de Brigadier y pasaban, al ascender a Mariscal de Campo, pasando a incorporarse al Estado Mayor del Ejército.
En abril de 1859, el Cuerpo de Infantería de Marina lo formaban tres medias Brigadas de a dos Batallones de a seis Compañías.
En 1860 escribía Hédiger: «Su actual organización, o mejor dicho constitución, lo hacen un Cuerpo, no privilegiado, sino distinguido; es decir, como dirían militares chapados a la antigua, un Cuerpo de preferencia, listos y dispuestos para embarcar por unidades completamente organizados para las más lejanas regiones del Globo y ser los primeros de quien el Gobierno puede disponer para llevarlos a nuestras provincias ultramarinas para defender la integridad de la Patria. Desde la citada Organización de 1859 ha adornado con más laureles sus gloriosos estandartes en África, Méjico, Conchinchina, Pacífico, Cuba y guerra civil; y su conducta ha sido más preciada en todas partes»
«Las reformas de 1857 y 1859—dice Ramón Rodríguez Delgado—son las que más se han acercado a la verdadera misión que la Infantería ha de cumplir en las Armadas modernas. Sus autores no se fijaron solamente en que respondieran a un fin práctico y de utilidad en los buques, sino que, dando entrada en el Estado Mayor del Ejército a los Brigadieres del Cuerpo, se cumplían las muy justas aspiraciones de todos sus Oficiales»
El reglamento por el que se regía este Cuerpo fue aprobado el 13 de octubre de 1870.
En 1882 vino una nueva reorganización, en la que se dispuso que los Batallones constaran de cuatro Compañías, en vez de seis, creándose además los Regimientos de Reserva, compuestos por dos Batallones cada uno, el primero de Depósito, y el otro de Reserva, que tenían por demarcación todos los puertos del litoral. Todo el Cuerpo constaba de tres Brigadas, cada una de ellas en cada uno de los tres Departamentos Marítimos.
En 1886 los Regimientos volvieron a llamarse Tercios, cuya distribución en los buques quedaba en los Reglamentos de dotación. Contribuía el Cuerpo a dotar los buques de guerra en combinación con la Marinería, con la que cooperaba a toda clase de desembarcos, formando a la cabeza de las columnas y cubriéndolas con sus guerrillas. El jefe superior era un Mariscal de Campo; y en cada Departamento Marítimo, un Brigadier era el Comandante principal de los Tercios.
En 1893 se suprimieron los Tercios de Reserva y de Depósito, creándose, en cambio las Quinta y Sexta Compañías en cada Tercio, constituyendo la Sexta Compañía las guardias de Arsenales. Dentro del mismo año hubo una nueva reorganización: Los Tercios volvieron a convertirse en Regimientos, pasando los Tercios de Reserva a denominarse Cuadros de Reclutamiento.
En 1898 se suprimieron los Cuadros, quedando sólo un Regimiento por cada Departamento Marítimo.
En 1931 la II República redujo las fuerzas de Infantería de Marina a tres Batallones, quedando así; una Compañía en Ferrol y Cartagena y dos en Cádiz. Fuerza que se aumenta posteriormente a un grupo en Ferrol y Cartagena y un Batallón en Cádiz, además de una sección de Ordenanzas en Madrid; crea una exigua plantilla de servicios y otra de extinción, constituida ésta por un general de brigada, cuatro coroneles, diez tenientes coroneles, veintidós comandantes, treinta capitanes, veintidós tenientes y un número indeterminado de alféreces, eliminándolos por completo de a bordo de los buques de guerra, una medida sin sentido (según como se mire)
El coronel don José E. Rivas dice así:
«Con la restauración de la República, nuevamente sufre este Glorioso Cuerpo un golpe de adversidad.
Por Orden Ministerial de 9 de junio de 1931 desaparece de un plumazo la clase de Sargentos, de tan brillante historial, que movió a Carlos III a promulgar en 1783 una Real Orden que decía:
«Queriendo el Rey manifestar al Cuerpo de Sargentos de Batallones de Marina lo satisfecho que se halla de sus buenos servicios y méritos contraídos en la última guerra, he dispuesto que en cada Batallón de Marina haya cuatro Sargentos con el grado y sueldo de Alférez de Fragata.»
Por Decreto del 10 de julio del mismo año se declara el Cuerpo a extinguir y sus servicios los prestará marinería seleccionada, al mando de oficiales del cuerpo general; se dan facilidades para que los jefes y oficiales puedan retirarse en condiciones ventajosas, lo que disculpó la determinación de parte de la oficialidad, al acogerse entonces a la Ley de retiro.
En 1933 aparecen los nuevos Infantes de Marina vestidos con traje de marinero, que venían a sustituir a aquellos, llevando en su gorra un lepanto, en la que después del nombre del Departamento se agregaba las letras B. N. (Base Naval).
En marzo de 1935 se decretó la reaparición del “soldado” y en mayo se trata de llevar a la práctica; pero no se hace efectivo este cambio hasta el 1º de noviembre.
En 1937 se organiza en Palma de Mallorca un Batallón del cuerpo para la defensa de aquella base Naval.
Por Ley del 30 de septiembre de 1938, se deroga la extinción del cuerpo y se organiza provisionalmente en octubre del mismo año, a base de un regimiento en cada Departamento, creando además el regimiento de Baleares. Esta organización pasa a ser más completa y definitiva en octubre de 1940, fijando el cuerpo una misión; dar, con su irreprochable presentación, una técnica militar destacada en los buques y dependencias, guarniciones de arsenales, manejo de ametralladoras antiaéreas en buques y defensa pasiva en tierra; resucita la voz de Tercio, de abolengo histórico en la Infantería de Marina y además de los Tercios de los Departamento, se crean los de Baleares y Canarias.
