Gil de Taboada y de Lemos, Francisco Biografia

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Biografía de don Francisco Gil de Lemos



 Retrato al oleo de don Francisco Gil de Taboada y de Lemos. XI Capitán General de la Real Armada Española. Bailío Frey de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta. Caballero Gran Cruz de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta. Comendador de Puerto Marin, en la misma Orden. Lugar-teniente de S. A. el Serenísimo Sr. Infante don Pedro, como Gran Prior de Castilla y León en la misma Orden. Presidente de la Sacra Asamblea. Consejero de Estado. Vocal del Supremo de la Guerra.
Francisco Gil de Taboada y de Lemos.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.


XI Capitán General de la Real Armada Española.

Bailío Frey de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta.

Caballero Gran Cruz de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta.

Comendador de Puerto Marin, en la misma Orden.

Lugar-teniente de S. A. el Serenísimo Sr. Infante don Pedro, como Gran Prior de Castilla y León en la misma Orden.

Presidente de la Sacra Asamblea.

Consejero de Estado.

Vocal del Supremo de la Guerra.

Orígenes

Nació en Santa María de Santo Longo, lugar cercano a Santiago de Compostela, en el año de gracia de 1736, fueron sus padres don Felipe Gil Taboada Villamarín, y doña María de Lemos y Rois.

Siendo joven sus padres lo enviaron a la isla de Malta donde estudió y embarcó corriendo caravanas, siendo cruzado Caballero de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta, en la que alcanzó el grado de bailío.

Hoja de Servicios

Sentó plaza de Guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el día 27 de octubre del año 1752. Expediente N.º 640.

Al aprobar sus exámenes teóricos embarcó en diferentes buques en la consabida misión de corso, para combatir a las regencias norteafricanas, en una de sus arribadas se le ordenó pasar los exámenes prácticos, los cuales aprobó sin dificultades, siéndole otorgado por ello sus primeros galones de oficial como alférez de fragata el día 23 de diciembre del año 1754.

Por Real orden del día 12 de abril del año 1760, se le ascendió al grado de alférez de navío. Por Real orden del día 18 de abril del año 1765, se le ascendió al grado de teniente de fragata. Por Real orden del día 3 de septiembre del año 1767, fue ascendido al grado de teniente de navío.

Durante estos mandos estuvo embarcado en diferentes buques, realizando cruceros por el Mediterráneo en las comisiones de corso, pasando en ocasiones a los océanos, Atlántico y Pacifico.

Por Real orden del día 22 de octubre del año 1770, se le notificó su ascenso al grado de capitán de fragata, siendo nombrado gobernador de las islas Malvinas, no llegando a desempeñar su cometido por haber sido ascendido de nuevo.

Por Real orden del día 17 de febrero del año 1776, se le notificó su ascenso al grado de capitán de navío, pasando a recibir la Real orden del día 19 de noviembre del año 1776, por la que se le nombraba Capitán de la recién creada Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Ferrol, cargo que desempeñó durante algunos años.

Hasta que el bailío Valdés, se puso al frente del Ministerio de Indias, como ambos pertenecían a la misma Orden Malta, en el año 1788 lo eligió como Virrey, Gobernador y Capitán General del virreinato de Nueva Granada y presidente de la Audiencia de Santa Fe.

Estando en este destino, se le entregó la Real orden del día 19 de junio del año 1781, en la que se le comunicaba su ascenso al grado de brigadier, siendo ratificado en el cargo anterior.

Continuaba en su destino, cuando le llegó la Real orden del día 21 de diciembre 1782, por la que era ascendido al grado de jefe de escuadra, prosiguió su gran labor en el virreinato, cuando años más tarde volvía recibir otra Real orden fechada el día 4 de marzo del año 1789, por la que era ascendido al grado de teniente general, siendo a su vez ratificado en su destino.

Permaneció al frente del virreinato, hasta recibir la Real orden del año 1792, por la que debía de pasar a tomar el mismo cargo en el virreinato del Perú, así como su nombramiento de Presidente de la Audiencia de Lima.

En el año 1795 llegó su sustituto don Ambrosio de O’Giggins, al que le dejó un largo documento pormenorizando todos y cada uno de los asuntos pendientes o en trámite, facilitándole así su trabajo. Lo que dice mucho de la meticulosidad de su método de trabajo.

