Reggio y Gravina Brachiforte y Gravina, Carlos Biografia

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Carlos Reggio y Gravina Brachiforte y Gravina Biografía


 Retrato al oleo de don Carlos Reggio y Gravina
Carlos Reggio y Gravina Brachiforte y Gravina.Cortesía del Museo Naval. Madrid.


Teniente general de la Real Armada Española.

Caballero de Justicia de la Orden de San Juan de Jerusalén de Rodas y Malta.

Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.

(El escudo del retrato de don Carlos Reggio, está compuesto: En su primer cuartel con las armas de su abuelo Esteban II; segundo cuartel, las armas de su abuelo materno Gravina; tercer cuartel con las armas de su abuela paterna doña Dorotea Brachiforte; cuarto cuartel con las armas de su abuela materna, que también era Gravina. Detrás del escudo aparecen las ocho puntas de la Cruz de la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, y en el pie sobresalen dos cañones, dos anclas y colgando del aspa inferior de la Cruz de San Juan, un tambor. Todo esto último en referencia a su profesión de marino y militar.)

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Palermo en la isla de Sicilia, por el año de 1713, su padre fue don Luís Reggio y Brachiforte Saladino y Colonna, descendiente a su vez del Príncipe de Aci, San Antonio, San Felipe y Campo Florido y su madre doña Caterina Gravina y Gravina descendiente de los Príncipes de Carini, duques de San Miguel con Grandeza de España. Y sus tíos los famosos e ilustres generales de la Real Armada España, don Miguel y don Andrés Reggio y Brachiforte Saladino y Colonna.

Hoja de Servicios

Sus padres, a pesar de la niñez de Carlos, viajaron a España en el año de 1715, comprando una casa en la actual Guipúzcoa donde se instaló la familia, aunque Carlos no era el primogénito. Fue educado en sus primeras letras en los mejores colegios de la zona y al cumplir los catorce-quince años quiso emular a sus familiares, por lo que se elevó la petición a S. M. quien le concedió la Carta-Orden de ingreso en la Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Cádiz, sentando plaza el día siete de junio del año de 1728.

Al pasar el examen de la teoría se le ordenó embarcar para proseguir sus estudios prácticos, embarcando como guardiamarina en varios y diferentes buques, realizando los cruceros por el Mediterráneo y los consabidos de protección del tráfico marítimo entre los cabos de Santa María y San Vicente, en una de sus arribadas a la bahía de Cádiz, pasó el examen final y por Real Orden del día diez de febrero del año de 1731 se le concedieron sus primeros galones de alférez de fragata, continuando por un tiempo con las mismas navegaciones y cruceros.

En la primavera del año de 1732 se le ordenó incorporarse a la escuadra y flota, al mando del general don Francisco Cornejo, yendo de segundo de ella el general don Blas de Lezo, con un ejército al mando del duque de Montemar, con la misión de recuperar la plaza de Orán y Mazalquivir. En los combates demostró valentía y coraje a más de buenos conocimientos, consiguiéndose conquistar ambas plazas, recibiendo así su bautismo de fuego.

De regresó se le ordenó incorporarse a la división del mando de don Blas de Lezo, que zarpó de Cartagena para realizar la misión de vigilancia de nuestro tráfico marítimo, el día siete de febrero del año de 1733 en aguas de Mostaqué se avistó una vela, ordenando don Blas poner rumbo de vuelta encontrada, hasta que se pudo distinguir que era un navío de la Regencia de Argel, al que se le dio caza y ante su pertinaz defensa fue echado a pique por el constante bombardeo de la división.

Al regresar en una de sus arribadas para reabastecerse la división, se encontró con la Real Orden del día diecinueve de agosto del mismo año, por la que se le ascendía al grado de alférez de navío. Con la misma se le ordenaba embarcarse en la escuadra del conde de Clavijo, zarpando del puerto de la ciudad de Barcelona el día diez de diciembre siguiente, con rumbo a la isla de Sicilia y la ciudad de Nápoles, prestando protección a un convoy que trasportaba tropas para aquellos reinos, donde permaneció un tiempo realizando diferentes comisiones.