En octubre de 1957, se da el primer paso orgánico que reflejó la nueva situación (que fue la materialización del desembarco en Guadalcanal de 1942; a partir de ese momento el tabú de que el ataque a la costa, desde buques en la mar era imposible, quedó roto y la guerra Anfibia de nuevo tenía razón de ser), fue la creación del Grupo Especial de Infantería de Marina en San Fernando, en el que bajo el mando de un general de brigada se integraban el Tercio Sur, la Escuela de Aplicación y el Grupo de Apoyo; para cubrir al completo las plantillas del Grupo Especial se incorporaron una compañía de fusiles de cada uno de los restantes Tercios, Norte, al mando del capitán Aláez; Baleares, al mando del capitán Estarellas y Levante, al mando del capitán Buisan. Asimismo se añadió la Compañía de Escaladores del Tercio Norte al mando del capitán Montero.
Entre 1957 y 1969 se realizaron nada menos que ciento diez actividades de adiestramiento programadas a nivel de Estado Mayor de la Armada de las cuales setenta y siete fueron de carácter anfibio y todo ello sin contar con los adiestramientos propios de las unidades.
Un año después del Decreto de Reorganización del Cuerpo, exactamente el 19 de julio de 1969 el Grupo Especial se disolvió y se constituyó el Tercio de Armada.
Reflexionemos: Antigüedad de un cuerpo militar: Fijaremos antes dos conceptos: el de Antigüedad y el de Cuerpo de tropas.
La voz “antigüedad” en la milicia es sinónima de tiempo de servicio, época en que se formó una unidad o tiempo transcurrido desde su creación, etc.; el conocido aforismo militar “la antigüedad es un grado en la milicia”, también tiene su aplicación en el caso que vamos a estudiar, al tratar de ver cuándo o en qué momento se ha formado una unidad o Cuerpo.
Los efectos que esta antigüedad produce hoy son muy distintos a los de tiempos anteriores.
La antigüedad antes servía: a) para colocarse en puesto preferente en concurrencia con otras fuerzas; b) para tener el honor de poder elegir el puesto de más responsabilidad; c) para marchar el primero en vanguardia al frente del enemigo o el último en la retaguardia en las retiradas; d) para poder batir retreta en las plazas, con preferente orden; e) para dar guardia o escolta a personas distinguidas, reales, ministros, etc.
Cada cuerpo se arreglaba según su antigüedad, pero esto ha sido trastocado por los “privilegios o prerrogativas”.
El guerrero en tierra es anterior al guerrero en la mar; dentro de tierra, el guerrero es anterior al artillero, pues cuando apareció la pólvora llevaba la infantería, “la reina de las batallas” varios siglos de existencia.
Análogamente, si el hombre en tierra es anterior al hombre en la mar, los Cuerpos terrestres tienen más antigüedad que los marítimos; sin embargo, concedido el Cuerpo General de la Armada el privilegio de tropa de Casa Real, pasó a colocarse detrás de esta infantería privilegiada y después de él la infantería restante.
Dentro del ejército, las unidades tienen un orden según su antigüedad, hoy claramente determinado, pero que ha sido motivo de graves controversias durante los siglos XVIII y XIX. Lo mismo ocurrió en la Armada.
La voz ‹Tropa› es un concepto muy lato, pues comprende desde cuatro soldados y un cabo, hasta el ejército en general con su jefe a la cabeza; es una unidad orgánica; es una reunión de soldados de todas las armas e institutos, formados o sueltos, armados o no y en un sentido particular, es el conjunto de individuos desde sargento para abajo. Este último concepto parece ser el más apropiado para la época de Patiño (1717).
Se llama por ello ‹Cuerpo de Tropas› al cuerpo armado; a cada uno de los regimientos o batallones (Historia de los cuerpos……, conde de Clonard) que constituyen unidades independientes en el orden administrativo y orgánico, o al conjunto de tropas desde sargento para abajo.
La antigüedad del Cuerpo de Infantería de Marina data, como es sabido de 1537 año en que Carlos I creó las Compañías Viejas del Mar de Nápoles, para combatir con exclusividad en la Escuadra de Galeras de Nápoles, principal base naval española en el Mediterráneo.
Tras la experiencia de Malta a la que se salvó “in extremis” el 7 de septiembre de 1565 por un margen de veinticuatro horas, debido a la lenta concentración naval y militar que duró cuatro meses, Felipe II decidió crear una potente Infantería de Marina, que estuviese siempre “lista” para acudir a cualquier punto del Mediterráneo.
El 27 de febrero de 1566 creó el Tercio de la Armada del Mar Océano como principal fuerza de desembarco, el Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles y el Tercio de Sicilia para reforzar las escuadras de Galeras de los respectivos territorios.
El Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles, formado en Cartagena por don Pedro Padilla, al incorporarse a Nápoles se le agregaron las Compañías Viejas del Mar de Nápoles, con lo que adquirió la antigüedad de las mismas, es decir, de 1537.
Posteriormente el 1 de septiembre de 1571, un mes antes de la batalla de Lepanto se creó el Tercio Viejo del mar Océano y de Infantería Napolitana, y el 13 de mayo de 1682 el Tercio Nuevo de la Armada y del Mar Océano.
En 1704 y 1707 estos Tercios pasaron a denominarse Regimientos.
El Tercio Viejo de la Armada del Mar Océano se denominó, Regimiento de Bajeles en 1704.
El Tercio Nuevo de la Armada del Mar Océano se denominó, Regimiento de la Armada en 1707.
El Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles se denominó, Regimiento de la Mar de Nápoles en 1704.
El Tercio Viejo de Mar Océano de Nápoles se denominó, Regimiento de Nápoles en 1707.
El Tercio de Galeras de Sicilia se denominó, Regimiento de Marina de Sicilia en 1707.
