Gomendio y Castillobeitia, Anselmo Baltasar de Biografia

De Todoavante.es

Saltar a navegación, buscar


Biografía de don Anselmo Baltasar de Gomendio y Castillobeitia



Jefe de escuadra de la Real Armada Española.

Orígenes

Vino al mundo en la población de Oñate, perteneciente actualmente a la provincia de Guipúzcoa, a lo largo del año de 1760. Fueron sus padres, don Antonio de Gomendio y Elosegui, y de su esposa doña María Josefa de Castillobeitia de Meabe.

Hoja de Servicios

Proveniente de familia de hijosdalgo pidió y se le concedió la Carta Orden de ingreso en la recién creada Compañía de Guardiamarinas de Ferrol y a pesar de tener la concesión firmada con fecha del día 2 de julio del año de 1776, no empezó las clases hasta que la Compañía se puso en marcha el día 3 de agosto siguiente. Expediente N.º 1.478.

Se le entregaron sus primeros galones de alférez de fragata el día 8 de agosto del año de 1778, siendo un caso poco común, que con solo dos años de Compañía fuera ascendido.

Fue ascendido por Real orden del día 16 de septiembre del año de 1781 al grado de alférez de navío.

En la expedición al mando de don Antonio Barceló contra Argel del año de 1783, se le dio el mando de un buque de carga con el nombre de Carmen. Teniendo un demostrado valor al transportar pólvora y municiones, sin pensar en el riesgo de su vida se abarloaba a los buques que efectuaban el bombardeo para aprovisionarlos, para tratar de impedir que éste no cesase por falta de suministro.

El general don Antonio Barceló, un gran reconocedor del valor, al ver personalmente las acciones que llevó a efecto, propuso una merecida recompensa, ello se tradujo en su ascenso al grado de teniente de fragata, por Real orden del día 15 de noviembre del año de 1784.

Al formarse la segunda expedición contra Argel por el mismo general, pidió se incorporara a sus fuerzas, siendo embarcado de oficial en el navío San Fermín, con el que pasó a efectuar los nueve bombardeos sobre la capital norteafricana, siete de ellos en el mismo navío y los dos últimos al mando de una lancha bombardera, con la que realizó el mismo cometido con muy buen acierto.

Siendo ascendido por Real orden del día 15 de julio del año de 1790, al grado de teniente de navío.

Después del desastre sufrido por la escuadra española en el combate del Cabo de San Vicente, el día 14 de febrero de 1797, el comodoro Nelson por orden superior formalizó el bloqueo de la escuadra en la bahía de Cádiz, ante esto se recurrió al sistema de contraataques por medio de lanchas cañoneas y obuseras, siéndole entregado el mando del bote armado en cañonera del navío Concepción, con el que participó en tantas acciones como les permitió el tiempo, terminando por obligar al enemigo a abandonar el bloqueo.

Fue ascendido al grado de capitán de fragata, por Real orden del día 5 de octubre del año de 1802.

Como se ve hay pocos datos concretos de sus actuaciones, pero si podemos decir que durante todo este tiempo, a excepción de los reseñados estuvo embarcado en diferentes buques, navegando por espacio de diez años y cuatro meses por los mares de Europa, más varias travesías del Océano, desempeñando sobre todo comisiones a los territorios de Tierra Firme, Guarico y Cartagena de Indias. Y sus permanencias con destinos en tierra, lo fueron al mando de buques desarmados y como ayudante de la Mayoría de Ferrol.

En el año de 1804 realizó un viaje como segundo comandante del navío Neptuno con arribada a Veracruz transportando tropas y vituallas de guerra y boca. A su regresó arribó al puerto de la Habana siendo cargado con caudales, zarpando de éste y arribando a la bahía de Cádiz sin contratiempos. A su arribo se le ordenó desembarcar y pasar a su Departamento de destino, Ferrol, pasando a tomar el mando de la fragata Prueba destinada a las fuerzas navales del Departamento, en cuyo destino permaneció un año.