Regresó de la anterior expedición con rumbo de Nápoles a la bahía de Cádiz en la división del general don Gabriel Alderete, con la que se puso rumbo a la bahía de Cádiz, en el trayecto el día seis de octubre del año de 1734 se encontraron con tres velas de la Regencia de Argel, entrando en combate con ellos, pero por ser más ligeros y rápidos, sólo pudieron capturar a un jabeque argelino del porte de 16 cañones después de un corto combate. Al arribar se encontró con la Real Orden del día diez de abril próximo pasado, por la que se le comunicaba su ascenso al grado de teniente de fragata.

De momento se quedó en el mismo Arsenal cumpliendo trabajos de su nuevo grado. Se le ordenó embarcar y zarpó para una comisión encomendada al comandante del buque con rumbo al puerto de Lisboa, al concluir se reincorporo a su Departamento con el buque, continuando en su anterior destino.

En el año de 1737 se le ordenó embarcar zarpando con rumbo a las Antillas y Tierra Firme, para recoger el situado haciendo escalas en San Juan de Puerto Rico, Habana, Veracruz, Cartagena de Indias, La Guaira y Puerto Cabello, regresando sin contratiempos a la bahía de Cádiz ya en el año de 1738.

Un tiempo después, se le dio la orden de embarcar de nuevo, pero esta vez el crucero era mucho más largo, puesto que arribaron al puerto Soledad en las islas Malvinas para reforzar el trapo y jarcia para cruzar el cabo de Hornos, lo que se hizo sin ninguna complicación extra arribando a Valparaíso, después a Arica y el Callao, retornando por las mismas aguas a la bahía de Cádiz, donde volvió a incorporarse a su destino en tierra, hasta que recibió la Real Orden del día tres de julio del año de 1740, por la que se le ascendía al grado de teniente de navío.

A pesar de su grado, por Real Orden se le entregó el mando de su primer buque, que fue la fragata Palas, con la que cruzó el océano y arribó al Río de la Plata, pasando posteriormente al apostadero de Montevideo, desde donde se hizo a la mar y regresó a la bahía de Cádiz, al arribar se encontró con la Real Orden del día veintitrés de marzo del año de 1741, por la que se le ascendía la grado de capitán de fragata. Por lo que permaneció en el grado de teniente de navío, solo siete meses y veinte días.

Al poco de arribar se le dio la orden de cruzar entre los cabos de Santa María y San Vicente, e incluso llegar a las islas Terceras, en la típica misión de protección de los buques que obligatoriamente tenían que recalar en ellas procedentes de los virreinatos españoles en tierras del continente americano. En una de sus arribadas a la bahía de Cádiz, le entregaron una Real Orden fechada el día veintiséis de noviembre del año de 1742, por la que se le ascendía al grado de capitán de navío. Por lo que de nuevo en el grado anterior solo estuvo veintiún meses y tres días, justo en los grados que normalmente más tiempo estaban todos por ser de mayor responsabilidad.

Se le nombró Mayor General del Departamento de Cádiz, permaneciendo en él hasta recibir la Real Orden del día treinta y uno de julio del año de 1744, por la que se le cambiaba el destino al Departamento de Cartagena. Se traslado en postas y llegó el día cinco de agosto a su nuevo destino, donde el General marqués de la Victoria le entregó el mando del navío Brillante, haciéndose a la mar casi inmediatamente para realizar la misión de corso, permaneciendo en ella hasta mediados del año de 1746, en que por estar enfermo se le concedió licencia para restablecerse, pasando por sus medios a la ciudad de París.

Una vez ya recuperado de sus dolencias, se presentó en el Departamento el día veinte de noviembre del año de 1747, donde se le destinó como Subinspector de pertrechos del Arsenal, permaneciendo en este destino hasta la llegada de una Real Orden del día catorce de febrero del año de 1750, por la que se le destinaba al Departamento de Ferrol, pero con fecha del día dieciséis de marzo siguiente se tuvo que encargar interinamente de la Comandancia General del Departamento, razón por la que no pudo cumplir la de incorporarse a Ferrol, permaneciendo en este cargo hasta la llegada de su propietario, que fue el día veintisiete de abril.