Diez años más tarde, en 1717 con Felipe V, Patiño organizó el Cuerpo de Batallones de Marina. Los anteriores Regimientos pasaron una parte a tierra y con otra parte se crearon inicialmente los Batallones «Armada», «Marina», «Bajeles» y «Océano»
Una gran novedad ocurre en 1717 y en la que poco hincapié se hace: la de la oficialidad o ‹Cuerpo de Oficiales› o cuadro superior de estos batallones; estos oficiales no se importaron o trasplantaron de sus cuerpos de procedencia; sólo se recoge de aquellas tradicionales unidades marineras los soldados, cabos y sargentos, pero no los oficiales, pues Patiño decidió utilizar los suyos porque los tenía sobrantes y nutrirlo en lo sucesivo, ya de los frutos futuros del Real Cuerpo de Caballeros Guardiamarinas, creando también en este año, ya del mismo Cuerpo General de la Armada, también creado en este año en su actual organización, no utilizó el antiguo cuadro de mando de oficiales, que normalmente por méritos del servicio podía ascender desde soldado a «Capitán de Mar y Guerra» y empleó los del Cuerpo General, de los que había la clase de Almirantes y Capitanes de Mar y Guerra, que podía proceder de los alféreces y capitanes nacidos desde la clase de soldados y los oficiales de mar procedentes de clase de grumetes, marineros o artilleros; si Patiño hubiese necesitado tan sólo un oficial del regimiento de la Corona, porque la antigüedad la da el oficial y no la tropa, hubiese recibido el de batallones una unidad completa de aquel regimiento y hubiese disfrutado el nuevo Cuerpo, sin discusión, la antigüedad del repetido Tercio de la mar de Nápoles.
Y así quedó la infantería de marina como Cuerpo de tropa de infantería de marina y oficiales del Cuerpo general y así continuó hasta que se creyó conveniente, con la evolución de los tiempos, que el Cuerpo tuviese oficiales propios, ya con el título de Brigada Real de Marina en 1827, ya de Real Cuerpo de Artillería de Marina en 1833, Cuerpo de Artillería e Infantería de Marina en 1839 o Cuerpo de Infantería de Marina en 1848.
Lógico es pensar que no teniendo los oficiales “que servían en los batallones”, cuyo servicio se consideraba sólo un “destino”, un interés directo en este Cuerpo, ya que en todo momento seguían siendo oficiales del Cuerpo General, aunque fuesen importados del ejército y pese a todo el empeño puesto por una de los forjadores de la infantería de marina, el antiguo infante de marina, Marqués de la Victoria, no podía dicho Cuerpo prosperar y los méritos de esta gloriosa corporación se encarnaban en el mando, en su cuerpo de oficiales y ello sus abundantes privilegios y prerrogativas no eran del Cuerpo, sino de su cuerpo de oficiales, es decir, del Cuerpo General de la Armada y de esta forma el privilegio lo llevaba el oficial al servir en el de batallones, no lo tenía el de batallones en sí.
Resulta algo difícil a nuestra actual manera de ser, hacer esta separación o discriminación, pero así fue históricamente hasta 1827, a partir del cual los méritos de su cuerpo de oficiales, aún ganados a costa del conjunto, no eran de los oficiales, sino de la corporación que a partir de entonces formó realmente Cuerpo, como lo había formado antes de 1717; y hacemos toda esta precisa aclaración histórica, pues ello nos permitirá comprender mejor la evolución del concepto de la “antigüedad” de este Cuerpo; entremos definitivamente en la esencia de la cuestión.
Patiño, en 1717 le asignó la antigüedad del “Regimiento de la Corona”, antigüedad que por un equivocado concepto aparece de 1530 unas veces y otras como 1537, fecha esta última que es la verdadera. La misma le asigna la Real orden del 4 de febrero de 1722, la de 20 de mayo de 1748, las ordenanzas de la Armada del mismo año y la resolución Real, ante nueva disputa, del 20 de mayo de 1748, fijándola en 1537, reiterándolo en Real orden del 25 de junio de 1749. Cuarenta y tres años, casi medio siglo después de lo dispuesto por Patiño, empieza en la marina la divergencia de opinión, como había sucedido con el ejército y aunque el insigne don Juan José Navarro, honra y prez de la marina de su tiempo, “en nombre de todo el cuerpo de oficiales de la Armada” no en el suyo propio, impugna esta pretendida enmienda, afirmando que la antigüedad que según él debe disfrutar el Cuerpo es la de 1537, le asigna el Consejo Supremo de Guerra, por Real Cédula del 20 de julio de 1804 la de 1717, pero en 1871, se le vuelve a reconocer la de 1537 y finalmente por Real Decreto del 30 de junio de 1904, se determina “que las fuerzas de marina” (hace referencia no al soldado, sino al marinero), al mando de sus oficiales propios, que son los del Cuerpo general, ocupan el primer lugar en paradas, revistas etc., el segundo lugar lo ocupará la artillería y el tercero, la infantería de marina.
Al 5º batallón del Cuerpo, que Patiño crea en 1717 para la escuadrilla de galeras y al que pone el nombre de «Mediterráneo», se le asigna la antigüedad de 1621, en razón de su procedencia; ignoramos si alguien se preocupó de aclarar si su cuadro de mando procedía o no del cuerpo de oficiales de la Armada, o si eran originarios, aunque es lógico pensar que, como hecho por el mismo autor, tuvo que poner los oficiales con arreglo al mismo criterio. Su antigüedad de 1621 quedó como definitiva.
En 1621 según nos dice el conde de Clonard, había en España tercios ordinarios de la Armada, con los antiguos nombre de «Armada viejo, Armada, Armada nuevo» y otros que los conservaron.
El artículo 26 de las instrucciones de Patiño, del 4 de marzo asigna al Cuerpo la antigüedad inmediata a la del regimiento de la «mar de Nápoles, del que se forma en 1537, así como asigna al batallón Mediterráneo la de 1621.»
Por Real orden del 14 de febrero de 1722 se comunica al director general del ejército, marqués de Lede y al inspector de batallones don José de Vicaría que la antigüedad que debe disfrutar el cuerpo de batallones es la inmediata a la del «Regimiento de la Corona», antes «Mar de Nápoles» esta antigüedad se fijó en principio en 1530, pero en época posterior se acredita documentalmente que esta fecha es errónea y la correcta es la de 1537.
Dispone el almirante general el 20 de octubre de 1739, que se tenga presente la antigüedad concedida al cuerpo de batallones por Patiño.