Al finalizar su mando pasó como segundo comandante del navío San Ildefonso, integrado en la escuadra del general don Federico Gravina, participando en el desafortunado combate naval de Trafalgar, al mando del almirante Villeneuve, donde la escuadra aliada de Francia y España se enfrentó a la británica del almirante Horatio Nelson, en la que éste obtuvo una gran victoria para su país, aunque en ello le fue la vida.

(Aquí conviene hacer un pequeño inciso, con el tema tan manido de cuantos cañones llevaba cada buque y la verdad es que, prácticamente es imposible saberlo con total exactitud, ya que dependiendo del momento se llevaban más o menos de los que oficialmente se daban de construcción. En el caso del San Ildefonso, era un 74 o navío Real, pero en éste combate se sabe con cierta seguridad que montaba 80 piezas sin contar los pedreros, por lo que el número total sigue sin saberse)

El navío estaba al mando de don José Vargas Varáez, formando parte de la primera división de la escuadra de observación, en la que abría aguas el San Juan Nepomuceno, le seguía el Berwick (francés) Príncipe de Asturias, insignia del general don Federico Gravina, Achille (francés) San Ildefonso y Argonaute (francés), pero al dar la orden de virada el almirante de la escuadra aliada, el San Ildefonso se quedó de matalote de proa del Príncipe de Asturias, donde se batió denodadamente.

Nada mejor que el transcribir aquí el parte del combate, entregado por su comandante al General don Federico Gravina, el cual dice:

Comillas izq 1.png «Don José de Vargas y Varáez, Brigadier de la Real Armada y Comandante que fue del navío de Su Majestad nombrado « San Ildefonso », da parte al Excmo. Sr. D. Federico Gravina, Comandante General de las Fuerzas Navales del Océano, de lo ocurrido en mi buque en el combate de 21 de octubre contra la escuadra inglesa al mando del Almirante Nelson.

A las doce y tres cuartos de la mañana del citado día me atacó un navío inglés a tiro de fusil, que después se estrechó más, prolongándose desde el portalón para proa por la banda de babor, llevando la escuadra esta amura y siendo el viento al SSO.; después me atacó otro navío por la aleta de la misma banda, a tiro de pistola.

A las doce y media, hallándome batiendo con estos dos buques, fui herido de astillazo en el brazo izquierdo y contuso bajo la tetilla del mismo lado, lo que me obligó a retirarme del puesto dejando el mando al Segundo Comandante D. Anselmo Gomendio.

Hallándome en la enfermería me avisó el Segundo Comandante que el primer navío enemigo que atacó se había separado del combate. Mi respuesta fue quedar enterado de ello y que siguiese en combate con ardor, y que si la suerte de él fuese desgraciada, no arriase la bandera hasta el último extremo.

A las cuatro y cuarto de la tarde me avisó el Segundo Comandante de que el navío se hallaba desarbolado de todos sus palos excepto el trinquete, que estaba para sucederle lo mismo, con muchos muertos y heridos y muchos balazos a flor de agua, por cuyo motivo se hallaban armadas las cuatro bombas, las que apenas podrían achicar el agua que se introducía, y que si se seguía el combate era indispensable nos fuésemos a pique, a los que les contesté que respecto a las circunstancias que me exponían y no tener gente para poder servir las baterías ni esperanzas de poder ser sostenido por ningún navío de la escuadra, arriase la bandera para evitar el sacrificio de una tripulación que había cumplido con su deber sosteniendo un combate de cuatro horas y tres cuartos contra dos navíos enemigos a una distancia tan corta como ya he expresado, y por último un tercero que entró de refresco, que fue el que me obligó a rendir, nombrando el Defensa, su capitán Jorge Hope, cuya rendición quedó verificada a las cuatro y media.