Pero el día diecisiete de julio el Comandante General del Departamento, el general don Francisco Liaño, lo eligió para Vocal de la Junta de Asistencia, ya que este general lo considero dentro de su grado de los de más alta capacidad para permanecer en la Junta, que era de reciente creación y como servicio de previsión para que nada faltara en el Departamento y Arsenal. Permaneció en su puesto hasta que se vio obligado a pedir Real Licencia para viajar a la isla de Malta, siendo ésta por un tiempo mínimo de un año durante el cual alcanzaría el grado de Caballero de Justicia de la Orden de San Juan de Jerusalén, por esta razón se la concedió el Rey con fecha del día doce de diciembre del mismo año de 1750.

Se encontraba en la isla de Malta y había ya transcurrido el tiempo de la licencia, por lo que el Rey por Real Orden del día veintidós de marzo del año de 1752, le ordena regresar a su Departamento de destino, en Cartagena. Encontrándose en su puesto sucedió el óbito del Comandante General del Departamento y el Rey le nombro interinamente en el puesto del fallecido, en el que cesó el día cuatro de marzo siguiente a la llegada del propietario.

Por Real Orden del día tres de febrero del año de 1754, se le ordena embarcar en el navío Infante, lo que efectúa el día uno de abril siguiente, en el que enarbolaba su insignia el jefe de escuadra don Francisco Orozco, zarpando la escuadra el día veintiuno del puerto de Cartagena, yendo cargados de tropas y otros materiales los buques con rumbo a la isla de Mallorca, los primeros para reforzar la guarnición y los segundos para construir dos jabeques que se encontraban en grada en la ciudad, cumplida la misión arribó a su puerto de partida el día diecisiete de junio siguiente.

Zarpó de nuevo la escuadra rumbo al puerto de Málaga el día cinco de julio, donde fueron cargados los buques con un situado de cien mil pesos, para regresar a Cartagena el día cinco de agosto. Se le ordenó trasbordar al navío Tridente, con el que estuvo realizando misión de guardacostas entre los cabos Gata y Tres Forques, estando en esta misión el día veinte de octubre se divisaron tres velas, por lo que dio la orden de navegar de vuelta encontrada, al estar cerca de ellos supieron que eran un navío y dos jabeques de la Regencia de Argel, a los que intento dar caza pero por ser más ligeros consiguieron escapar, prosiguió su crucero sin más encuentros y el día dieciséis de diciembre fondeaba en el puerto de Cartagena.

Encontrándose en su destino, recibió la Real Orden del día treinta de mayo del año de 1755, por la que se le notificaba su ascenso al grado de jefe de escuadra, (en ésta época no existía aún el grado de brigadier) al parece debido a sus ascensos iniciales tan rápidos, ahora había estado trece años en el grado de capitán de navío, prestando siempre unos buenos servicios en la mar, adquiriendo una gran maestría en el manejo de los buques.

De nuevo falleció el Comandante del Departamento, el teniente general don Ignacio Dauteville, por lo que el Rey le nombró Comandante interino el día quince de enero del año de 1756, permaneciendo en esta alta responsabilidad hasta la llegada del nuevo propietario, a quien le entregó el mando el día diez de agosto siguiente.

Por fallecimiento del Rey don Fernando VI, la Reina madre Regente del Reino, ordenó que una escuadra fuera a Nápoles para traer al nuevo Rey don Carlos III a España, se formó una expedición al mando del general don Juan José Navarro de Viana marqués de la Victoria, con una escuadra de diecisiete navíos, cuatro fragatas, seis jabeques, dos tartanas y ocho barcas. La cual estaba a su vez compuesta por tres divisiones, la del mando del general don Juan José Navarro con insignia de teniente general en el navío Fénix de 80 cañones, buque en el que iban los tres capitanes de navío designados entre ellos Winthuysse como Guardia de Honor del Rey; la del mando del teniente general don Pedro Fitz-James Stuart, con insignia en el navío Galicia de 70, y en la capitana de la división del jefe de escuadra don Carlos Reggio con insignia en el navío Triunfante de 70.

Arribaron a Nápoles y se comenzó a cargarse los diferentes buques con los baúles de la Casa Real, por último embarcó don Carlos y la Reina doña María Amalia de Sajonia, con Sus Altezas Reales, el príncipe don Carlos y los infantes don Gabriel, doña María Josefa y doña María Luisa quienes lo hicieron en el navío de don Juan José Navarro, mientras que Sus Altezas Reales don Antonio y don Francisco Javier, lo hicieron en el insignia de don Carlos Reggio.