La Real ordenanza de antigüedades del 16 de abril de 1741, reunida para resolver las disputas sobre la antigüedad de todos los cuerpos, publica una relación en la que el regimiento de la Corona está colocado en séptimo lugar, con antigüedad de 1537; la artillería con el trigésimo primer lugar y antigüedad de 1710; el de Aragón le sigue en 1711 e inmediatamente después los batallones de marina, con la de 1717.
Para fijar la de los batallones tuvieron en cuenta que se constituyeron con el pie de tropa del 2º batallón de la Corona y no son sus oficiales, “pues la plana mayor y la oficialidad es la que constituye cuerpo”.
Las ordenanzas de la Armada de 1748 asignan al cuerpo de batallones la antigüedad de 1537. Al año siguiente, S.M., con fecha del 25 de junio, reitera que la antigüedad del Cuerpo es la correspondiente a 1537.
Un nuevo decreto del 12 de agosto de 1760 resuelve otra vez la controversia sobre la antigüedad de los batallones de marina, dejándola en 1717. Esta resolución es impugnada por el propio marqués de la Victoria «en nombre de todo el cuerpo de la Armada», con fecha del 21 de febrero de 1761.
En 1804 se reconoce el 20 de julio, la antigüedad del cuerpo de batallones, como la asignada por el reglamento del 16 de abril de 1741 (que era la de 1717) y después del regimiento de Aragón; añade que: «no considera a los batallones de marina la antigüedad del regimiento de la Corona, pues de este sólo pasaron a la formación de aquéllos, soldados, cabos y sargentos, pero no oficiales…, teniendo en cuenta la fecha en que pasaron la primera muestra o revista, como formales tercios o regimientos y se acreditaron a los oficiales de tropa sus haberes»
En disputa la antigüedad del Cuerpo, con la de la artillería, se resuelve el 8 de marzo de 1871, que la Infantería de Marina debe preceder a la artillería, pues su antigüedad es de 1537.
El marqués de Santa Cruz de Marcenado, en sus obra «Reflexiones militares», y a propósito de las recompensas que se conceden a las unidades, dice: «cuando una compañía o cuerpo entero se distingue, concédasele algún durable honor, para que sirve de estímulo a los que oyeron hablar de dicha compañía o cuerpo y a los que militan en él, de cuyo modo no se cansará en la distancia del tiempo la memoria del premio, ni el deseo de la imitación»
A lo largo de su historia, todos los que informan sobre este Cuerpo y más concretamente, los generales que en campaña lo utilizan, o los ministros que lo legislan, hablan siempre de él como con veneración y respeto, «como abrumados o admirados bajo el peso de sus glorias», ¿qué razones elevadas, espirituales o materiales, pueden existir para discutirle su merecido honor?
Hoy día se tiende al mando global supremo de interejércitos; a cada unidad o Cuerpo se le emplea donde más convenga, según sus aptitudes, no según su antigüedad y la infantería de marina hará el papel de la reina de las batallas en cuanto ponga el pie en tierra, en los desembarcos, como un eslabón más y sólo como tal, de la cadena del poder naval y éste, del poder de la nación, que será fuerte si sus eslabones son sólidos y hay entre ellos la unidad, y solidaridad precisa, pues el material de que está formado durante más de cinco siglos ha acreditado su excepcional calidad.
Las que nos siguen:
La infantería de marina holandesa Marine Corps Gazelle, febrero de 1979 y la Revista de Marina de abril del mismo año, dice su comandante en jefe, De Korver, «…puedo proclamar con orgullo que este Cuerpo fue creado por el Parlamento holandés en diez de diciembre de 1655 y por ello es la segunda infantería de marina más antigua del mundo, después de la española»
Inglaterra con sus “British marines o Royal marines”, creada el 28 de octubre de 1664, año en que se organiza por orden del Consejo, el regimiento “Almirante” para prestar sus servicios durante la guerra de Holanda; posteriormente se llamó “Regimiento de marines” que era el primero que en caso de guerra, embarcaba para el servicio de a bordo. Restablecidos los marines en 1740 para el servicio de operaciones navales en las Indias occidentales. Disuelto por la Paz de Aquisgrán, fue reorganizado siete años después en 1755, concediéndole la corona de laurel que circunda su emblema, por la ocupación de la Isla Bella durante la “Guerra de los siete años”; adopta en 1827 el emblema nuevo con el lema «Per mare e per Terram»; tiene a bordo el cargo de una parte del armamento del buque, forma grupos desembarco, ocupa y guarnece bases avanzadas en territorio enemigo, siendo utilizada como fuerza ofensiva para extender el dominio de la flota.
Tan celosa de su tradición, como cuidadora de sus archivos históricos, asegura que «La infantería de marina española, es la más antigua del mundo»
Es de admirar con cuanto orgullo defiende la marina británica la antigüedad y privilegios de este Cuerpo y entre dichos privilegios se encuentra el de marchar, a través de Londres, con banderas desplegadas y bayoneta calada.
Los Marines, o infantería de marina norteamericana, formada por acta del Congreso del 10 de noviembre de 1775, previo acuerdo tomado en el “Old Tun Tavern” de Filadelfia, fue reclutada por Samuel Nicholas nombrado capitán; inicia sus gestas con el desembarco en Fort Montage, se destaca en 1805 en Trípoli con el primer teniente Presley Neville O’Bannon, quien recibe del bey Hamet, como recompensa, la espada del pirata mameluco Yusuf Caramanli, espada cuya copia ostentan con orgullo los oficiales de este Cuerpo; su emblema, encabezado por un águila, símbolo de la nación y lleva en el pico el lema «Seper fidelis» y en sus garras el mundo y un ancla; data de 1868 y abunda en la misma opinión con respecto a la antigüedad de nuestro Cuerpo por haberlo oído repetidamente de labios británicos.