Después de concluido el combate y rendido el navío, mandé al Segundo Comandante me pasara un parte oficial de las ocurrencias y circunstancias que había habido durante él, el que me pasó como a continuación se expresa:

‹En cumplimiento de la orden de V. E. de participarle por escrito las ocurrencias del combate del 21 del presente, después que V. S. se vió en la dura precisión de retirarse a causa de su herida, debo decirle: Que los dos navíos que a su retirada batían a éste a tiro de pistola, conservaron su posición hasta la una y media de la tarde, a cuya hora fueron relevados por otros dos, los cuales me destruyeron considerablemente el aparejo e introdujeron muchas balas a lumbre del agua, obligándome a poner en su uso las bombas, y me metieron dentro muchos tacos encendidos, por los cuales se prendió fuego en el alcázar y toldilla, cuya extinción la conseguí con mucho trabajo.

Desarbolé del palo de trinquete a uno de estos navíos que me causaron tantas averías, y se retiraron del combate; a las tres de la tarde, viendo que se dirigía para mí el navío Defensa, que aun no había combatido, situándose por mi aleta de estribor con fuego muy vivo y sostenido, concluyó la obra que tanto avanzaron los cuatro anteriores, acabando de desarbolarme, matándome e hiriéndome mucha gente, incluso al comandante de la primera batería D. Agustín Monzón y el de Fragata D. José Roso, y herido el Teniente de Fragata D. Domingo Monteverde, Comandante de la segunda batería, y el Alférez de la misma clase D. Gabriel de Pasos, destinado en el castillo; en esta situación di a V. S. aviso por mi ayudante D. Benito Garisoaín a las cuatro y cuarto de la tarde, quien me trajo la respuesta que V. S. ‹se hallaba muy cerciorado del modo de conducirme, y que hiciese lo que me pareciese más conveniente sobre arriar o no la bandera, pero que siempre se tratara de sostener hasta el último extremo el honor de la bandera›

Últimamente, introduciéndome en el codaste de este navío y costados tantos balazos a la lumbre del agua, en términos que las, cuatro bombas no eran suficientes para extraer la que hacía el navío, volví a dar aviso a V. S. con el citado Ayudante, a las cuatro y cuarto de la tarde, de la situación en que me hallaba y de que ya no quedaba otra defensa contra el enemigo si no es la de dejarme ir a pique, a fin de que éste no se aproveche del buque, pues que el situado a mi amura de estribor no me permitía dirigirle el tiro alguno, por estar hecho una boya. Volvió el Ayudante con la respuesta de V. S. previniéndome arriase la bandera, lo que ejecuté a las cuatro y media de la tarde en punto.

Arroje al mar los pliegos reservados, y sin la menor dilación me condujeron al navío Defensa, cuyo Capitán me hizo volver a bordo de mi navío antes de media hora, diciéndome ‹ que éste hacía demasiada agua y que era preciso que yo hiciese trabajar a mi gente si queríamos salvar nuestras vidas ›

A mi regreso del Defensa pasé a la enfermería a informar a V. S. verbalmente de lo que llevo expresado, y sólo me resta exponer a V. S. los individuos que más se han distinguido en el combate, así por su serenidad como por su actividad en las maniobras y en los varios incidentes que han ocurrido: Teniente de Navío y Comandante de la primera batería D. Agustín Monzón, herido mortalmente a las tres y media de la tarde; ídem Comandante del castillo D. Juan José Murrieta, observé su mucha actividad y serenidad en las maniobras; ídem de Fragata y Comandante de la segunda batería D. Domingo Monteverde, herido a las tres y tres cuartos de la tarde, tuve que mandar personalmente a ese Oficial a se retirase a la enfermería, pues que sus deseos de sacrificarse no le permitían abandonar la batería aun con la justa causa de hallarse herido: ídem Segundo de la primera batería D. José Roso, muerto en el acto a las tres y media de la tarde; Alférez de Navío Comandante de la batería de la alcázar D. Miguel Merlos e ídem Oficial de señales y maniobras D. Benito Garisoaín, estos dos Oficiales se distinguieron particularmente así en extinguir el fuego de toldilla y alcázar como en las varias comisiones que en el curso del combate puse a su cargo; Alférez de Fragata destinado en el castillo D. Gabriel Pasos, herido a las tres de la tarde, después de haberse sostenido hasta aquella hora con la debida y natural serenidad; Guardia Marina destinado en la Banda D. Juan Vigodet, este joven dio pruebas de valor natural y afección nacional por el sentimiento que causó en él la orden de arriar la bandera; Sargento primero de Marina destinado a la bandera Carlos Calafat, Sargento segundo de Marina destinado en el castillo Pablo Morillo, otro ídem ídem Domingo González, Segundo Contramaestre patrón de lancha Manuel Pardo, estos cuatro individuos contrajeron un particular mérito y son acreedores a cualquier gracia; Primer Contramaestre Antonio Sánchez, herido en medio del combate.

