Xio combate entre cristianos y moros 1621

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1621 – Combate entre cristianos y moros frente a Xio



«Relación certísima de la gran batalla y feliz victoria que al presente han tenido 13 galeras cristianas, dos del Duque de Tursis, dos de Sicilia, seis toscanas y tres de Malta y el gran bajel de aquella religión y otro flamenco, contra 25 vasos diferentes de corsarios turcos y moros y del inglés Sansón. Refiérense hechos notables de los nuestros y grandiosa resistencia de los enemigos, la cantidad de la presa, muertos, heridos y cautivos, y el número de los cristianos que hubieron libertad. Dase cuenta asimismo de la famosa y rica presa que siete galeras de Francia hicieron a vista de Argel en aquel puerto. Carta original a la letra que de Malta enviaron a D. Francisco Zapata, caballero del Orden de San Juan y general de las galeras de Cataluña. Impresa con licencia en Sevilla en casa de la viuda de Clemente Hidalgo, año 1621.

A los 2 días del mes de marzo de este presente año partieron de Malta tres galeras muy bien armadas y el gran galeón de aquella religión, guarnecidas de valerosos caballeros y soldados, en compañía del Almirante de las galeras toscanas, que con seis se había recogido en aquella isla y puerto, por no encontrarse con 25 vasos de turcos que venían en su seguimiento, y por esta ocasión el Gran Maestre hizo armar el galeón y las tres galeras, las cuales partieron con buen tiempo en busca de los enemigos.

A 14 de dicho mes a las cuatro de la tarde se juntaron con una nave flamenca, la cual había pasado por medio de los enemigos, que aunque la cañonearon gran rato, se les escapó por tener viento muy favorable y por estar bien artillada y diestra en el pelear. Vínose con nosotros, habiéndonos dado noticia que era una verdadera escuadra de galeras del Turco juntamente con el corsario Sansón, inglés. El otro día, a 15 del dicho, poco después de amanecer, descubrimos dos galeras de Sicilia que venían de hacia Poniente, y de allí a una hora, por la misma parte asomaron otras dos del Duque de Tursis; llegadas a nosotros, concertamos de ir juntos en busca del enemigo, y aquellas propia tarde despachamos una barca para que nos diese aviso en descubriéndole, para darle luego batalla.

A 17 tomamos una tartana contraria, la cual habían enviado para que les llevase nueva cierta del número de nuestros vasos. De la gente de ella supimos de cierto de las fuerzas del enemigo, que dijeron eran 12 galeras del Turco a cargo de Ali-Rostan; seis bajeles redondos del corsario inglés Sansón y cuatro galeotas y tres tartanas de otro corsario llamado Mahomet Escabrig, turco de nación, a quien por otro nombre suelen llamar el Bravo de Argel; todas ellas muy bien armadas y guarnecidas de famosos soldados tucos genízaros, muy bien experimentados en la guerra.

Los nuestros, aunque vieron que los enemigos eran muy fuertes y valerosos, no por eso desmayaron un punto ni por ver que era mayor el número de sus fustas, pues eran 25 y las nuestras 15, antes con mayor ánimo y deseo esperaban la hora de descubrirlos por venir a las manos. Los turcos, aunque tenían noticia de nosotros, no nos huían, pero no nos buscaban, que si ellos quisieran, podían dos días antes haber dado fin a la batalla. A 20 a las seis de la tarde los descubrimos, con la cual vista nos alegramos por ver ya llegada la hora de la pelea; los enemigos hicieron grandes alegrías por habernos visto y se vinieron acercando a nosotros, que nos pesaba harto de que fuese tan tare y no poder pelear hasta el otro día, y temernos que el contrario no se nos metiese en el puerto de Xio, pues estábamos enfrente de él.

Cerrada la noche encendieron fanales en todas sus fustas los enemigos, y nosotros hicimos lo propio en las nuestras, ordenándolo todo aquella noche con grande silencio, porque a la primera luz del día pudiésemos dar la batalla. A la nave flamenca pasaron caballeros malteses a pedimiento y ardid de los flamencos, por ser ellos pocos en número, y venido el día se escondieron todos con lindas espadas y rodelas aceradas, que en todo el discurso de la pelea jamás parecieron ni se vieron, hasta su ocasión. Puestos los nuestros en orden de batalla nos fuimos acercando al enemigo, llevando el galeón de Malta y la nave en medio; a mano derecha de seis galeras de Sicilia y las dos del Duque de Tursis y las tres de Malta.

Los contrarios también venían con muy buen orden, hechos una media luna. Cuando estuvimos a tiro nos empezamos a combatir con gran furia, disparando el galeón y nave nuestra mucha artillería, por estar muy bien artillados. Los contrarios se defendían muy valerosamente, disparando con gran esfuerzo los bajeles del Sansón y las galeotas de Mahomet sin cesar, por ser las fustas muy bien artilladas. Duró el jugar la artillería, sin conocerse ventaja, más de cuatro horas; tres galeras del Turco acometieron y quisieron entrar en una del Duque de Tursis, viendo el Almirante de las galeras de Florencia el peligro en que estaba, acudió con tres galeras a socorrerla.