El periódico belga “New Echange” (Bruselas 8-11-1966) señala: «Aunque el famoso cuerpo de los Marines norteamericanos, no es más que la adaptación de la institución similar británica, hermana gemela y así mismo rival de la Royal marine, antepasado de la que fue “Infantería colonial francesa” convertida en “Infantería de marina” desde la colonización; Marines anglo-norteamericanos y Marines franceses, no son más que los cadetes de los infantes del «Tercio de la Corona» y del «Mar y Tierra» españoles, fundados en 1537 y que se ilustraron y lustraron, nada menos que en combates contra los turcos.
Cierra esta dilatada disertación, el real decreto nº 1.888 del 10 de julio de 1978 (D. O. 187) que señala que: «Este Cuerpo tiene su origen en la disposición de la Secretaría de Despacho Universal de Felipe II, por la que se vinculan permanentemente a la Real Armada, algunos tercios de Infantería española» «Su antigüedad corresponde al más antiguo de los citados, el tercio nuevo de la Mar de Nápoles» «Considerando suficientemente un legítimo orgullo nacional» «Se fija el año de 1537 como antigüedad de la Infantería de Marina»
Día de su creación. — La O. M. 415/129 de 1981, D. O. 93 fija, a efectos conmemorativos, el 27 de febrero de 1537 como «Día de la creación de la Infantería de Marina»
Prerrogativas y privilegios del Real Cuerpo de Infantería de Marina. —La voz “privilegio” indica una ventaja exclusiva de una persona o corporación; la voz “prerrogativa” es análoga, pero de alcance más reducido; indica una ventaja y muchas veces es un efecto del privilegio.
Los privilegios concedidos a lo largo de la historia a las unidades y cuerpos militares y concretamente a la Infantería de Marina tienen carácter variado; los hay de carácter esencialmente militar y los hay que son de otro carácter, entre ellos, el jurídico; los privilegios de carácter jurídico se llaman fueros.
Privilegios de Carácter esencialmente militar. — El Cuerpo goza, entre otros, de los siguientes:
1º. — Privilegio de título de Real y Glorioso; el primero concedido «Como premio a lo bien que se portaron sus individuos en la defensa del castillo del Morro y plaza de La Habana» por R. O. del día veintidós de marzo de 1763, y el segundo, «En atención a la destacadísima actuación y extraordinario mérito acumulados a lo largo de su historia»
2º. — Privilegios de tropa de casa Real:
Concedidos al Cuerpo de tropas de marina, a los artilleros de marina y flotas de la Carrera de Indias y que constan en cédulas despachadas por Felipe II en Madrid, el de mayo de 1595, en Anseca el 1 de abril de 1597 y en otras varias dadas por Felipe III en los años de 1600, 1604, 1608, 1612 y 1614 confirmadas en 1635.
De uso de armas: concedido por Real Cédula del 22 de enero de 1607 en la que decreta el Rey «Que toda la gente de mar de la nación española que me sirviere en mis armadas y en las capitanas y almirantas de las flotas de Indias, puedan usar y traer las armas que quisieren, de las permitidas en estos reinos»
De formar cuerpo; para que un Cuerpo se acredite como tal es preciso que como mínimo concurran con dos compañías completas, aunque sean distintas, pero del mismo regimiento o unidad y que lleven su bandera (R. O. 8-7-1799). De esto se exceptúan las tropas de Casa Real (1799), a las que basta un cabo y cuatro soldados para formar Cuerpo.
Escolta o guardia de personas reales (1816).
Uso de distintivos; las sardinetas, galón de oro de la casaca, galón de oro de los cabos, etc., son otros tantos privilegios concedidos a las compañías de preferencia, tropas de Casa Real o destacadas.
Preferencia en el acto de pagamento; poder percibir sus haberes, con preferencia a otras unidades (1828); este privilegio era muy importante en épocas de escasez.
Preferencia en formaciones y revistas; la infantería de marina irá detrás del de Reales guardias de infantería española y walona, alabarderos y carabineros reales. Desaparecido parte de ellos, ocupará el primer puesto detrás del de alabarderos (1858).
Batir retreta en las plazas; para el rompimiento de la retreta en las plazas había un cierto orden, según la antigüedad o los privilegios; el de este Cuerpo era preferente.
Pase a Cuerpos de Casa Real; sus individuos podían, con preferencia a los otros Cuerpos, pasar a prestar sus servicios en Cuerpos de Casa Real (1857).
Usar de los colores azul y encarnado del uniforme de tropa de Casa Real.
3º. — Privilegio de usar bandera del Tercio de la Mar de Nápoles, regimiento de la Corona, bandera morada (antiguo Carmesí), con dos anclas cruzadas por emblema y un ancla en el fondo.
La bandera desapareció definitivamente al iniciarse nuestra última guerra civil y el emblema se varió en 1931.
4º. — Privilegio de ocupar en campaña el puesto de mayor peligro; o el de extrema vanguardia en los avances o el de extrema retaguardia en las retiradas.
5º. — En la mar disfrutaba de los siguientes:
Custodia de la bandera durante el combate (1748, 93, etc....)
Ser la fuerza de garantía y seguridad de la nave (1793)
Formar a la cabeza de las columnas de desembarco, cubrirlas con sus guerrillas y estar en la primera línea de choque (1886).
6º. — Que sus sargentos puedan usar el galón de oro en la casaca y en el sombrero, como los oficiales (1761, 1834).
7º. — Que sus sargentos no armen el cuchillo bayoneta, cuando lo hace la tropa (1763), desaparecido en 1901.
8º. — Que sus cabos usen en sus insignias el galón de oro en el sombrero y vuelta de la casaca y más tarde como distintivo de su empleo (1763, 1845, etc.); este privilegio desapareció por razones de uniformidad en 1942.
9º. — Que sus tambores y cornetas usen la greca morada y blanca de Casa Real, en sus vueltas o botas.