Al siguiente día siete de octubre del año de 1759, que era domingo con un esplendido Sol mar en calma al igual que el viento, se fue realizando una navegación muy placentera, como si el Dios Eolo no quisiera molestar a la Real Familia, pero a pesar de esto comenzó por marearse la Camarera mayor de la Reina, Duquesa de Castropiñano y poco a poco el resto de damas, lo curioso del caso es que la Reina aguantó mucho más, pero cuando le cogió a ella ya no había nadie de su Real servicio que le pudiera auxiliar, por lo que exclamó: «questo movimiento de la barca me face un imbroglio di ventre», pero no quedó ahí la cosa, sino que incluso los Guardias de Corps de la escolta Real fueron cayendo todos, eso sí, bajo la mirada disimulada de los Guardiamarinas pues apenas podían controlar las risas, así todos rindieron el tributo del novato al Dios Neptuno. Con la excepción del Rey don Carlos III.

Nadie del personal al servicio directo de la Familia Real pudo levantar cabeza a excepción del Rey, hasta fondear en el puerto de la Ciudad Condal el día dieciséis del mismo mes, desembarcada la familia Real y sus enseres la escuadra se hizo a la vela regresando a Cartagena el día dos de noviembre.

Mientras la escuadra navegaba a su puerto base, S. M. dictaba una Real Orden general por la que todos los oficiales que habían estado a bordo de los buques a su servicio fueran ascendidos un grado, por esta causa con fecha del día quince de octubre fue ascendido al grado de teniente general. Pasando de nuevo a tomar el mando interinamente del Departamento de Cartagena el día dieciocho de diciembre.

Se encontraba en el Arsenal cuando recibió la Real Orden del día veintinueve de marzo del año de 1760, por la que se le entregaba el mando de la escuadra y flota de Indias, por esta razón cesó en el mando del Departamento y entregándolo el día nueve de abril, pasando al Departamento de Cádiz, al tomar el mando repasó los buques y su carga, al estar todo en condiciones zarpó el primer día que los vientos fueron favorables, con rumbo a Tierra Firme tocando en los puertos acostumbrados de La Guaira, Cartagena de Indias, Veracruz y la Habana, cargando en todos ellos el situado, zarpando con rumbo a la bahía de Cádiz, donde arribó el día doce de septiembre del año de 1761, con otra escuadra de Tierra Firme.

Se había quedado en el Departamento de Cádiz, cuando recibió una Real Orden del día once de diciembre siguiente, por la que debía pasar a tomar el mando interinamente del Departamento de Cartagena, donde llegó el día veintidós, tomando posesión del cargo el día veinticuatro. Recibió otra Real Orden con fecha del día catorce de mayo del año de 1762, cesando en el Departamento el día veintisiete siguiente, pues tenía que desplazarse al de Cádiz y allí tomar el mando de una escuadra, para ir a rumbo desconocido y desempeñar una comisión secreta.

Cumplió la comisión y de nuevo en postas viajó a la Villa y Corte a informar personalmente al Rey, reincorporándose de nuevo a Cádiz en las consabidas diligencias. Encontrándose en el Arsenal recibió una Real Orden del día dieciocho de julio del año de 1763, por la que se le comunicaba su cese en su anterior mando y pasase a su anterior destino en el Departamento de Cartagena, a donde llegó el día seis de agosto siguiente, todo porque después del ataque a la Habana por los británicos se había firmado de nuevo otra paz y ya no era necesario tener aprestada la escuadra de Cádiz de su mando.

Se encontraba disponible en el Departamento de Cartagena, cuando recibió la Real Orden del día quince de mayo del año de 1764, para ocupar interinamente el cargo de Comandante General del mismo, por haber pedido licencia su propietario el general don Blas de la Barreda, tomando posesión el día veintiocho siguiente y entregándoselo a su regreso el día once de octubre, regresando a la situación de disponible.

Por zarpar con la escuadra por Real Orden el Comandante del Departamento en comisión secreta, se hizo cargo de nuevo de la Comandancia General el día veinticinco de mayo del año de 1765, permaneciendo en su puesto hasta el regreso de su propietario el día once de octubre siguiente, pasando otra vez a estar disponible en la misma plaza.

