Patero Chacon, Francisco Biografia

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Biografía de don Francisco Patero Chacón


 Grabado de don Francisco Patero Chacón. Teniente de navío de la Real Armada Española.
Francisco Patero Chacón.
De la obra don Pedro de Novo y Colson


Teniente de navío de la Real Armada Española.

Contenido

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Cartagena, no sabiéndose su fecha de nacimiento, pero sí la de su bautizó, que lo fue el día diez de noviembre del año de 1838, siendo sus padres don Francisco Patero y Morales, quien contrajo matrimonio con doña María Gertrudis Chacón y Michelena, en la parroquia Castrense de la ciudad de Cádiz el día doce de junio del año de 1835.

Hoja de Servicios

Su padre era Oficial Primero del Ministerio de Marina y su abuelo paterno, don Ciriaco Patero y del Real, Cruz de Carlos III, su madre era hija de don Francisco Javier Chacón y del Valle, teniente de navío de la Real Armada y su bisabuelo materno, don Francisco Javier Chacón, Tesorero General de las Reales Rentas de Málaga, por lo que se presentó como aspirante en el Colegio Naval Militar, sentando plaza el día catorce de enero del año de 1851.

El hecho más relevante de su vida y por lo sucedido, es de suficiente valor histórico como para figurar en cualquier escrito con referencia a la Historia Naval, tuvo lugar en la entonces ciudad británica de China, llamada Honk Kong.

Era una persona joven de mucho carácter y de convicciones fijas, por lo que se adornaba su carácter con una firmeza sin igual, pues siendo capitán de un vapor correo, entre la Península y las islas Filipinas, estaba en el puerto mencionado realizando una escala.

Al parecer varios de sus hombres desembarcaron en el puerto y sin motivos, las autoridades británicas pretendieron llevarse preso a un compañero.

Al darse cuenta, que se trataba de una injusticia total la que se intentaba llevar a cabo, a viva voz llamó a la guardia, a la que dio orden de desembarcar y recoger al compañero, acción que se llevo a efecto, pues los policías británicos no se esperaban tal reacción, siendo subido a bordo.

No contento con esto y para demostrar, que llevaría su razón hasta sus últimas consecuencias, ordenó tender sobre el portalón de acceso al buque la bandera de España, dejando bien claro, que se abriría fuego sobre cualquier persona que intentara hollar con la planta de su pie el primer escalón de la escala de acceso, pues para ello tendría primero que quitar la bandera, lo que consideraría un acto de guerra.

Con su gritos, llamó la atención de otros buques que estaban en sus cercanías, los cuales llevaban banderas de diferentes naciones, por lo que se fueron reunido varios de estos capitanes, los cuales y después de oír a Patero, hallaron más que justificada su entereza y contumaz posición, por lo que le prestaron todo su apoyo, recriminando a las autoridades británicas, las cuales para que el asunto no llegara a más, desistieron de su intención de que desembarcara el marinero español.

Así se pudo hacer a la mar con toda sus tripulación y las autoridades británicas, con las ganas de poder hacer una más de las suyas.

La fecha del hecho no se conoce, pero debió de ser a principios de la década de los años sesenta del ochocientos.

Volvemos a perderle la pista, y ya nos lo encontramos de teniente de navío al mando de la corbeta Vencedora, con la que participó en toda la campaña naval del Pacífico, llegando a su final, con las acciones en que tomo parte de los bombardeos de Valparaíso y el Callao, formando parte de la III división junto a la fragata Almansa.

Acciones en las que siempre estuvo en su puesto y lugar ordenado, cumpliendo con el máximo honor la misión encomendada, pues estuvo presente en varias acciones, donde quedó demostrado, tanto su pericia marinera, como su valor.

Al dividirse la escuadra, la goleta Vencedora, fue designada para acompañar a la fragata acorazada Numancia, al mando del brigadier Pezuela, junto a la Berenguela y el transporte Marqués de la Victoria, con rumbo a las islas Filipinas, pero se declaró el escorbuto dando libertad a cada comandante para que viajara a su máxima velocidad, arribando a la isla de Otahitit, la Berenguela el día nueve de junio, el Marqués de la Victoria y la Vencedora el día trece, los mercantes apresados Uncle–Sam y Maturana el día diecisiete, por último lo hizo la Numancia el día veinticuatro, donde en poco tiempo y por el cambio de dieta fueron mejorando bastante rápidamente todos. Como anécdota, el tabaco en el viaje llegó a escasear tanto, que su precio a bordo llegó a la increíble cifra de ocho duros la libra.