Privilegios de carácter jurídico. — Entre otros disfrutaban de:
Fuero de atracción. — Entre otras cédulas antiguas, es reconocido por algunas de las indicadas en el apartado (a) del punto 2º en las que se indica y «También se ordena que de todas las causas civiles y criminales tocantes a ellos, hayan de conocer y conozcan en primera instancia, estando en tierra, en los reinos de Castilla, los presidentes y jueces oficiales de la Casa de contratación de Sevilla y en la Mar o en las Indias, los capitanes generales de armada y flotas en que sirvieren y en grado de apelación de todo, el Rey, mi Consejo real de Indias y no otras justicias ni tribunal alguno» (Barado, Museo Militar).
Posteriormente en los años de 1806, 1818, 1828, 1831 y otros, por dicho privilegio el Cuerpo juzgaba sus reos y los de los otros Cuerpos que no fueran de Casa Real; enjuiciaba las sumarias de sus componentes y de sus juicios se inhibían en su favor, el Consejo Supremo de la Guerra. El almirantazgo y el de los demás tribunales del reino.
También se le conoció al Cuerpo por el sobrenombre de «Valientes por Mar y Tierra», cuyo sobrenombre, a la usanza del ejército, llevaban en un escudo de distinción colocado en el brazo izquierdo. Le fue concedido por su bravura y bizarría en las campañas de América.
Entre los privilegios de carácter económico, fechado el 30 de abril de 1767 concede varias gracias a la tropa de los batallones de marina; a los sargentos 1º sencillos, cabos, tambores o pífanos y soldados concede un prest mensual de 94, 79, 50, 50 y 40 reales de vellón, respectivamente; a los soldados en tierra, nueve cuartos al día (ocho para rancho de dos comidas al día una a las once y otra a la oración); que se les asista con una cama de dos bancos, tres tablas, un jergón y un cabezal llenos de paja larga o esparto y una sábana grande que pueda doblarse. Seis reales al mes sobre su prest a cada soldado que en su Cuerpo cumpliese tres tiempos de cinco años…El soldado que hubiese merecido un premio no hará en su compañía la fatiga mecánica del cuartel como es ir por pan, leña o agua, ser ranchero o cuartelero… y continúa extendiendo estos privilegios económicos a los cabos y sargentos y a los que aprehendan desertores.
La segunda República suprimió, debido a su procedencia Real, algunos de estos privilegios, supresión que subsiste, como la de no llevar los galones dorados, los Sargentos y Cabos.
El preámbulo de las Ordenanzas del 1 de junio de 1621 decía lo siguiente: «Porque ha demostrado la experiencia los daños que han resultado de no andar las galeras de España tan bien armadas como conviene y cuán necesario es que se pongan en buen orden de navegar y pelear y que no sea necesario esperar a que de otras partes le vaya la Infantería, que, de ordinario, había menester añadirles, sino que, teniendo cada galera continuamente los soldados de su dotación, se hallen todas tan prevenidas que, en llegando la ocasión y orden de lo que deban hacer, puedan salir a ejecutarlo sin género de dilación, que es lo principal en que consiste el buen suceso de las facciones; he resuelto, por consultas de mi Consejo de Guerra y Junta, que con particular atención han tratado de esto, reformar las dichas galeras de España en la forma siguiente:
Los «Capitanes de Galeras» lo han de ser de aquí en delante de «Infantería y Galeras» Se ha de formar en cada galera de la escuadra una compañía de Infantería española, con Bandera, Alférez, Sargento y Tambor, y ha de ser de ochenta hombres, incluso la primera plana.
A los Alféreces y Sargentos que los Capitanes de las dichas galeras nombraren para sus Compañías no se les asienten plazas si no tuvieran las partes que se le declaran por las Ordenanzas Militares»
La Real Cédula del 31 de marzo de 1607 ordenó que se unieran los cargos de Capitán de Mar y Capitán de Guerra en las Armadas de las Indias; y la del 27 de febrero de 1637 preceptuaba que en la elección del personal del Tercio de Galeones se atuviesen a lo dispuesto en las Ordenanzas del 28 de junio de 1632. La Armada del mar Océano se regía por las Ordenanzas del 24 de enero de 1633, que determinaban lo mismo; lo que demuestra evidentemente que en estas Escuadras existían Compañías de Infantería de Marina con Reglamentos especiales y sin vínculo alguno con las del Ejército de Tierra.
El Tercio de Armada fundió en su escudo los del Tercio Viejo de la Armada del Mar Océano (1566) y el Tercio Nuevo de la Armada del Mar Océano (1682) y en su estandarte concentró todas las distinciones de las banderas de las unidades del Cuerpo ya que se había constituido con representaciones de los Tercios de todas las Zonas Marítimas.
Después de todo lo expuesto, seguimos igual que en 1717, lo que confirma mi posición o pensamiento, que no aprendemos, no necesitamos enemigos del exterior los tenemos en casa y de que nada vale, excepto el «Yo» personal e intransferible de cada uno de los españoles, nuestro sempiterno “individualismo”, ¿no vamos a cambiar nunca?, o por el contrario seguiremos mareando la perdiz, hasta que alguien se salga con la suya y nuestro Real Cuerpo de Infantería de Marina, se le atribuya una antigüedad, basada en la modernidad o sea la de 1969, negándonos en redondo a reconocer todo lo anterior, despreciándo por viejo u obsoleto con tal de ser siempre los últimos, y lo que otros ya tienen asumido, ¡que ya es decir!, por haber sido nuestros enemigos de siempre.
Resumiendo. La Real Infantería de Marina española tiene reconocida la antigüedad de 1537 en los siguientes documentos:
— Real Orden del 14 de febrero de 1722.
— Ordenanzas de la Armada de 1748.
— Resolución Real del 20 de mayo de 1748.
— Revocación de la Resolución Real del 25 de junio de 1749.