Al llegar a la Villa y Corte como todos los virreyes y altos cargos de los territorios de Ultramar tuvo que pasar por los dos juicios de residencia, pero como ya sabemos su método, regresó acompañado de todos los documentos con todos los gastos e ingresos durante su mandato, pasando con éxito por los dos juicios donde unos secretarios y un tribunal analizaban, todas las finanzas de su gobierno como tal virrey; (ésta era una costumbre muy poco conocida por la que pasaban todos los altos cargos de nuestras posesiones ultramarinas, nada quedaba sin investigar, hasta cuadrar el último real, llegando el caso de durar varios años) con arreglo a lo establecido en las Leyes de Indias. Por ello tuvo que estudiarse su actuación como virrey de los dos virreinatos que por ser larga duró mucho tiempo.

Ya cansado de tanta precisión cuando sus documentos dejaban muy claro todo su proceder, le respondió al Presidente del juicio de residencia: « Bien conozco, que si no reina la buena fe en los ministros principales y administradores de rentas, presta bastante campo al ingenio superior de la codicia para malversar la Real Hacienda en provecho propio. Varios son los medios para ejercitarla, cuando, corrompida la integridad, degenera en criminal el procedimiento. »

Esa Historia de desmanes de algunos virreyes, puede ser cierta en algunos casos, siendo conocida la consabida frase: « Dios está en el Cielo; el Rey está muy lejos, y yo mando aquí. » Es cierta en parte, pero lo que está demostrado hasta la saciedad, es que al final nadie, fuera virrey o arriero escapaba al conocimiento del Rey por muy lejos que estuviera. Y si el mal ya no se podía remediar, también era seguro que el culpable pagaba con sus bienes y con sus carnes en la cárcel por haberlos cometido.

Al finalizar los juicios y no poder encontrar nada en su contra, el Rey muy satisfecho le nombró Consejero del Supremo de Guerra y sin dejar este alto cargo desempeñó otros también importantes, del ramo de la marina.

En el año 1799 fue nombrado Director General de la Armada, primero con carácter interino y después en propiedad.

El día 6 de febrero del año de 1805, al ser designado el general don Domingo Grandallana para el mando de la escuadra de Ferrol, se encargó interinamente a Gil de Taboada de la Secretaría de Estado y del Despacho de Marina, sin dejar a su vez el alto cargo que ya ocupaba.

Por Real decreto del día 9 de noviembre del mismo año, fue ascendido a la más alta dignidad de la Real Armada siendo la de su Capitán General.

El decreto de su nombramiento es curioso, por ello lo transcribimos entero y dice:

« Al tiempo que el Rey N. S. premia el mérito de los combatientes en la escuadra del General D. Federico Gravina, tiene presente el de otros Generales y oficiales distinguidos por su mérito de guerra, talentos y servicios, á los cuales resultaría un perjuicio de atraso si no fuesen promovidos en esta ocasión. Por lo tanto ha conferido S. M. el empleo de Capitanes Generales de su Real Armada al Director General de ella el Baylío Fr. Don Francisco Gil de Lemos y al Capitan General del Departamento de Cartagena D. Francisco de Borja: el Teniente General al Jefe de escuadra D. Pedro Obregon, y el de teniente de navío al de fragata D. Pascual Enrile, Comandante del bergantín Prueba y de las fuerzas sutiles de Barcelona. »

Se le confirmó en propiedad, como Ministro de Marina, por Real decreto que dice: « Hallándome satisfecho del celo y amor á mi Real persona que ha acreditado constantemente el Capitan General de mi Real Armada, Baylío Fr. D. Francisco Gil de Lemos, he venido en nombrarle en propiedad mi Secretario de Estado y del despacho de marina. — Tendréis entendido para su cumplimiento. — Está rubricado de la Real mano. — Aranjuez 22 de abril de 1806. — A D. Pedro Ceballos. »

Continuó en sus altos cargos de Secretario del Despacho de Marina y Director General de la Armada, en los que por sus dotes dejó una inmejorable impresión, pero el día 27 de febrero del año 1807 fue activado el Almirantazgo, quedando disuelto en la misma fecha la Dirección General de la Armada, como consecuencia de este cambio S. M. le comunica al Príncipe Generalísimo Almirante el Real decreto que dice:

« Quedando estinguida, á consecuencia de mi Real cédula de fecha de ayer, la Dirección general de la Armada y creado en su lugar el empleo de Inspector general de marina, he venido, conformándome con vuestra propuesta, en nombrar para desempeñarle al Baylío Fr. D. Francisco Gil y Lemos, por la particular satisfacción que me merece, por su conocida instruccion y por su distinguido celo y amor á mi persona. — Tendréis entendido para su cumplimiento. — Está rubricado de la Real mano. — Palacio 28 de febrero de 1807. — Al Príncipe Generalísimo, Almirante. »

S. M. de nuevo no se olvida del Baylío y por Real decreto del día 4 de agosto siguiente, se le concede plaza efectiva en el Consejo de Estado, con casa, emolumentos y relevación de la media annata.