Se aprovecho la estancia para repasar los fondos de los buques, pero a su vez las autoridades francesas se portaron muy bien, ya que al menos una vez por semana había una fiesta con música y baile. El día diecisiete de julio zarparon con cierta tristeza de éste puerto, realizando el saludo al cañón al pabellón francés, peo esta vez el brigadier Pezuela en cuanto se perdió de vista el puerto, dio la orden para que cada buque navegara a su mayor andar, pues aún quedaban por la proa otras mil millas, así comenzaron a entrar en la bahía de Manila, por el mismo orden anterior entre mediados de agosto y el día ocho de septiembre que lo efectuó la Numancia, el recibimiento y estancia no desmereció en nada al ofrecido por las autoridades francesas, solo que en Manila la mayor parte se hizo por suscripción popular.

Don Francisco Patero, se quedó en la capital por necesidades del servicio, ya que había escasez de oficiales y si había (cosa rara) buques pequeños para mandar, por lo que no pudo completar la vuelta al mundo dada por el primer buque acorazado en la historia naval mundial.

Al estar allí conoció a la hija del Comandante General del apostadero, con la que un tiempo después contrajo matrimonio, realizando un viaje a Honk Kong, desde donde escribieron a don Antonio Osorio y Mallén, que pronto embarcarían con rumbo a Manila. Estaba preparado para salir el transporte de guerra Malaspina , [1] pero como jefe del apostadero sabía que era el peor de los buques de este servicio, así que ordenó que se hiciera a la mar para que llegará antes que sus hijos, y poder enviar un segundo que sería en el que embarcarían con mayor seguridad.

Pero a veces el destino está escrito, ya que tanto Patero como su esposa, querían darle una alegría anticipando su viaje, razón por la que embarcaron en el Malaspina, por causas desconocidas pues no hubo supervivientes, este buque naufragó sobre el mes de agosto del año de 1868, suponiéndose tuviera la culpa, el mal estado del buque a lo que se unió cruzarse en su derrota con un tifón [2] en el mar de la China, el cual su casco no soporto las grades olas y se fue a pique, arrastrando con él a todas las personas que se encontraban a su bordo, entre ellos a Patero y su esposa.

Así, un español más y junto a su esposa está enterrado en el océano Pacífico; llamado otrora « El Lago Español » por nuestros entonces enemigos, haciendo compañía a muchos otros que les precedieron y otros que le siguieron, no en balde se le bautizó por otro español, con el nombre de Pacífico, un bonito nombre para hallar la paz y la gloria de la eternidad.

Notas

  1. En esta época, los transportes en el archipiélago cubrían la misión de correos con la colonia británica, por ser un nudo de comunicaciones muy importante y el único medio de que la correspondencia llegara con cierta regularidad, entre las Filipinas y la Península, y viceversa.
  2. Se sabe por fuentes británicas que efectivamente a mediados de ese mes hubo un par de ciclones-tifones en la zona, no sabiendo exactamente cuál de ellos coincidió con el paso del buque, ya que la no dejar rastro todo son conjeturas.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga, 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia universal Ilustrada. Espasa. Tomo 42, 1920, página 759.

García Martínez, José Ramón.: Méndez Núñez (1824-1869) y La Campaña del Pacifico (1862-1869). Xunta de Galicia, 2000.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Lledó Calabuig, José.: Buques de vapor de la Armada Española, del vapor de ruedas a la fragata acorazada, 1834-1885. Aqualarga. 1998.

Novo Colson, Pedro de. Historia de la Guerra de España en el Pacífico. Madrid, 1882.

Santiago y Hope, Javier de.: Álbum de la Guerra del Pacifico (1863-1867) Museo Naval y Fundación Alvargonzález. Gijón, 1997.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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