— Consejo Supremo de Guerra del 8 de marzo de 1871 y más recientemente, en 1978 fue confirmada por don Juan Carlos I por Real Decreto nº 1888. Pero es preciso reconocer que, desde el punto de vista orgánico el refrendo de documentos oficiales es interesante, pero totalmente secundario, ya que lo realmente importante es que exista o haya existido un órgano específico para una función específica y un buen aval de nuestra antigüedad, es que fue y es reconocida por nuestros enemigos de entonces, los ingleses, holandeses, franceses, norteamericanos, etc. Yo añado; que a todo y a todos, les ponen pegas porque si ellos no son los primeros, simplemente ¡no vale! Himno de la Infantería de Marina
Soy soldado español, de Marina,
que juré por mi Patria luchar;
donde voy, va delante mi lema:
Soy “valiente por tierra y por mar”.
Soy sobrio, incansable,
intrépido, firme,
duro en la fatiga,
bravo al combatir;
nunca el desaliento
en mi pecho anida…
¡La Historia me manda
vencer o morir!.
San Pedro Abanto,
y otros mil hombres,
de mi divisa
reliquia son;
y Martín Álvarez
y otros mil héroes,
son de mi escudo,
gloria y honor.
Son la aureola
que ni los siglos
ni los reveses
disiparán;
son el recuerdo
de mil hazañas
con las que formo
mi pedestal.
Que el morado pendón de Castilla
he jurado seguir y guardar,
y no olvido jamás que mi lema
es “valiente por tierra y por mar”.
Se dice que no hay un rincón del planeta llamado Tierra, donde no estén enterrados los huesos de un soldado español… y muy probablemente muchos de ellos correspondan a un soldado español del Real y Glorioso Cuerpo de Infantería de Marina.
He intentado hacerlo lo más corto posible, pero me he alargado un poco, incluso repetido, pero no por más decirlo las cosas cambian, hay quien cree que nunca ganamos a los británicos, que nuestras aportaciones a la ciencia naval son pura casualidad, nuestros buques se hundían con sólo mirarlos, no hemos descubierto ni aportado nada la ciencia náutica, ni conseguido ningún objetivo fehaciente, en definitiva que estamos aquí, pero no nos corresponde. Yo pregunto ¿entonces por que tanto empeño, sobre todo de nuestros actuales aliados británicos, en hacernos desaparecer del mapa?, a que viene tanta visita de submarinos nucleares a su gran triunfo llamado Gibraltar, ¡sólo para recordárnoslo! ¿cómo si no lo supiéramos?; si fuéramos tan insignificantes a que viene toda esa retahíla vertida sobre nuestra historia; a un gusano se le aplasta hasta con un dedo, no hace falta insistir siglo tras siglo (porque aun siguen) calumniando y hacernos creer lo que ellos quieren que creamos, pero siempre con menosprecio y despectivamente, ¿no será todo lo contrario?, que lo que realmente nos tienen es ¡Miedo!, porque en su fuero interno si que saben y de primera mano, lo que los españoles les hemos dado y no precisamente rosas ni bombones, porque si no es así sinceramente no lo entiendo, como es posible que con tanta derrota por nuestra parte y tanta victoria por la suya, en lo que hoy conocemos como Hispanoamérica (no Iberoamérica), sólo tengan un pedacito de tierra en el continente y cuatro islas, en las que se hable su idioma, como pudimos los españoles conservar trescientos años, nuestras posesiones ultramarinas; como decía Menéndez Pidal; «en alguna ocasión tuvimos que ganar, porque nada le pueden quitar al que nada posee»; y digo yo, con tanto perder y tan seguido, como tardaron trescientos años y encima ganaron tan poco, ¡pues caro les salió lo conseguido!; añadiendo: después de todo lo que les costó, resulta que nuestro trabajo duro de principio a fin 1492-1898, mientras que el suyo, considerando que en Trafalgar consiguieron el dominio total de la mar, sin posibles enemigos a la vista y que esto ocurría en 1805, hemos de estar de acuerdo que en 1941, lo perdieron, por no decir que fue en la conferencia de Washington de 1922, en la que ya quedaba igualado el tonelaje de acorazados entre la isla y sus hijos, por lo que el tan cacareado imperio británico sólo duro 136 años, en el primer caso y 117 en el segundo, contra los 406 años que lo tuvimos nosotros, ¿entonces en que son tan superiores?, ¿será por llevar aun el bombín?
Escribiendo esto me viene a la memoria una frase, dicha por el embajador español en la corte francesa de Luis XIV, cuando uno de los acompañantes del Rey, que paseaban por los jardines de Versalles, pasaron cerca de un rosal, se acerco, él era de una altura muy superior al español, alargando su mano cogió una rosa de las más altas, ofreciéndosela a la Reina, que a la sazón era María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, por lo que era española ¿seria por arrogancia o menosprecio al embajador?; entonces el español, que era mucho más bajito, desenvainó su espada (por supuesto una Tizona toledana) y de un tajo, hizo caer la rosa más alta del rosal, recogiéndola con la mano izquierda, impidiendo que cayera al suelo y ofreciéndosela a su vez a la Reina; se volvió al francés y le espeto: «Donde un español no llega con la mano, llega con la punta de su espada» ¿por qué no seguimos su ejemplo?.
Bibliografía:
Rivas Fabal, José Enrique. Historia de la Infantería de Marina Española. Editorial Naval, 3ª edición, noviembre de 1985.
Montero Lozano, José Luis. La Infantería de Marina, su organización; sus hechos; su Misión. Editorial Naval. Madrid 1949.
Muñóz y Fernández, Cristóbal.: Apuntes Históricos, referentes al Cuerpo de Infantería de Marina en el Archipiélago de Filipinas, años 1848 a 1876. Imprenta del Carmen. San Fernando, 1911.
Santa Cruz de Marcenado, Marqués de.: Reflexiones Militares. Ministerio de Defensa. Madrid, 2004. Edición facsímil de la de 1885.
Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.
Todoavante ©
PD: Por pura casualidad he encontrado de donde se sacan los datos, para afirmar que la Infantería de Marina sólo existe desde que, se le dio el mando a los oficiales del Cuerpo General de la Armada.