Ejerciendo todos estos altos cargos sobrevino el motín de Aranjuez y los graves sucesos que le siguieron, entre ellos la abdicación del rey Carlos IV, en su hijo Fernando VII.

Gil de Taboada, como los demás ministros, fue ratificado en el ejercicio de su cometido y en él continuó hasta la salida del Rey a Bayona.

Para actuar durante la ausencia del monarca se formó una Junta, compuesta por los ministros y presidida por el infante don Antonio, tío de don Fernando VII.

El conde de Toreno, en su comentario sobre la Junta, se expresa diciendo: « Continuó al frente de la Marina don Francisco Gil de Taboada y Lemos, anciano respetable, de carácter entero y firme »

Esta cualidad pronto hubo de manifestarla oponiéndose al deseo del príncipe Murat para que le fuese entregado Godoy, que se hallaba confinado en el castillo de Villaviciosa para ser sometido a un juicio por parte del francés.

Previendo que la Junta de Ministros pronto sería anulada por la presión de los invasores, Gil de Taboada lanzó la idea de que fuese sustituida por otra reunida fuera de Madrid.

El Infante, después de la alzamiento nacional del día 2 de mayo, fue obligado a salir hacía Bayona. Pero le envío una carta que dice:

« Al Sr. Gil. — A la Junta para su Gobierno, lo pongo en su notica como me he marchado á Bayona de órden del Rey, y digo á dicha Junta que ella sigue en los mismos términos como si yo estuviese en ella. — Dios nos la dé buena. — A Dios señores hasta el valle de Josafat. — Antonio Pascual. »

Pero el día 4 Murat quiso presidirla, asistiendo los ministros que en principio se resistieron pues no era el francés nadie para inmiscuirse en los asuntos de Estado por muy duque de Berg que fuera, al ver que se le impedía salió, pero por la noche al comenzar la Junta se presentó de nuevo y aunque Azanza y Ofarril continuaron en contra el resto lo admitió, por ello don Gil de Taboada, quien se mantuvo firme, presentó su dimisión retirándose a su domicilio.

Al ser evacuado Madrid por los franceses después de la gloriosa victoria española sobre los ejércitos imperiales en Bailén, juró de nuevo su cargo don Gil de Taboada el día 29 de septiembre 1808, en Aranjuez, donde se reunió la Junta Central como depositaria del poder supremo de la nación durante la ausencia del rey don Fernando VII.

Cuando entraron de nuevo lo ejércitos franceses en Madrid, se le instó para prestar juramento ante el rey José, pero don Gil de Taboada se negó a ello con la entereza que le caracterizaba, quedando expuesto a las represalias de todo tipo, pues su avanzada edad; era octogenario, le impedía fugarse, pero nada de esto pesó en su convicción de preferir morir como español y no vivir como uno más de los "otros".

Aunque algunos Ministros del Rey intruso instaban al monarca a que persiguiese a Gil de Taboada, S. M. más hombre que Rey lo prohibió terminantemente, pues en el fondo admiraba la entereza de alguien tan anciano que, a pesar de no poderse defender se mantenía firme y valerosamente al juramento de su verdadero Rey, a su vez debió pensar que, así necesitaba él a muchos otros y no los que le rodeaban.

En el año siguiente, de 1809, falleció tan heroico patriota, la guarnición francesa de Madrid le tributo los honores fúnebres que le correspondían por su alta dignidad, por orden expresa del rey José I.

Bibliografía:

Cervera Pery, José.: Frey Francisco Gil de Taboada y Lemos. Un marino ilustrado en Perú. Cuaderno Monográfico del Instituto de Historia y Cultura Naval, nº 40 páginas 87 y siguientes.

Enciclopedia General del Mar.: Garriga. 1957. Compilada por el Contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

González de Canales, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Toreno, Conde. Aumentada por Martínez Valdueza, J. M.: Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España (1807-1814). Editorial Akrón. Astorga. León, 2009.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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