A bordo del navío Ildefonso, 25 de octubre de 1805. Anselmo Gomendio. — Sr. D. José de Vargas Varáez.

NOTA — Cuando en el principio de mi parte digo que el navío inglés Defensa fue el tercero que entró a batirse, he padecido equivocación, pues antes de él entraron otros dos, como expresa el parte del Segundo Comandante, D. Anselmo de Gomendio, cuyo Oficial, por sus conocimientos, valor y serenidad en los mayores apuros lo considero acreedor a las gracias que Su Majestad se digne concederle, a quien espero lo recomiende V. E. como se merece.

Cádiz, 4 de noviembre de 1805. — José de Vargas y Varáez.» Comillas der 1.png


Siendo uno de los cuatro apresados que consiguieron llegar a Gibraltar, junto al San Juan Nepomuceno, Swiftsure y Bahama. A los pocos días fue dejado en libertad como la mayor parte de todos los oficiales y marinería, regresando a la ciudad de Cádiz, encontrándose allí recibió la Real orden (que fue una promoción general) del día 9 de noviembre del año de 1805, por la que se le notifica su ascenso al grado de capitán de navío.

Quedó disponible en el mismo Departamento, desempeñando la comisión de guardar los restos de la escuadra, hasta que sobrevino la invasión napoleónica, ocupando un puesto en las baterías del Arsenal de la Carraca, desde donde tuvo parte en la rendición de la escuadra francesa al mando del almirante Rosilly, entre los días 9 a 14 de junio del mismo año de 1808, siendo la primera derrota de los invasores.

Pasó al Departamento de Ferrol, estando en situación de disponible, pero al ser atacado por las tropas del mariscal Ney, tomó parte muy activa en toda su defensa, pasando a ser prisionero al conseguir entrar los enemigos. Pero el ataque posterior de los aliados (esta vez británicos, portugueses y españoles) consiguió obligar a abandonar la plaza y Arsenal al ejército enemigo.

Al poco de quedar en libertad, el Comandante General del Departamento, le confirió el mando del navío Príncipe de Asturias corriendo el mes de agosto del año de 1809, zarpando con rumbo a la bahía de Cádiz, donde arribó y fondeó. Permaneció al mando del navío hasta el día 1 de marzo del año de 1810, siéndole otorgado en esta misma fecha el mando del Santa Ana, pero el día 29 siguiente si haberse hecho a la mar, se le ordenó regresar a tomar el mando del Príncipe de Asturias, conservando el cargo de Mayor General de la Escuadra, que en esos momentos estaba al mando del teniente general don José María de Villavicencio.

Pero estos buques de tres baterías y 120 cañones no salieron a la mar en todo este tiempo. El día 13 de agosto del año de 1810 se le ordenó tomar el mando del navío Asía, con el que zarpó de la bahía de Cádiz el día 14 de septiembre con rumbo a la base naval de Portsmouth, donde se dio a la banda al navío y se le carenó por completo, al terminar el trabajo se montaron de nuevo las piezas de artillería, cambiando la mayor parte de la arboladura y su jarcia regresando a la bahía de Cádiz el día 18 de agosto del año de 1811.

A su arribada se le entrego la Real orden de la Junta Central con fecha del día 24 de mayo próximo pasado, por la que se le comunicaba su ascenso al grado de brigadier. Al mismo tiempo que ya le estaban esperando las fragatas Proserpina y Esmeralda, más la urca Astrea, quienes en conjunto embarcaron las tropas de la división del general Ballesteros en Ayamonte, para desembarcarlas en Algeciras.