Una vez más (ya he perdido la cuenta) afirmo que: no necesitamos ningún extranjero para denigrarnos, somos los españoles que no se por que oculto sentimiento, nos bastamos para empujarnos al suelo unos a otros y entre todos la historia (léase España)
Refiriéndose al combate naval de Santiago de Cuba (aquí si entramos en lo que realmente me gusta), en un apartado de su escrito copiado textualmente, se desliza un error, dice: «La escuadra americana contaba con el Iowa, de 11.410 toneladas; el Indiana, de 10.288; el Brooklin, de 9.721; los Massachussets y Oregón, de 10.288; el New York, de 8.200; Minneápolis, de 1.375, y Texas de 6.315, acorazados metálicos, modernos, con protección para su personal en las piezas de tiro y blindaje de sus costados, impenetrables a nuestros calibres. Total 14 cañones de 32 centímetros 38 de 20 y 194 de 15» Historia de la Infantería de Marina Española, de don José Enrique Rivas Fabal, tomo II, páginas 308 y 309. Editorial Naval, 3ª edición, noviembre de 1985.
Pues bien estos datos al igual que todo lo escrito, por haberlo repasado, están sacados del mismo libro que yo, sólo que él ha cogido el segundo volumen, para extraer lo que le interesaba y yo el primero, (por la misma razón) para contradecir lo expuesto por él ¿cómo es posible que leyendo lo mismo, opinemos tan diferentemente, donde esta el diablo, a que intereses servimos, porque estas diferencias de opinión, si el libro es el mismo, sólo que diferente volumen, como interpretamos las cosas o es que ninguno de los dos sabemos lo que decimos?, se podría seguir pidiendo explicaciones, pero me da la sensación de que no serviría para nada.
Con la frase siguiente queda demostrado y por alguien que sin ningún género de dudas, fue el más sabio por lo menos del siglo XX. ¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Albert Einstein.
Alguien es posible que se pregunte como lo he podido averiguar, es muy sencillo, primero, haberlo leído todo; segundo, memoria.“Saber, es acordarse”. Aristóteles. Al leer este capítulo de la obra, me pareció que había algún error y así era, el Mineápolis no tenía 1.375 toneladas sino 7.450, un cañón de 20,3 centímetros y dos de 15,2 centímetros, además no estuvo presente en el combate; el Massachussets, estaba el día anterior, (verificado por don Víctor Concas, por orden del almirante Cervera) pero tampoco el día del combate, se supo posteriormente que se había ido a rellenar las carboneras, por lo tanto esto y nada más que esto es lo que me llevo a localizar de donde se habían sacado todos los datos, que ponen en duda la historia de la Infantería de Marina, para que quede constancia fehaciente y extraído del libro, «La Escuadra del Almirante Cervera» escrito por su jefe de Estado Mayor, don Víctor María Concas y Palau, que como es natural estuvo presente en el combate como comandante del Infanta María Teresa, he sacado los nombres, pero las características de ellos del Jane’s Fightin Ships de 1905-6, edición de 1970, facsímil, los buques y sus características son las siguientes: Iowa, de 11.410 toneladas, 110,40 metros de eslora, 21,90 de manga, 8,50 de calado, velocidad máxima de 17 nudos y armado de cuatro cañones de 30,5 centímetros, ocho de 20,3 y seis 10,1; Indiana y Oregón, que con el Massachussets no presente, eran del mismo tipo y los primeros acorazados que fueron catalogados por numerales, aunque nunca los llevaron en sus amuras y que les correspondían por el mismo orden expuesto el BB-1, BB-3 y BB-2, esto esta sacado de otro libro, de Ian Allan, tenían 10.288 toneladas, 107.06 metros de eslora, 21,12 de manga y 7,32 de calado, velocidad máxima de 15 nudos y armado de cuatro cañones de 33,4 centímetros, ocho de 20,3 y cuatro de 15,2; Texas, de 6.300 toneladas, 91,80 metros de eslora, 19,52 de manga y 7,32 de calado, velocidad máxima de 17 nudos y armado con dos cañones de 30,5 centímetros y seis de 15,2; y los cruceros acorazados, New York, de 8.200 toneladas, 115,90 metros de eslora, 19,52 de manga y 8,54 de calado, velocidad máxima de 21 nudos y armado con seis cañones de 20,3 centímetros y doce de 10,1 y el Brooklyn, de 9.215 toneladas, 122 metros de eslora, 18,40 de manga y 8,50 de calado, velocidad máxima de 21 nudos y armado de ocho cañones de 20,3 centímetros, doce de 13,0 y doce de 5,7.
Como se podrá comprobar tampoco llevaban cañones de 32 centímetros como se dice, sino más bien de 33,4 centímetros que no es poca la diferencia, pero tampoco eran 14 las piezas sino 8, aunque eso sí suficientes para que ocurriera lo que todos sabemos y sabiendo como estaban construidos los nuestros, que lo único que llevaban protegido era la cintura con una plancha de 30 centímetros, de ahí que en España, se les llamase cruceros fajados por los especialistas, no acorazados como figuran en más de una publicación de la época, además se cometió un error que resulto muy grave y de consecuencias fatales y fue que llevaban mucha madera, incluso en los interiores, de ahí que los incendios se propalaran tan fácilmente y al no estar protegidos las astillas causaran más bajas que los mismos proyectiles, aunque no fue la única causa, simplemente nacieron y murieron, estos cruceros con una idea que demostraron que no eran eficaces, para enfrentarse a buques realmente bien protegidos, como eran los acorazados; (lo mismo que en la Batalla de Jutlandia les sucedió a los cruceros británicos), como siempre se optó por un diseño inglés intermedio, por la razón tantas veces aludida de falta de presupuesto, (que es una constante en nuestra historia) demostrando una vez más que el ahorro en defensa, se traduce después en un considerable aumento del coste en vidas humanas, no hay que escatimar gastos para tratar de evitarlas, de lo contrario las consecuencias siempre las pagan los mismos, los españoles y España, e insisto no quiero entrar en política, pero contéstense a dos preguntas; ¿quién hace los presupuestos?, ¿quiénes mueren en los combates?, si se ha respondido, ¡no haré más preguntas!.