Las tres galeras de los caballeros de Malta tenían en grande aprieto una galera de Mahomet, en la cual estaba el propio Mahomet, y habiendo saltado por dos veces los caballeros dentro, otras tantas los rebatieron e hicieron salir; tan valerosamente peleaban los turcos; más si no les acudiera tan pronto el socorro, sin duda los caballeros la rindieran; pero las otras galeotas del dicho Mahomet fueron en su ayuda, y una galera y dos naves de Sansón. En efecto, iba tan encendida a esta hora la pelea, acudiendo unos y otros con muy gran diligencia y cuidado a socorrer a la parte donde había más necesidad, que todas las fustas estaban mezcladas unas con otras, por donde no podían jugar la artillería. A la nave flamenca la embistieron dos galeras y dos naves del Sansón y una tartana del Mahomet Escabrig; ella luego, hecha una boca de defensa, hizo señal de rendirse, como estaba concertado, porque traía muy poca gente, fuera los 12 caballeros que estaban escondidos, de los turcos de las galeras saltaron muchos en la nave con grande alegría y algazara, pensando tener rendida la nave, que (como dijimos) poco antes se les había escapado; pero saliendo por tres partes de donde estaban escondidos los 12 caballeros malteses, embistieron con sus espadas y rodelas a los turcos, que estaban bien descuidados de tal celada, y fue con tan grande esfuerzo y valentía, matando e hiriendo en los turcos de tal suerte, que muchos, con la prisa que llevaban de volver a saltar en sus galeras, caían en el mar.

La Capitana de Florencia acudió a socorrer la nave con otras dos galeras juntas unas con otras, peleando moros y cristianos muy valerosamente, de los florentinos saltaron algunos en una galera de los turcos y en una nave del inglés Sansón, y aunque procuraron pasar más cristianos, tanto de los caballeros malteses como de los florentinos, en su favor y ayuda, no le fue posible en la galera por haberse apartado de las nuestras en tanta manera que nunca tuvimos remedio de poder volver a juntar con ella, aunque lo procuramos mucho, y así, los que en ella saltaron, los más murieron peleando valerosamente, y algunos de ellos fueron presos. La nave, que no tuvo suerte de apartarse, entrando en ella muchos de los cruzados pechos, y de los florentines, al cabo de buen rato de pelear la rendimos con muerte de muchos de los enemigos, algunos de los nuestros, y los demás de ellos quedaban en la vencida nave cautivos.

Las dos galeras de Sicilia y las dos del Duque de Tursis estaban peleando valerosamente con las galeotas de Mahomet Escabrig, que con no menos esfuerzo y valor se defendían, y habiendo saltado algunos sicilianos en una galeota, pelean con instancia por rendirla; pero era tan grande el tesón y defensa del enemigo, que si no saltaran algunos caballeros malteses en su ayuda, se esperaba mal suceso. En esta galeota murieron más de los nuestros que en todo el discurso de la batalla, porque todos los turcos peleaban con valor, señalándose en gran manera un renegado natural de Ciudad-Real, pues estando herido por muchas partes, jamás se rindió hasta que los desjarretaron, después de haber muerto cuanto turcos iban en ella, que no quedaron sino cuatro que pudiesen jugar armas, y el se defendía y peleaba como un desatinado. Vivió diez horas, y murió arrepentido, pidiendo a Dios perdón de sus pecados. Una galera del duque de Tursis rindió y tomó una tartana del mismo Mahomet Escabrig.

Las galeras de Alí-Rostan tomaron la derrota y se entraron en el puerto de Xio, a quien siguieron Sansón y Mahomet, y nosotros nos fuimos, dando gracias a Dios, porque habíamos menester descansar.

Murieron de los nuestros 84 y hubo algunos heridos; de los turcos murieron más de 362, presos y muchos heridos; tomamos un bajel de pelea a Sansón y una galeota y dos tartanas a Mahomet.

De Marsella se escribe que aquellas han llegado allí con presa de una galeota de moros, una polaca, un zaique y una fragata, y han restituido dos bajeles de marchantes cristianos que los corsarios habían tomado y una hermana del bajá Alumet, que se iba a casar. Dieron libertad a 310 cristianos y dieron muerte a más de 400 moros, tomándoles buena presa; entraron una noche en el puerto de Argel y a vista de los moros tomaron la polaca con 56 turcos y moros. Laus Deo

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo: El Gran duque de Osuna y su marina. «Sucesores de Rivadeneyra». Madrid. 1885.

Transcrito por Todoavante.

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