Sucedió que le sobrevino el óbito al general don Blas de la Barreda, por lo que se hizo cargo del Departamento interinamente, hasta que le llegó la Real Orden del día veinte de septiembre de 1769, por el que se le otorgaba en propiedad el destino, con los que por ser cargos anexos tomó posesión del Gobierno Militar de la ciudad y al siguiente día del Gobierno Político. Su mayor preocupación se centró en la construcción de los dos fuertes que daban protección a la entrada del puerto, así como reforzar la muralla del mismo que cerraba el paso a la ciudad, interviniendo personalmente en el diseño y formas más apropiadas para ellos.

Por Real Orden del día cuatro de noviembre del año de 1772, se le ordena reorganizar algo el tema del cambio de moneda en su jurisdicción Política, pues aún corrían y se aceptaban monedas de reinados muy anteriores, lo que producía un conflicto de cálculos a la hora de pagar cualquier mercancía, por ello en la Real Orden entre otras cosas le dice: «recoger por cuenta del Real Erario todas las seisenas falsas, ilegitimas y dineros Valencianos que hubiere en la ciudad de Cartagena, y que no corran en dicha ciudad, ni en los demás pueblos de Murcia» (p. ej. el Dinero se estaba acuñando desde el año siguiente (1239) de ser ganada la ciudad de Valencia por el Rey don Jaime I de Aragón)

Casi el último servicio que prestó fue cuando recibió a principios del mismo año de 1773, la preocupación del Monarca a cerca del problema de alojamiento de presidiarios y esclavos que por falta de lugar, se encontraban hacinados en instalaciones con solo un techo e incluso aprovechando aún los viejos cascos de las pocas galeras que se encontraban fondeadas en el puerto.

Don Carlos Reggio escribió al Rey explicándole el gran problema, que no era otro que la falta de espacio, por lo que reclamaba una aportación económica importante para construir un cuartel y allí instalar a la gente. Visto y enterado S. M. le indicó que se construyera el mencionado edificio, para lo que se desplazó don Mateo Vodopich como jefe de la obra y su director. En el diseño del cuartel intervino muy directamente don Carlos, convencido de la posible construcción don Mateo se puso a ello y como primera medida se fue llamando a todos los que después lo iban a ocupar y ellos mismos construyeron el cuartel, comenzándose las obras en el propio año de 1773, quedando concluido ya fallecido don Carlos en el año de 1785, pero todo él lleva la impronta de su diseñador.

Continuó desempeñando sus cargos hasta que enfermó, por lo que elevó petición de licencia para ir a los baños de Alhama de Murcia para recuperar su pérdida de salud, lo que le fue concedido saliendo de la ciudad el día veintiocho de junio del año de 1773.

Pero no era hombre que pudiera estar inactivo, por lo que encontrándose un poco mejor se presentó en el Departamento el día doce de julio siguiente, pero ya en el viaje de postas se volvió a encontrar mal, por lo que a pesar de estar ya en su puesto no pudo tomar posesión de él, la enfermedad prosiguió su avance y el día doce de septiembre siguiente abandonaba este mundo.

Al saberse la noticia, todos los buques de la escuadra fondeados en el puerto, tributaron con veintiuna salvas cada uno al afamado general fallecido.

Estaba en posesión entre otras condecoraciones de la: La Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III.

Cosa rara en tan elevada persona, se desconoce el lugar de su sepulcro, lo que nos lleva a pensar que muy posiblemente dadas las dificultades higiénicas de mantener un cuerpo en esos años, siendo además muy querido en la ciudad, es muy posible que fuera sepultado en alguna iglesia de la misma. Pero como en ella a través de los años han sucedido muchas guerras, es muy posible que el lugar fuera destruido y de ahí la falta de conocimiento que hoy tenemos sobre ello.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

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Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Museo Naval. Madrid, 1973.

Fernández Duro, Cesáreo.: Viajes Regios por Mar en el transcurso de quinientos años. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1893.

González de Canales, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Olmedo Álvarez, Julio y Díaz Vallés, Joaquín.: Heráldica. Ediciones Libertarias. Madrid, 1998-2001. 6 Tomos.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Reggio d’Aci, Franco. Descendiente de la familia.Sin su eficaz ayuda no hubiera sido posible detallar tanto.

Rodríguez de Campomanes, Pedro. Conde de Campomanes.: Itinerario de las carreras de postas. Facsímil de la edición príncipe de 1761. Ministerio de Fomento. Madrid, 2002.

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