Con fecha del día 12 de noviembre siguiente, se le ordenó zarpar con su navío con rumbo a Veracruz dando escolta a un convoy de tropas, para reforzar las ya existentes en el virreinato de Nueva España, donde permaneció dando protección a las tropas y cruceros en contra de la ayuda externa a los insurrectos, zarpó de Veracruz con escala para embarcar caudales en la Habana, de donde zarpó de nuevo arribando a la bahía de Cádiz el día 18 de mayo del año de 1813.

El día 4 de junio seguido se le dio la orden de desembarcar, quedando sin destino permaneciendo en esta situación hasta la llegada de la Real orden del día 3 de mayo del año de 1816, por la que el Rey le concedía cuatro meses de licencia, razón por la que viajó a la Villa y Corte para que le fuera ampliada, consiguiéndolo, poniéndose en camino a su casa natal de Oñate.

Encontrándose en su casa recibió la Real orden fechada el día 20 de abril del año de 1818, por la que el Rey lo nombraba Comandante Militar de Marina de la provincia de San Sebastián, pero en el año de 1821 fueron suprimidas las matriculas, compensándole con el nombramiento de Capitán del Puerto de Pasajes.

Después de retornar don Fernando VII a tener sus poderes absolutos, se realizaron varios cambios en la Corporación, uno de ellos fue en el año de 1825, provocando que don Anselmo pasara a servicio pasivo sin destino, razón por la que permaneció en el Departamento de Ferrol realizando trabajos de su grado, pero sin destino fijo. En esta situación recibió la Real orden del día 25 de julio del año de 1839, por la que se le notificaba su ascenso al grado de jefe de escuadra, habiendo permanecido en el de brigadier veintiocho años, dos meses y un día.

Esto permitió le fuera concedida la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, por haber cumplido ampliamente el tiempo reglamentario.

Un tiempo después elevó petición de pasar a su casa por ser ya muy mayor y considerar que no podía prestar servicios dignamente, siéndole concedido lo que le permitió regresar de nuevo a su casa de Oñate. Donde le sobrevino el fallecimiento el día 4 de octubre del año de 1841, cuando contaba con ochenta y un años de edad, de ellos sesenta y cinco de excelentes servicios a España.

Bibliografía:

Adkins, Roy.: Trafalgar. Biografía de una batalla. Planeta. Barcelona, 2005.

Alcalá Galiano, Pelayo.: El Combate de Trafalgar. Instituto de Historia y Cultura Naval. Madrid, 2003. Facsímil de la edición del primer tomo en 1909 y el segundo en 1930.

Barbudo Duarte, Enrique.: Apresamiento de la escuadra francesa del almirante Rosilly en la bahía de Cádiz, el 14 de junio de 1808. Colección Fragata. Cádiz, 1987.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

González-Aller Hierro, José Ignacio.: La Campaña de Trafalgar (1804-1805) Corpus Documental. Ministerio de Defensa. Madrid, 2004.

Lon Romeo, Eduardo.: Trafalgar (Papeles de la campaña de 1805). Excma. Diputación Provincial. Zaragoza, 2005. Facsímil.

Marliani, Manuel.: Combate de Trafalgar. Vindicación de la Armada Española. Impreso de Orden Superior. Madrid, 1850.

Mejías Tavero, Juan Carlos.: Los Navíos de Trafalgar. Del Astillero a la Mar. Agualarga. Barcelona, 2004.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Rodríguez González, Agustín Ramón.: Trafalgar y el conflicto naval Anglo-Español del siglo XVIII. Actas. Madrid, 2005.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

Compilada por Todoavante ©

Herramientas personales
Espacios de nombres
Variantes
Acciones
Navegación
Hª NAVAL de ESPAÑA
Estado Mayor
Ordenes Militares
Flotas
Buques General
De 1248 a 1514
De 1515 a 1700
De 1701 a 1833
De 1834 a 1957
Herramientas