Campillo y Cossio, Jose del Biografia

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José del Campillo y Cossío Biografía


Retrato de don José Campillo y Cossío. Intendente General de la Real Armada Española.
José Campillo y Cossío.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.


Intendente General de la Real Armada.

Orígenes

Vino al mundo en Alles (Peñamellera Alta), perteneciente actualmente al Principado de Asturias a lo largo 1694.

Hoja de Servicios

Proveniente de una muy humilde familia, que no permitió sin esfuerzo que su hijo fuera un analfabeto, por lo que a los ocho años de edad comenzó sus estudios de gramática y la poesía, dos más tarde manejaba la lengua Latina con la misma perfección que su idioma natal.

En el año de 1708 falleció su padre, lo que le obligó a buscarse la vida para poder comer porque en su casa eran demasiadas bocas, así que viajó como pudo hasta la ciudad de Córdoba, donde consiguió ser admitido como paje de don Antonio Maldonado que era prebendo de la Catedral de la ciudad.

Era tal su humildad y seriedad, que don Antonio se dio cuenta que no era una persona sin cultura, por lo que le ordenó dejar sus trabajos y proseguir sus estudios, que a buen seguro le harían mejor hombre del que ya era, así continuó con la filosofía y la teología, las cuales las daba en la Universidad donde permaneció cinco años en ella, pero al mismo tiempo Campillo se dio cuenta que no era para él la carrera eclesiástica, por lo que a finales del año de 1713 pidió no sin disgusto para su protector abandonar el seminario, pues no se veía inclinado hacía esa vocación y no quería proseguir para evitar mentir. Aunque no muy a su gusto Maldonado cedió. Contaba con dieciocho años de edad.

Después de buscar y buscar dio al fin con otro protector, consiguiendo ser aceptado como paje de don Francisco Ocio, Intendente General de Andalucía. Pronto se dio cuenta don Francisco que el joven prometía, pues no había trabajo que no supiera solucionar y además, con prontitud y eficacia, por lo que le nombró a los pocos meses su Secretario Particular, posiblemente dentro de las formas de la época el puesto que más trabajo daba.

Sucedió que en el año de 1717, don José Patiño relevó a don Francisco de Ocio, siendo éste nuevo Intendente el que le dio el paso al cuerpo de Contaduría de la Real Armada.

A partir de aquí fue ascendiendo siempre por su demostrado aprecio a su trabajo, sobre todo por la fidelidad que guardaba a sus jefes y porque rara vez se le encontraron errores en sus números, quedando demostrada su fiabilidad y eficacia, lo que era muy apreciado a los ojos de sus superiores.

Al alcanzar el grado de Comisario de Guerra se le destinó a Santander, permaneciendo aquí un tiempo hasta que fue llamado por don José Patiño, para llevar la contabilidad del astillero de Guarnizo, en el que reemplazó a don Antonio Gaztañeta.

Para comprobar las buenas construcciones, se embarcaba en los nuevos buques allí construidos, lo que le llevó ha hacer verdaderos viajes de navegante, pues surcó las aguas del Mediterráneo, el océano Atlántico y el Pacífico de nuestro virreinatos, llegando a ser un experto marino, lo que redundo en la mejora de algunos bajeles al ver in situ como se podía remediar ésta ó aquella anomalía.

Ya por Real Orden del día veintidós de enero del año de 1726, se le comunicó su ascenso a Comisario Ordenador, quedando destinado en el mismo astillero pero ya como Ministro contador.

Por estas fechas recibió un escrito del Santo Oficio, la Santa Inquisición, en la que se le acusaba de hereje y enemigo de la religión Católica, por lo que debía presentarse para comparecer ante el Santo Tribunal.

No tenía nada que esconder y por lo tanto sus sinceras palabras escritas a su amigo el ingeniero don Antonio Mier, que se encontraba en la misma Corte, siendo quien presentó y le representó, haciendo entrega de las cartas recibidas, que al ser leídas por el Tribunal no puso objeción alguna al caso y lo dejó archivado.

Fue ascendido a Intendente y poco tiempo después en el año de 1736, pasó a la Intendencia del ejército en la Península itálica, donde realizó tan gran trabajo que S. M. tuvo a bien concederle la Encomienda de la villa de Oliva de la Orden de Santiago, lo que le significaba una renta anual de cinco mil ciento cincuenta y nueve maravedíes.

En el año de 1738, se le destinó como Intendente al reino de Aragón, donde permaneció hasta el día once de octubre del año de 1741, por recibir la Real Orden de nombramiento de Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina, Guerra e Indias, en que sustituyó a don José de la Quintana.

No pudo permanecer mucho tiempo en este alto cargo, que como todo lo que había hecho hasta la fecha era del más alto nivel y eficacia, por sobrevenirle el óbito en Madrid el día once de abril del año de 1743.

Falleció a la edad de cincuenta años; a parte de los cargos y encomiendas ya mencionadas, estaba en posesión del nombramiento de Gobernador de la Real Hacienda y sus tribunales; Consejero de Estado; Superintendente General del Cobro y distribución de la Hacienda y Lugarteniente General del Almirantazgo General de España presidido por el Serenísimo Infante don Felipe.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 10. 1911, página 1277.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

González de Canales, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo III. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

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